La escritura académica (1 de 2)
En los últimos años hemos venido asistiendo a un importante crecimiento del número de publicaciones científicas existentes y de un caudal considerable de artículos de investigación postulados. Como consecuencia de esta dispersión, los investigadores encuentran que, como productores de contenidos, ven aumentadas las dificultades de difusión de su producción, de ser visibles, de ser citados.
Asimismo, la producción científica se ve entorpecida porque, aunque hay académicos que desean publicar los resultados de sus investigadores, no saben cómo elaborar un artículo o desconocen sus particularidades, de tal suerte que cuando postulan un manuscrito suelen ser rechazados
Ante ello comencé a escribir un libro junto con un colega erudito en la metodología de la investigación, Fernando García Córdoba, que atenderá justamente esta necesidad, para ofrecer a la comunidad académica las particularidades en el proceso de elaboración de un artículo de investigación.
Este tipo de documento constituye el producto cardinal del perseverante investigar, es el comunicado que da cuenta del fruto final del concienzudo estudio que pudo haber tomado años. Dicho comunicado breve, claramente argumentado, coherente y bien documentado, es portavoz del resultado de un vehemente deseo de saber del mundo. Da cuenta de un destacado ¡eureka! experimentado por el estudioso que desea compartir su descubrimiento a la comunidad conocedora del objeto.
De esta suerte, a través de la publicación de artículos se comparte, analiza y aprueba el nuevo discernimiento, esto es: ahí está el conocimiento actual disponible, las mejores explicaciones a las que se puede tener acceso para su valoración, cuestionamiento, aprobación y superación. Tales publicaciones dan cuenta del exaltado arrojo para lograr el saber. Aun así, no son la verdad última, son el conocimiento de vanguardia que posibilita un ser, estar y hacer mejor con el mundo, a la vez constituye la base para ser superado por nuevas respuestas.
Se escribe un artículo como respuesta a la experiencia del saber logrado y la premura de convencer a los demás respecto de lo nuevo. En un segundo plano está asegurar el reconocimiento de su autoría y el ingreso en el ámbito de los que saben del tema. El deseo de publicar por publicar pervierte tal práctica.
Un buen artículo posee una idea central original, clara y sustentada en argumentos debidamente articulados y documentados. La calidad de su descripción, conceptualización y sustento posibilita reconocer sus fundamentos y coherencia. En lo científico requerirá de su clásica estructura IMRyD, experimental, así como en la posibilidad de verificación, mientras que en lo social y otros ámbitos será la documentación, sustento teórico o empírico y capacidad de dar cuenta de lo comprendido lo que respalda la posibilidad de certeza. Remataré la premisa en la siguiente entrega.