Huachicol del agua
Sin titubeos
En el primer tercio de 1982, cuando gobernaba el Estado de México Alfredo del Mazo González, su gran amigo y “hermano”, Miguel de la Madrid Hurtado, resultó candidato a la presidencia de la República.
Como parte de su gira de proselitismo lo llevó a que conociera los “sagitarios”, que no era más que unos asentamientos irregulares, ubicados en terrenos de lo que era la Quinta Zona del ex vaso de Texcoco, tierras salitrosas.
Del Mazo llevó a De la Madrid a ese lugar para que conociera de cerca el drama al que se enfrentaban miles de familias que literalmente no tenían nada y que vivían en condiciones casi sobrehumanas.
Sus casas eran de cartón y materiales de desechos; las calles no existían eran apenas algunas veredas maltrechas por donde había que circular a pie, porque los autos no entraban.
Obviamente no había agua ni drenaje, ni ningún otro tipo de servicios, pero, lo peor, lo verdaderamente lastimoso y dramático, era que a espaldas de las colonias pasaba un río de aguas inmundas y había un tiradero de basura.
No obstante, quienes allí malvivían, olvidaban todas las condiciones de su hábitat y su única exigencia era tener agua. Sólo querían agua.
Con dramatismo, los vecinos le pedían al candidato presidencial el mejoramiento de sus condiciones de vida, pero, sobre todo, le solicitaban agua.
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De entonces para acá, han pasado 40 años, las calles están pavimentadas en su mayoría. Las casas ya no son de cartón, han evolucionado y ahora son de materiales prefabricados o industrializados.
A espaldas de sus casas corre el Circuito Exterior Mexiquense y ya no hay basureros. Las condiciones han mejorado sustancialmente, salvo en un pequeño detalle, siguen padeciendo la falta de agua.
“CAEM, abre la llave, necesitamos agua”, “Exigimos agua”, “En pandemia y sin agua”, eran algunos de los mensajes colocados en mantas que los vecinos de esta zona portaban durante una de tantas manifestaciones realizadas para exigir la dotación de líquido.
No es de extrañar, entonces, que el presidente municipal, Fernando Vilchis Contreras, haya tomado como bandera política el agua, es porque mediáticamente le reditúa, pero también frente a sus gobernados hay un impacto político y social importante.
Fuera de la entidad, parece que efectivamente hay una guerra entre el gobierno estatal y el municipal, esa es la impresión generalizada.
Según el censo de población 2020, Ecatepec tiene una población de un millón 645 mil 352 habitantes; de esa cifra, 0.94 por ciento no cuenta con red de suministro de agua potable; pero según el censo económico de 2015, 37.8 por ciento de la población se encuentra en pobreza moderada y 4.91 en pobreza extrema.
La vulnerable por carencias sociales alcanzó un 18.7 por ciento.
En la Zona Quinta, que es donde más se sufre por el desabasto de agua, radican más de 800 mil personas.
El desabasto de agua que ha denunciado sistemáticamente el alcalde, es aprovechada por vivales que literalmente se han apropiado de pozos de agua; allí llenan pipas y luego ese líquido lo venden en las colonias donde no llega regularmente.
Un negocio redondo al que ni las autoridades municipales, ni la estatales y menos las federales le han querido entrar.
La población sabe quiénes son, donde están los pozos, pero hay intimidación para llegar ahí, es todo un andamiaje criminal al que la gente ha denominado “huachicol del agua”.
Urge terminar con la cadena de complicidades para erradicar ese problema que, como dijimos, afecta a más de 800 mil personas y que es usado para lucrar políticamente.
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