Gorriones Rojos: Reconexión con la naturaleza y la Sierra de Toluca

Gorriones Rojos: Reconexión con la naturaleza y la Sierra de Toluca

“Gorriones Rojos” , un proyecto que busca no sólo reforestar cerros, sino reconectar al ser humano con esa naturaleza que olvidó amar.

Brian Prado
Mayo 31, 2025

En las faldas de la Sierra de Toluca, donde el humo de los incendios forestales se mezcla con el canto de los pájaros que resisten, un movimiento ciudadano ha emprendido una cruzada silenciosa pero contundente.

“Gorriones Rojos” , un proyecto que busca no sólo reforestar cerros, sino reconectar al ser humano con esa naturaleza que olvidó amar.

Lo que comenzó como la inquietud de un solo hombre frente a la desaparición de los halcones y conejos de su infancia, hoy se ha convertido en “Gorriones Rojos” , un proyecto que busca no sólo reforestar cerros, sino reconectar al ser humano con esa naturaleza que olvidó amar.

Entre los cerros de la Sierra de Toluca, Víctor Manuel Apolonio García fundó una esperanza verde. Como coordinador de “Gorriones Rojos”, describe el origen de esta organización que hoy concentra integrantes de diferentes zonas del Valle de Toluca.

“Es una organización sin fines de lucro, no partidaria y prácticamente voluntaria que tiene 2 años. Todo nace por una profunda reflexión del cuidado de la naturaleza y sobre todo reconocer el gran impacto que uno tiene sobre las cosas que te rodean, los medios que te rodean y sobre todo por querer hacer algo, esa chamba que a veces relegamos de hacer algo por el lugar donde te toca vivir”, explicó.

Su motivación surgió tras un viaje introspectivo por la sierra que lo llevó a darse cuenta de los daños que la mancha urbana, pero sobre todo, la mano de los seres humanos han causado en la zona.

“Todo fue en un proceso de introspección, recuerdo que empiezo a caminar por parte de los cerros de la Sierra de Toluca y empiezo a ver muchos problemas, tala de árboles, quema de pastizales y otras zonas, mucha deforestación de la fauna en general”, comentó.

Una memoria infantil contrastó con la realidad presente, lo que terminó siendo el detonante para un momento de “iluminación”, según mencionó, que lo hizo sentir la necesidad de comenzar a poner “manos a la obra”.

“Recuerdo que en algún momento en mi infancia me llevaron a un cerro y había una gran cantidad de fauna, conejos, había halcones y cuando regreso por este recorrido me doy cuenta que todas las especies que había ya no están, se extinguieron, ahí me pongo a pensar en lo que podría hacer para ayudar”, rememoró.

El punto de inflexión llegó en marzo de 2023 cuando creo la primera parte del proyecto bajo el nombre de Cuidado y Preservación Natural Santa Cruz Atzcapotzaltongo.

“Fue un golpe de conciencia, un flashazo, de verdad como si me hubiera iluminado y decidí hacer algo porque siempre me mantuve al margen y empecé a tener acciones pero de manera individual. Antes de Gorriones Rojos fue Cuidado y Preservación Natural Santa Cruz Atzcapotzaltongo, porque yo soy de esta comunidad y comencé a compartir información en redes”, detalló.

La primera acción colectiva nació en una fecha simbólica, el 22 de abril, lo que marcó la filosofía del grupo naturalista, la conexión con el entorno y el reconocimiento de cada persona como parte de un ecosistema.

“El 22 de abril, el Día Internacional de la Madre Tierra, me nació hacer una ceremonia de agradecimiento, no éramos más de 10 personas entre familia y conocidos y una segunda actividad ya fue una caminata por la sierra donde ya se involucran personas de otras zonas y ahí comenzamos a hacer más actividades”, relató.

Los gorriones extienden sus alas

El nombre actual surgió de un encuentro casual con la historia local y la filosofía oriental, de la cual, es afín su fundador. Todo se conjugó de manera precisa para parecer una señal del destino.

“Algunas personas me empezaron a decir que si limitaba el proyecto a Santa Cruz limitaba a las demás personas interesadas, por azares del destino, ayudo a un cronista de la comunidad en ese tiempo y realizamos un pequeño recorrido, me comienza a contar que todas las comunidades que rodean la Sierra de Toluca eran conocidos por su actividad y aquí en Santa Cruz eran los gorrioneros, particularmente por gorriones rojos y leyendo parte de la filosofía oriental, señalaban que el gorrión rojo se relacionaba con el corazón, la voluntad y así es como cambia el nombre”, reveló.

Tras adoptar el nombre en julio de 2023, realizaron su primera reforestación en septiembre. Víctor definió los ejes de este movimiento que busca preservar la naturaleza desde lo particular.

“Primero queremos acercar al ser humano con la naturaleza, la mayoría ha perdido ese vínculo, porque si no acercas a las personas a interactuar con la naturaleza jamás va a cuidarla, porque así aprendes a valorarla, por eso también nuestra primera actividad fue una ceremonia.

Lo segundo es, precisamente, cuidar y preservar, pero no sólo la naturaleza como un ente externo, sino tu propia naturaleza y la interacción te permite reconocer que tú también eres la naturaleza”, enfatizó.

Esta conexión, afirma, combate crisis humanas, pues considera que algunas condiciones psicológicas se han vuelto una pandemia que amenaza la naturaleza del ser humano.

“Es subsanar esa crisis, que yo le llamo la pandemia silenciosa, que es la ansiedad, el estrés, la ira continua a sentirte tenso todo el tiempo por la cantidad de presión psicológica que tenemos todos a diario. No solamente es involucrar a la gente sino que ya involucrada que pueda tener un proceso de sanación, es ayudar a las personas y sí ha habido personas que han salido de la depresión, de pensamientos suicidas”, comentó.

Retos

Frente a los desafíos, enumera tres batallas culturales que confrontan la filosofía de este movimiento, mismas que se han fortalecido durante años en el pensamiento de los seres humanos y su desapego con el entorno.

“El cambiar esa percepción monetaria, enseñar que los bienes materiales son necesarios pero no lo son todo, que también tenemos un propósito más sublime como es ayudar a otras especies que están en convivencia con nosotros; por ejemplo, el plantar un árbol, pero además de eso cuidarlo durante unos años, te das cuenta que ayuda a otros seres vivos.

Otro es tratar de darse cuenta, sobre todo en las infancias, que la vida no está solamente en el teléfono. Una última también pueda ser la inconsciencia, se tiene la vaga idea de que se quiere cuidar al planeta reciclando, no tirando agua, pero no se actúa realmente, también está la apatía de observar el medio ambiente pero no accionar realmente”, analizó.

El rechazo a sus iniciativas no ha venido de autoridades sino de la propia comunidad, los que quizá lo vuelve más doloroso. Sin embargo, los gorriones se apegan a su filosofía para tratar de subsanar cualquier tipo de entorno.

“Hemos tratado de evitar roces, pero de las mismas comunidades de las comunidades donde trabajamos sí hemos encontrado cierto rechazo porque hay mucho interés de adueñarse de ciertos predios y que no sean reforestados ni, aunque ya estén abandonados y si nos ha tocado en una ocasión que una persona llegó a los golpes, ha sido pesado, difícil, en ocasiones. Pero es lo que le comento al grupo, que si nos exponemos más allá también es faltarle al respeto a tu propia naturaleza”, confesó.

También existe otra “cara de la moneda”, pese a la desconfianza inicial, lograron transformar percepciones en diferentes zonas de la sierra que se han sumado a la causa y a la preocupación por el ecosistema del que forman parte.

“La zona de la Sierra de Toluca por mucho tiempo se ha visto como un lugar peligroso y teníamos cierto repudio porque a lo mejor pensaban que íbamos a robar o algo, pero conforme fuimos realizando acciones llegó el punto donde esas mismas personas se acercaron con nosotros para acercarnos a sus hijos y niños para que puedan sumarse en la preservación del lugar”, destacó.

Sus sueños futuros involucran la conciencia colectiva y la protección legal de toda la Sierra, un legado que podría marcar el futuro de la región toda vez que esta es uno de los principales “pulmones” de la zona.

“Deseamos que cada vez seamos más personas involucradas, que reconozcamos ese vínculo con la naturaleza, porque así es como se va a hacer un cambio. Otra es que queremos que la Sierrita de Toluca sea reconocida como una zona natural protegida, no solo el Parque Sierra, que realmente es una parte muy pequeña de toda la Sierra. Que todas las partes de los cerros que van desde Isidro Fabela hasta los límites de Calixtlahuaca”, proyectó.

Finalmente, reveló que ya han comenzado a plantear el plan de acción para consolidar este anhelo.

“Buscamos que se pueda prolongar la protección a todas estas áreas y que tengamos legalmente el respaldo de las autoridades para conservar este pulmón que es muy importante y también fuente de agua. Ya nos hemos ido asesorando legalmente, ir involucrando la parte de biólogos que lo han señalado y en algún momento poder reclamar todos estos cerros como un lugar protegido”, concluyó.

Los senderos de la Sierra de Toluca guardan ahora una historia distinta. Donde antes había cicatrices de tierra arrasada por la tala, hoy brotan retoños verdes custodiados por manos voluntarias.

Esta historia no termina aquí. Los Gorriones Rojos siguen volando más alto, trazando rutas hacia la protección legal de estos territorios, convencidos de que el verdadero desarrollo no se mide en metros construidos, sino en raíces preservadas. Su mayor enseñanza quizá sea esta: cuando cuidamos la naturaleza, en realidad estamos curando esa parte salvaje y esencial de nosotros mismos que el cemento y la tecnología habían logrado silenciar.

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SPM

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