Insistiremos en que la democracia es una forma de vida. Que significa votar en todo y para todo. Es como el pueblo alcanza el poder. Es como los individuos a través de la elección popular deciden y se convierten en autores de su destino. Así lo dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: el gobierno impulsará la democracia en todos sus sentidos.
Así pues, encontré al investigador René Valdiviezo al hablar de la democracia y el desarrollo regional en México, comenta que “estamos llegando apenas a unos 25 años de que en nuestro país las elecciones empezaron a tener sentido para la población. Se puede afirmar que antes de esto solamente eran un rito cíclico que servía para legitimar gobiernos y a un régimen que cada vez se gastaba más y dejaba de ser base de la estabilidad y desarrollo mexicano”.
Jamás nadie hubiera creído que después de que el PRI estuviera en el poder por siete décadas, ya que fue fundado el 4 de marzo de 1929, bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario, por el entonces presidente Plutarco Elías Calles, estuviera en peligro de extinción. En un estado crítico. Ni con el nuevo nombre de Fuerza y Corazón con México, alianza que hizo con el PAN y el PRD para estas elecciones, pudo tener votos.
Ya como PRI, se fundó el 18 de enero de 1946, en la primera mitad del siglo pasado. Y así logró funcionar por años. Ahora está a punto de ser una fuerza poco animada para quienes alguna vez estuvieron allí. Las elecciones del pasado 02 de junio, lo dicen.
Fueron los primeros años de la década de los años 80 cuando en varias partes del país, la oposición comenzaba a tener un papel relevante en el quehacer electoral y es hacia mediados de esa década cuando, como resultado de una participación social muy importante, se enfrenta al PRI y a su aparato en las históricas elecciones de 1986 en Chihuahua.
Lo importante de este tipo de elecciones, no era aún su resultado, sino que nos encontrábamos frente a situaciones inéditas en el país en los tiempos recientes, en donde la población se decidía a tomar en sus manos las elecciones y a enfrentar los diversos aparatos electorales, la mayoría de las veces, muy fraudulentos.
Hubo, en relación a esos procesos electorales, quienes afirmaron que ese nuevo auge de participación electoral iba a ser efímero, pues los fraudes acabarían por volver a alejar a la población de las urnas y el control del aparato electoral sería fácil.
Nada más falso y 24 años después estamos viviendo una situación bastante plural en México, en diversos ámbitos del poder y de la representación, sin que por ello podamos considerar que la tarea democrática está concluida.
Esta situación posibilitó el renacimiento de las regiones en el país, fuera de los esquemas y decisiones centralistas, así como la revaloración de lo local frente a lo nacional, en plenos tiempos de la globalización.
Se podría suponer, al menos como hipótesis, que la crisis iniciada sobre todo en 1982, que no fue otra cosa más que el inicio de la década perdida, aunada a la impresionante participación social durante el terremoto de la Ciudad de México y a la crisis iniciada hace poco menos de dos lustros, fueron elementos detonadores no sólo en el incremento de la participación social en todo el país, sino incluso, en la orientación anti-priista de esa nueva participación.
De tal forma, para 1998 podemos decir, que las elecciones se convirtieron en un medio muy importante del sentir de los grupos sociales. Allí empieza una fractura importante en el partido, también con las dos muertes. Hay zonas y regiones en nuestro país en donde estos procesos definen el presente y el futuro del desarrollo local. Por eso, los gobiernos locales se han convertido, a su vez, en espacios privilegiados de participación y de lucha por la democracia en la conducción de la administración y en la implementación de proyectos de desarrollo.
Desde esta óptica es pertinente plantear la reflexión y la discusión en relación con el desarrollo regional de México en la democracia, o mejor, la democracia y las condiciones por ella generadas para el nuevo desarrollo regional en el país.
Pero más allá de estos planteamientos y de estas hipótesis, la pregunta que tenemos enfrente es ¿hay realmente un nuevo esquema de desarrollo en estas nuevas condiciones de participación social en el país? ¿Estamos frente a escenarios en donde el desarrollo regional está incidiendo en la generalización de la democracia y la participación social? O ¿Estamos frente a escenarios en donde la democracia y la participación social están incidiendo en nuevas estrategias de desarrollo?
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