INE-IEEM, el trasfondo del concurso desierto
El pasado 26 de octubre se consumó lo que esta columna había anunciado: el concurso para seleccionar a la nueva consejera presidenta del IEEM fue declarado desierto, por segunda ocasión en el año. Es un hecho inédito en toda la República, que pone en duda la eficacia del INE para reclutar mejores aspirantes a ese importante cargo.
Al menos en el IEEM, el INE ha sido incapaz de nombrar un consejo general con suficiente autonomía frente a los partidos políticos y frente al gobierno estatal. Es común que sus integrantes sean rehén de los intereses de ambos. Eso se puede ver en las mesas políticas, en las reuniones de trabajo y en las sesiones de comisiones o del consejo. Los representantes de partidos llevan la batuta e imponen la agenda. Cuando alguien se opone lo apabullan e intimidan. Sobran representantes para golpear.
Esta situación no ha podido revertirse a través de los concursos. Desde 2014 el INE ha nombrado una amplia mayoría de consejeros afines al PRI. Primero comandados por Marco Baños y ahora por Adriana Favela, un grupo de consejeros ha cedido a las presiones del gobierno mexiquense para imponer a los suyos. Basta con revisar la trayectoria de quienes han ocupado consejerías desde entonces, para ver los intereses políticos que representan.
En el último concurso, otro grupo de consejeros del INE se opuso a la costumbre de ceder la presidencia del IEEM a un alfil del PRI, partido que ya controla la estructura operativa electoral a través del secretario ejecutivo, Francisco J. López Corral. Por esa razón, se requería de alguien ajeno a las complicidades del sistema como cabeza del OPLE más importante del país. Sin embargo, el abanico de opciones era muy limitado esta vez.
Como se ha comentado, los concursos del INE ahuyentan a varios de los mejores perfiles. Las pruebas a las que se somete a los aspirantes exponen a muchos de ellos al escarnio público. Esto ha provocado que algunos desistan y también que muchos nombres se repitan en varios concursos. Además, éstos ya no atraen a suficientes concursantes idóneos de otros espacios como las universidades, la iniciativa privada o la sociedad civil.
Esto se puede apreciar en las calificaciones obtenidas por los 13 entrevistados para la presidencia del IEEM. Según las cédulas publicadas por el INE, la persona mejor evaluada sacó 79.6 de calificación y la peor 63.3. El promedio general fue 73.7, que para ser finalistas es muy bajo. Además, violando el principio de máxima publicidad, solamente se publicaron los folios y no los nombres de los aspirantes entrevistados.
Otro dato que llama la atención es la evaluación de los ensayos. A los siete aspirantes eliminados les pusieron calificación no idónea sus tres evaluadores, es decir que en el caso del IEEM hubo 21 calificaciones iguales. Algo similar ocurrió en todo el país: a 100 de los 104 solicitantes de revisión del ensayo, los tres evaluadores les pusieron calificación no idónea; solo tres obtuvieron una nota idónea; es decir que la uniformidad fue de más de 97 por ciento. Solo una revisión prosperó.
En síntesis, dos factores influyeron en la decisión del INE para declarar desierto el concurso del IEEM: la falta de consenso sobre la imparcialidad de las finalistas y las bajas calificaciones obtenidas en las entrevistas. Por esta razón, el INE tendrá que repensar sus concursos. Se requiere atraer a personas con mejor perfil para ocupar, ahora sí, la presidencia del IEEM. No puede fallar otra vez.
ASME