Fuego

Fuego

Las Ítacas

FUEGO

Paloma Cuevas

Paloma Cuevas
Marzo 1, 2025

Pensar que existe alguien capaz de agredir, violentar, aterrar al otro, la otra, el otre, solo porque puede, me resulta nauseabundo. Pensar que algunos seres humanos estén dispuestos a lastimar a otros protegidos en la impunidad, la cobardía o la fuerza.

Estaba muy tranquilita y feliz, scroleando  sin apenas llegar a verlo, en una acción de perder el tiempo, sin interactuar con la ‘información’ en una publicación decía lo siguiente: El próximo 25 de enero acompáñanos a ver el cortometraje animado “Fuego”, después en compañía de Karina Ochoa Muñoz de la Red de Feminismos, Cultura y poder.

Quienes me conocen saben bien que cuando algo llama mi atención, música, libros o cine,  no soy alguien que sepa esperar. ¡Bendito sea mi TDAH! Creo que lo que más pudo conmigo fue la imagen de la animación en stop motion de una mujer indígena, sin espacio para una boca, ojos enormes y tristes, nariz grande, que pensé: La nariz como la orejas, es algo que nos crece toda la vida. ¡Con razón no le cabe una boca, esa nariz es grande! ¿De qué tamaño será cuando termine de crecer? Luego en mi divagación cotidiana producto de mi TDAH pensé: ¿De qué tamaño habrá sido mi micro nariz cuando era una bebé, si ahora es pequeña debe haber sido casi inexistente?

Ver FUEGO con un guión de Romina Díaz Araujo, codirigida por la guionista y Helena Cobo Reyes, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en un fin de semana y al mismo tiempo una de las más dolorosas.

Desde el inicio somos sumergidos en esta reflexión sobre la permisión desde una parte de nuestra población, esa de la que nos enorgullecemos cuando hablamos de nuestro pasado, pero jamás en presente; la comunidad de los pueblos originarios.

¿Qué se hace frente a los innumerables casos de violencia a los que están expuestas las mujeres de las comunidades originarias, en donde la sociedad revictimiza, y se mantiene en calidad de cómplices silentes? Las agresiones permanecen impunes por el pacto de silencio, mientras que aquellas que se atreven a buscar ayuda ante la agresión física, sexual o emocional son pocas y en muchas ocasiones no son escuchadas, mantenidas en el cautiverio de su realidad monolingüe que no les permite ser entendidas por aquellos que deberían garantizarles un derecho básico: JUSTICIA.

A lo largo de esos 259 segundos, la existencia de Xóchitl transcurre maltratada en cautiverio, y con una evidente preocupación por el destino del bebé que espera pero a pesar de todo eso, ella se da el tiempo de nutrir con agua unas plantitas que mantiene en casa, – las mujeres y esa costumbre que nos introyectan, no sé si por gusto o por fuerza – de cuidar, a, por y para los otros, a pesar de nosotras, a pesar de las habladurías de la gente del pueblo que en ningún momento hace nada para ayudarle.

Ella sueña con salir de ese lugar y volver a ver el amanecer y las estrellas. Un día cualquiera el fuego acaba con todo, el fuego arrasa…

El colofón no podría ser más doloroso:

“El Cambio comenzará cuando todas las vidas importen, no solo algunas”

¿Qué tiene que suceder para que se entienda? Violentar a una, es violentarnos a todas, es atentar contra la calidad de vida y el derecho al desarrollo integral de una persona, es mancillar ese México de los diez de mayo y la virgen de Guadalupe, es negar nuestra humanidad…

¿Qué tiene que suceder para que se entienda?

“Ma u satal k´atun lae, wai tak´ petenil tumen k´a sijnalil, lai peten lae.”

No se perderá esta guerra, porque este país se unirá y este país renacerá.

CHILAM BALAM

PAT

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