Guillotinadas

Jimena Valdés Figueroa

Guillotinadas

Voz Propia

Guillotinadas

Jimena Valdés

Redacción
Noviembre 22, 2025

Para mis compañeras de luchas,
porque todas, desde nuestros lugares,
tenemos legítimas luchas.

Hace unas semanas, tuve la fortuna de –literalmente– toparme con el libro “Guillotinadas” cuya autora es la historiadora francesa Cécile Berly. A través de su especializada pluma, Berly presenta los trágicos episodios con los que culminan las vidas de cuatro mujeres guillotinadas durante la Revolución Francesa: María Antonieta, Madame du Barry, Madame Roland y Olympe de Gouges; la obra se articula a través de episodios basados en su arresto, sus juicios, sus condenas y finalmente su ejecución.

La obra parecería ser una narración inocua de los procesos y ejecuciones de estas cuatro mujeres, sin embargo la mirada especializada de su autora, nos deja ver a través del empleo de robustas fuentes históricas, las razones de género que pesaron sobre sus vidas y, sobre todo, sus muertes.

La historia de Maria Antonieta, muestra el particular sufrimiento del que fue sujeta en función del odio que su figura generó por ser una mujer privilegiada; más allá de lo justo o lo injusto en su condena, en su cuerpo se materializó lo que Foucault denominó la transición del suplicio a la disciplina “el modelo penitenciario moderno, que ya no se centra en el suplicio físico sino en el control del alma y el comportamiento a través de la vigilancia”. A la declinada reina se le humilló de múltiples maneras; sin embargo, también se le mantuvo viva para testificar la caída de la monarquía que conocía como su forma de vida, al ser brutalmente separada de sus hijos estando enfermos y al perder su propia intimidad al ser vigilada por hombres todo el tiempo.

Madame du Barry, fue otra víctima del verdugo; ella en función no de su origen noble, sino del ascenso social que había tenido al haber sido “la preferida del rey” Luis XV. Derivado de la autonomía económica que ostentó se rodeó de enemigos masculinos, quienes la enjuiciaron por traidora, siendo condenada a muerte en 1793. Se dice que sus últimas palabras fueron: “Le ruego, señor verdugo, deme solo un momento más”; desde mi punto de vista una metáfora de un ruego al verdugo sino a todo un sistema encargado de decidir sobre las vidas de las mujeres.

Por sus ideales políticos fueron guillotinadas Madame Roland y Olympe de Gouges, la primera, víctima de la caída de los girondinos y de la radicalización de la Revolución Francesa, por lo que fiel a sus ideales antes de postrar su cabeza en el cepo de la muerte Madame Roland se paró enfrente de una estatua de arcilla que representaba a la libertad en la plaza de la concordia y exclamó la frase por la que es recordada: “¡Oh Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”.

Por su parte, Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791, cuestionando férreamente la exclusión de las mujeres de los ideales de la República y haciendo una crítica al pensamiento ilustrado en el que la ciudadanía de las mujeres no tenía cabida.
La valiente de Gouges, expresó antes de ser decapitada, por todas las injusticias de género que podamos pensar, esta icónica frase con la que cierro esta columna: “Dime, ¿qué te da imperio soberano para oprimir a mi sexo? ¿Tu fuerza? ¿Tus talentos? Observa al Creador en su sabiduría, observa en toda su grandiosidad esa naturaleza con la cual parece que quieres estar en armonía, y dame, si te atreves, un ejemplo de su imperio tiránico?”.
Y por último, una provocación: ¿Por qué razones seguimos siendo hoy en día las mujeres guillotinadas? ¿Cuáles son las culpas que actualmente pesan sobre nuestras condenas?

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