Kerigma: la resistencia sonora del rock mexicano 

Kerigma: la resistencia sonora del rock mexicano 

Kerigma promotora de la producción original del rock en español

Brian Prado
Abril 25, 2025

En los años ochenta, cuando el rock mexicano buscaba identidad entre las calles, las universidades y los pequeños foros alternativos, un grupo de jóvenes encendía una chispa en medio de la incertidumbre. Sin saberlo, sembraban una de las semillas que germinaron como una de las bandas más resistentes del circuito nacional. 

Kerigma promotora de la producción original del rock en español

Sergio Silva, conocido como Sergio Kerigma, vocalista del grupo que lleva ese nombre, recuerda con claridad cómo comenzó todo: con juego, intuición y un hambre genuina por crear.

“Empezamos con muchas ganas, jugando prácticamente, porque nunca, ni en mis más fumadas ilusiones, me imaginé que la banda fuera a durar tantísimo y fuera a ser algo tan importante para la vida de las personas que la conformamos. Ha sido de mucha resistencia y resiliencia porque hemos transitado por tres disqueras y creo que al final lo más importante de la banda se ha consolidado en el terreno independiente”, compartió.

El camino de Kerigma puede dividirse en etapas bien marcadas, según Silva. La primera fue una irrupción juvenil, una especie de experimento que se interrumpió cuando las exigencias académicas se impusieron. La segunda llegó con madurez y una intención más clara de hacer arte desde la independencia.

“Digamos que la banda tuvo 2 tiempos, uno en que éramos chamacos saliendo de la adolescencia que estábamos jugando a la aventura de ser rockeros por la libertad que eso manifestaba. Después hubo una pausa cuando ingresamos a la universidad y era imposible, en mi caso cuando menos, me costaba mucho trabajo conciliar la arquitectura con la música, las dos eran muy demandantes en mi pasión existencial”, dijo.

En esa pausa, la pasión seguía latente. La influencia de una prensa comprometida con el rock como fenómeno social dejó huella profunda en él. Cuando por fin logró cierta estabilidad económica, las ideas musicales que habían quedado suspendidas volvieron con fuerza.

“Por esos años hubo un sector de la prensa en México que empujaba la idea del rock como fenómeno de comunicación, no solamente musical, esa prensa tenía un verdadero compromiso con la música como cuestión social, eso a mí me marcó para cuando termináramos la carrera. Yo ya ganaba mi dinerito y empecé a comprar mis instrumentos musicales pero fue Neto el que impulsó a que hiciéramos la banda de nuevo”, detalló.

La banda sigue activa tras cuatro décadas

La reactivación de Kerigma en 1983 no fue una repetición del pasado, sino el inicio real de un proyecto con identidad propia. La propuesta era clara: hacer música original, en español, cuando la costumbre dictaba replicar éxitos extranjeros. La convicción por crear composiciones propias los llevó a remar contra la corriente.

“Yo dije que sí, pero que hiciéramos la banda y también composiciones, desde sus inicios comenzamos a componer, que era algo que no se estilaba en aquel tiempo, todo mundo hacía covers y cosas así, de hecho, nos costó trabajo hacerle sentir a la gente que era posible, me imagino que porque no tocábamos tan bien, no teníamos tanta credibilidad”, mencionó.

En esa búsqueda, la entrada de nuevos integrantes transformó por completo el sonido del grupo. La llegada de músicos con un alto nivel técnico les abrió las puertas hacia el rock progresivo, un terreno desafiante que implicó aprendizaje, disciplina y evolución artística.

“Nos esforzamos tantísimo, una vez que entró Gilberto Favila; con su genialidad musical, junto con Tony Méndez y Juan Carlos Novelo. Tony venía en el bajo y traía estos musicazos. Eso nos transformó, comenzamos a hacer rock progresivo y para los que no éramos tan buenos instrumentistas, esa fue una etapa de enseñanza”, mencionó.

El trabajo dio frutos. En poco tiempo, Kerigma empezó a tener presencia fuera de la capital, a ocupar espacios en televisión y a ganar concursos. Fue también entonces cuando abrieron un café donde impusieron una regla: tocar música original y en español. Ese pequeño gesto, según Silva, fue una forma de construir escena.

“De alguna forma eso ayudó a hacer una escena, la aportación de Kerigma fue identificar que había sector de la gente que podía escuchar rock pero no había lugares para hacerlo”, recordó.

Sin embargo, como muchas bandas independientes, también enfrentaron momentos de desgaste. Para Silva, la necesidad de atender su vida familiar y mejorar su situación económica lo llevó a tomar distancia de los escenarios y retomar su otra vocación: la arquitectura.

“En el 2000 hubo otra pausa porque yo, cuando menos, tenía una deuda de bienestar con mi familia; con la familia que había formado y veía que en el rock nada más no le atinaba, sí sobrevivíamos, pero también con precariedad económica y le bajamos un poquito. Yo me dediqué a la arquitectura, hice una maestría en arquitectura textil en Alemania y todo eso implicó una cierta pausa.

En 2015 nos invitaron a un concierto en el Teatro Blanquita y fue sold out, me di cuenta que la gente nos seguía recordando, nos había guardado un lugarcito para nosotros en la historia del rock mexicano y empezamos poco a poco de nuevo”, dijo.

Ese reencuentro con el público encendió otra etapa de creación. En 2019 lanzaron un disco con ideas acumuladas durante años, muchas de ellas provenientes del proyecto paralelo Big Bang. Sin embargo, la falta de experiencia con las plataformas digitales y una estrategia de difusión limitada hicieron que ese trabajo pasara desapercibido.

“En 2019 sacamos un disco inédito con ideas que tenía Alejandro Azambuya y el resto de la banda, porque también hubo un tiempo que hicieron música sin mí en un proyecto que se llama Big Bang y que me encantaba, sonaba increíble. Retomamos algo de esas ideas, lo sacamos todo pero no hubo oportunidad de promocionarlo, además de que estábamos muy verdes en las plataformas, lo sacamos todo junto sin sencillos”, apuntó.

El impulso definitivo llegó después, a partir de una pérdida. Durante la pandemia falleció Fernando Gallegos, su entonces mánager. La entrada de Ricardo Macías trajo orden, visibilidad y un nuevo aire. Las redes sociales se convirtieron en aliadas y los conciertos regresaron con fuerza.

“Sin embargo, a partir de ese entonces empezaron los conciertos y empezó a crecer. Se integró un nuevo mánager porque en el transcurso de la pandemia falleció Fernando Gallegos, que fue el mánager que nos agrupó para el disco.

Cuando Ricardo Macías entró a la banda, le dio coherencia en las redes, comenzó a subir el material histórico de Kerigma a las plataformas, los números se fueron a las nubes y parece el renacer de la agrupación”, comentó.

Desde su origen, Kerigma se ha caracterizado por tomarse el tiempo necesario para madurar sus ideas. Lejos de publicar por impulso o necesidad comercial, han preferido esperar a estar satisfechos con su propuesta. Esa búsqueda de calidad, según su vocalista, es parte del sello que les ha permitido sostenerse con dignidad.

“Kerigma siempre se ha distinguido, y espero coincidir en esta afirmación con la mayoría de la gente, que nos hemos esforzado por hacer las cosas especialmente bien, cuando no hay nada que decir mejor nos quedamos callados y esperamos a madurar nuestras ideas, nuestro trabajo y en espera de presentarlo con un nivel de dignidad y calidad que nos satisficiera. Creo que ese ha sido un factor para el paso de los años”, consideró.

A más de cuatro décadas de haber comenzado, Sergio Silva afirma que lo que sostiene a Kerigma es una mezcla de pasión y locura. No tener fama masiva les ha permitido tomar decisiones propias, sin presiones externas, manteniéndose fieles a sus principios y a su comunidad.

“De verdad que se necesita pasión, tengo amigos que me lo han dicho, que se necesita cierta dosis de locura para insistir a pesar del tiempo. No somos conocidos de forma masiva pero eso también es una bendición porque nos permite seguirnos manejando en términos de independencia a nivel industrial, tomamos las decisiones que nosotros querríamos para satisfacernos, al interior de la banda y personalmente”, dijo.

Kerigma sigue vivo. No como un eco del pasado, sino como una voz que decidió caminar a su ritmo, sin concesiones. Una banda que ha sabido esperar el momento justo para decir algo con sentido. Una banda que, a su modo, ha escrito un capítulo indispensable en la historia del rock mexicano.

PAT

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