Gobierno y estado para valoración social del agua
Estamos a unos días de la elección de autoridades federales, estatales y municipales, es decir, cargos de la administración pública federal, mismos que en su conjunto forman parte del Poder Ejecutivo de los órdenes de gobierno correspondientes.
La importancia y acciones de estos cargos en la vida de un país responden en gran parte de los partidos que postulan los candidatos, los movimientos y luchas sociales que les dieron origen, y por supuesto, de la visión de cómo se entienden los problemas y la forma que se considera deben atenderse.
Los procesos de construcción de la vida pública dependen de la evolución social y económica de nuestra sociedad, y los gobernantes de cada uno de esos diferentes momentos corresponden a esos procesos, existen contradicciones que resultan en dichos movimientos sociales y en discrepancias que se exacerban en un tiempo determinado.
Creo que actualmente, estamos en uno de esos momentos, que no es tan evidente captar y entender, creo que muchos de los candidatos se les escapa verlo, y por ello, se nos quiere dar la impresión de que no importa qué visión de país gane, las cosas seguirán igual, he escuchado en una de las tantas mesas de debate que no porque gane tal o cual candidato inmediatamente nos volvemos ambientalistas, o se deja de ser machista, y tienen razón. Incluso tenemos ejemplos de candidatos de ciertos partidos que hacen propuestas que no corresponden a sus plataformas ideológicas, pero que se han vuelto tan evidentes como demanda popular que no queda de otra más que apoyarlas.
Sin embargo, son las mismas fuerzas sociales las que impulsan que los diferentes gobernantes atiendan estas contradicciones y traten o respondan con cambios a nivel Estado, y no sólo en el de su supuesto ámbito de competencia. En el sentido más purista habrá quien haga un llamado a la división de poderes, pero recordemos que también forman parte del Estado, entendido como ente superior sobre el que se asienta el Gobierno, y que es capaz de mantener cierto tipo de sociedad y de ciudadano, pero también de desaparecer ciertas costumbres, actitudes y a difundir otras, por tanto puede también eliminar o modificar valores sociales, como por ejemplo, cómo le damos valor social al agua, por lo anterior, si deseamos un cambio en lo que como sociedad valoramos, deberá hacerse no sólo desde un cambio de gobernantes, sino del Estado mexicano.
El cambio del Estado, deberá atender el reacomodo de fuerzas políticas, la evolución de los diferentes sectores de la sociedad son cada vez más influyentes en los aspectos públicos, por supuesto, sobre los gobernantes, pero estos cambios requieren tiempo, que supera la duración de un sexenio, una transformación de este calibre requiere cambios en la impartición de justicia, en los objetivos de la educación, en el modelo del sistema de salud, en el modelo económico, y de un modelo de gestión del agua.
De ahí que los esfuerzos que se hagan de forma aislada, fragmentada en el sector del agua estarán siempre limitados, se requiere ir mucho más allá, se requieren cambios institucionales, educativos, económicos, sociales y culturales que nos relacionen de forma diferente con la naturaleza, incluida por supuesto el agua.
Si no entendemos la trascendencia y el nivel de cambio que requerimos, podemos irnos con la finta de que bastará un programa o proyecto de gobierno, que basta que llegué tal o cual perfil como gobernante, y no es así, requerimos la transformación del Estado mexicano, y eso está ocurriendo, nos guste, o no.