En esta ocasión hablaremos acerca de algunas reflexiones a propósito de una conferencia brindada por el historiador Andrés Semo, quién fue parte del proyecto “Retrato de Tenochtitlan: Reconstrucción 3D de la capital mexica”, la plática versó acerca de la historia de nuestra cuenca desde la época precolombina, sin duda, fue una charla amena y llena de datos interesantes.
Una de las primeros puntos que llama la atención es entender la magnitud de la cuenca del valle de México, endorreica hasta que se concluyen los trabajos del tajo de nochistongo en 1900, este tipo de cuenca se refiere a una que no tiene salida al mar, por tanto, cuando se abre este canal de desagüe, lo dejó de ser.
Visto desde el aire y con curvas de nivel se entiende la magnitud del territorio y cómo en el centro de este gran valle se encontraban los lagos, salados al norte y de agua dulce al sur, otro dato que no siempre se tiene a la mano, es el hecho de que el agua alrededor de donde se fundó México-Tenochtitlán no era agua apta para consumo humano, ni aprovechable para todo tipo de cultivos, por lo que se era dependiente de los cultivos de Xochimilco y Tláhuac, y el agua dulce del famoso acueducto de Chapultepec, según refirió Semo.
Lo que es un hecho, es que la capital del pueblo Mexica siempre tuvo que gestionar el agua que los rodeaba y la que era necesaria para abastecer a una población cada vez más grande, el historiador comentó un dato relevante, existía una persona encargada de gestionar las diferentes alturas de los lagos existentes, abriendo y cerrando compuertas, según suben o bajan de nivel, con el único objetivo de evitar una inundación.
En muchas ocasiones se ha tratado de asegurar que la estructura social de los europeos y los grupos indígenas como los mexicas eran similares, por referirse a que existía separación social en cuanto los religiosos, los líderes, trabajadores, pueblos periféricos, etc. sin embargo, dejan de lado la naturaleza y esencia de relaciones existentes, la relación entre los seres humanos y su naturaleza estaba plasmada en su vida diaria y para ello, dividían su universo en dos deidades que regían su vida y que estaba representada en el templo mayor, a la izquierda Huitzilopochtli a la derecha y Tlaloc a la izquierda.
A partir de la conquista donde Cristóbal de Olid fue encargado de romper el albarradón de Nezahualcóyotl, obra construída por este rey texcocano, para evitar que el agua salada se mezclara con la dulce y para evitar las inundaciones, la destrucción de esta infraestructura cumplió su objetivo, acelerar la caída de la ciudad.
Ya en la época colonial, la historia fue una lucha por controlar las inundaciones, luchar con algo que no existía antes, que fue la contaminación de los desechos provocados por el ganado, traído por los españoles y que en la vida de los mexicas todo se ceñía a criaderos de guajolotes. Inmediatamente, según refiere Semo, se tuvo la necesidad de secar los lagos por el miedo a que sirviera de medio para alguna rebelión indigena.
A la postre, el cambio de forma de vida, la separación de lo humano, lo social y natural, la inclinación a lo individual, en un entorno que parecía ajeno, donde todo se vuelve negocio y se cosifica la naturaleza, nos llevó a un desequilibrio natural del agua, que no hemos podido restaurar, ni hemos podido plantear las soluciones requeridas, pero que rememorando a nuestros antepasados, estas serán recuperando la cooperación y comunidad, implica renunciar a ideas impuestas que no han tenido ni tendrán jamás un buen resultado, solo tenemos que entenderlo y actuar en consecuencia.
PAT
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