Futuro y prospectiva política

Dossier político

La prospectiva política no es una ciencia y podría decirse que tampoco es una disciplina, sin embargo, su aplicación desde mediados del siglo XX ha venido perfeccionándose al punto de convertirse en una herramienta metodológica cuando se trata de diseñar futuros.

Es bien sabido que en la jerga de lo político con frecuencia se dice que el futuro no se puede predecir, sin embargo, en la medida en que los actores políticos y las instituciones recurren a este tipo de herramientas para el diseño de futuros, se puede indagar en diferentes áreas del conocimiento para llegar a la conclusión de que la prospectiva es una herramienta indispensable para cualquier gobierno, partido político o gobernante con ciertos visos de estadista.

Dicho lo anterior, no significa que sea infalible, de ahí su carácter no científico.

En la década de los 80 el gobierno mexicano invitó a uno de sus grandes exponentes, para analizar el caso que comenzaba a ser atractivo en el mundo, que el gobierno de Carlos Salinas de Gortari impulsó bajo el concepto de “la difícil doble transición mexicana”. Esa transición se refería primero a la económica, qué pasaba de un gobierno con economía cerrada a lo que luego se convertiría en globalización, este modelo se perfeccionó un par de décadas, y hoy se conoce como neoliberalismo. 

Luego, el otro enfoque de la transición política comenzó con los famosos acuerdos de la concertación, iniciada durante ese gobierno y quizá enterrada con el pacto por México del 2012

En ese entonces Yehezkel Dror autor del libro Enfrentando el futuro analizó el caso mexicano y advirtió que, con independencia de lo difícil de esa doble transición, esta era necesaria para que México saliera adelante en el escenario que ya se veía venir y que después de 40 años sigue dominando la escena mundial.

El presidente Andrés Manuel López Obrador nace de esa ruptura entre el modelo tradicionalista, proveniente del nacionalismo revolucionario, y la famosa llamada “disputa por la nación” que aludía al texto clásico de Rolando Cordera y Carlos Tello del mismo nombre.

La cuarta transformación por supuesto que no es heredera de aquel diseño, ni de la peculiar perspectiva qué se sintetizó en la frase de que, estaban preparados para gobernar por 24 años, que de hecho sucedió con diferentes variantes.

Lo anterior viene a colación, porque en estos momentos el presidente utilizó una fecha simbólica para remitir a la cámara de diputados 18 iniciativas de reforma constitucional y otras 2 a leyes secundarias, que constituyen el paquete de cambios más importante de su sexenio.

Quitemos por un momento el tema de los escasos 8 meses que le quedan de gobierno, los pocos meses que restan antes de la elección y centrémonos en el carácter prospectivo de la decisión. Al presidente le interesa por sobre todas las cosas mantener el poder y a partir del mismo tener las mayorías constitucionales que le permitan profundizar el cambio de régimen, aunque él ya no se encuentre en el ejercicio del poder; ese sería el escenario más probable.

Su segundo escenario probable es por supuesto ganar las mayorías, retener gubernaturas, ampliar el número de estas y si se puede, gobernar en las principales ciudades del país. Si lo consigue, el aderezo serán las reformas constitucionales que consigan este periodo, en las cuales la propia oposición ha adelantado que se sumaría a algunas. En este escenario el presidente habría logrado dejar un legado histórico. 

Por supuesto que también tiene un escenario ideal, qué sería todo lo anterior, más un escenario económico favorable, la inauguración de obras simbólicas y el fin de un mandato terso.

La prospectiva no sirve para adivinar el futuro, es una herramienta para generar futuribles y en eso el presidente ha resultado ser bastante efectivo.

TAR