Hacia 2023: Hay tiro

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Indudablemente se trató de una decisión precipitada. El anuncio realizado por el PRI para destapar a Alejandra del Moral como su coordinadora de la Defensa del Estado de México no pudo ser más desafortunado.

La lectura inicial apunta a que los priistas supieron, alrededor de las 16:00, que Higinio Martínez haría el anuncio de sumarse a la candidatura de Delfina Gómez, coordinadora de la Defensa de la 4T en el Estado de México, ese jueves a las 18:00 horas.

Ya no había más qué esperar. Habría una desventaja ante los del partido guinda que llevaban ya un par de semanas visitando municipios reuniéndose lo mismo con militantes morenistas que con ciudadanos de a pie u organizaciones sociales. De campaña en pleno.

Para equilibrar la balanza era necesario contar con una candidata o, al menos, enviar la señal de que ya había una ungida. Se hizo el llamado, se le avisó a quien se le tenía que avisar y luego: el desastre. Las cosas no salieron como se supone que debían salir.

Se convocó a las 18:00 horas, el golpe pretendía ser mediático, según me dicen. Por eso no había fuerzas vivas, el Comité Directivo Estatal lucía no solo descuidado sino vacío. Sin porras, sin hurras, sin las tradicionales formas del priismo de siempre.

En lo alto del edificio se apresuraban las decisiones, se escribían y borraban frases. Había que improvisar. Alrededor de las 19:15 y 19:30 llegaron los refuerzos, quienes tendrían el papel de acompañar. Todos con su propia porra, listos a brindar el respaldo. Institucionales.

Dos horas después de la convocatoria no se podía esperar más. El anuncio estaba hecho: copy-paste, copy-paste, copy-paste bajo la mirada vigilante del Palacio de Gobierno cuyos enviados iban y venían organizando y dando órdenes; visibles sin ningún pudor.

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El anuncio estaba hecho, la decisión tomada. El anuncio mediático ignoró a los medios que pacientemente esperaron al final, un simple buenas noches y con permiso porque había cosas más importantes qué atender, qué arreglar o qué evaluar.

Con esa simple reacción se dio por terminada la narrativa, arduamente construida, de que el PRI lleva su propio ritmo, tiene sus propios tiempos y no reacciona ante los movimientos de nada ni de nadie. Imposible creer ese cuento de nuevo.

Pero resulta que no, que no es así. Que sí se quería enviar un mensaje pero no al exterior sino al interior. Que se deseaba acabar con los rumores de una supuesta entrega o de un virtual abandono de parte del primer priista de la entidad.

Que el golpe mediático era para los de adentro, los de casa. Un manotazo sobre la mesa para que se dejaran de reuniones privadas y acuerdos en lo oscurito. El primer priista de la entidad había hablado y debía de ser obedecido, por que así lo marcan los cánones.

Uno por uno los liderazgos fueron llamados a sumarse sí o sí a la decisión. Uno por uno acudieron a la foto de la unidad por segmentos, por sectores, por grupos. Uno a uno llamando a la cordura y sumarse a la decisión “del partido”.

Dentro de lo bueno, se dejó ver que sí hay interés por el triunfo, o al menos por no perder. Que es falso que la plaza está entregada. Se encendió la maquinaria priista, la que no ha sido derrotada, la que dormitaba ante los ojos expectantes de la 4T.

Dentro de lo malo, se exhibieron grietas en el muro. Fisuras en la otrora sólida y consolidada estructura. Heridas del pasado que emergen en el presente. Deudas por pagar y promesas por cumplir que, muy posiblemente, no se concretarán.

Aún falta camino y apenas hay tiempo. Los aliados dudan, los rivales avanzan, las huestes despiertan y en el Estado de México la mesa está puesta para una campaña que definirá el destino de 18 millones de personas. Nada más pero nada menos.

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