La danza de los datos en el agua
Para los que hemos hecho investigación en temas del agua en México, resulta difícil encontrar fuentes comprobables y fidedignas, nos encontramos frecuentemente con el problema de buscar la fuente de datos que se asumen como ciertos, sin encontrarlas o sin poder comprobar.
Nos encontramos con investigaciones publicadas que tomaron datos “oficiales”, pero que con la evidencia empírica que te da el haber trabajado en organismos operadores, se sabe que son imprecisos, en alguna de estas se decía que un organismo operador en México contaba con una eficiencia física de más del 90%, por supuesto, si se dijera esto en alguna reunión nacional con organismos operadores, sería merecedor de una que otra carcajada.
Existen algunas publicaciones oficiales, que si bien pueden tener alguna imprecisión, cuando se publican de manera periódica, te indican una tendencia o un porcentaje de variación, pero cuando se suspende la publicación de estos informes nos quedamos sin poder actualizar o proyectar nuestros datos, cuando llegamos a encontrar alguna publicación reciente, nos llevamos la desilusión que los parámetros o la forma de presentación cambió, lo que dificulta o imposibilita su comparación, me refiero específicamente al documento “Estadísticas del Agua de la Región Administrativa XIII, Aguas del Valle de México”, que su última actualización ocurrió en 2013.
En otras ocasiones hemos hablado de los indicadores de eficiencia, un modelo de obtención de datos internacional que fue adoptado en México, y que tuvo sus inicios en el año 200 por la International Water Asociation (IWA), sin duda una herramienta importante para evaluar la gestión de un organismo operador, con indicadores que son útiles y aplicables para los prestadores de los servicios de agua, y sin embargo a nivel nacional no contamos con una obligatoriedad en su elaboración, comprobación y seguimiento, el IMTA ha hecho esfuerzos importantes para concentrar esta información a nivel nacional; sin embargo, el número de organismos que comparten sus indicadores nunca ha pasado de los 200 cada año, es decir, menos del 10%, sin contar con los problemas de veracidad y actualización.
Finalmente, nos referiremos a las tarifas, se asumiría que éstas son más fáciles de investigar ya que por Ley debe haber un documento explicativo para su aprobación por parte de los Ayuntamientos o Congresos Locales, y sin embargo, existen municipios donde es prácticamente imposible de encontrar, la mayoría de medios electrónicos oficiales no cuentan con su información en sus portales de transparencia, o no están actualizados, y cuando son localizados dichos documentos, la información no es sencilla de interpretar, incluso la organización del documento, las notas al pie de página, etc.
Esto llevará a la situación de que múltiples estudiosos del tema, llegarán a datos diferentes cuando se está hablando de lo mismo, recientemente el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) publicó un estudio donde concluye que la tarifa mínima promedio nacional es de $80.73 pesos por metro cúbico, una cifra totalmente desproporcionada cuando la tarifa doméstica establecida (aunque no necesariamente cobrada), no pasa de $20 pesos en la ciudad más cara, desafortunadamente alguien podrá decir que utilizó ciertos rangos de consumo, que se refiere a cierta categoría de tarifa, pero no explica el error, se envía una señal equivocada de lo que pagamos los mexicanos respecto a la calidad del servicio que recibimos, de ahí la importancia de una fuente adecuada de datos, un análisis adecuado y una discusión propositiva, sólo así podremos avanzar.
DB