La igualdad de género en el corazón de la Nueva Escuela Mexicana

Jimena Valdés Figueroa

La igualdad de género en el corazón de la Nueva Escuela Mexicana

VOZ PROPIA

La igualdad de género en el corazón de la Nueva Escuela Mexicana

Jimena Valdés Figueroa

Redacción
Octubre 11, 2025

“Lo personal es político” frase acuñada por Carol Hanisch en los años setenta, es una consigna poderosa desde la que se nos invita a recrear otra forma de saberes basada en las experiencias, las conexiones, las síntesis y las combinaciones realizadas durante la conversación horizontal entre mujeres.
Este posicionamiento implica que las luchas personales, como la violencia doméstica, la discriminación sexual o la desigualdad de género, conforman sistemas de poder proclives a ser cuestionados y transformados.

La educación, como una instancia de socialización y “subjetivación” ,es un espacio en el que confluyen múltiples entramados de poder y resistencia, siendo un ámbito desde el cual se construyen los sujetos en su relación con el poder, pero también como un espacio de resistencia desde el que es posible reformular nuestras maneras de vivir y pensar el mundo.

¿Cuántas veces no dejamos de acudir con gusto a la escuela por sufrir formas de violencia basadas en nuestro género, nuestra imagen física, nuestra capacidad adquisitiva, nuestra religión, nuestra lengua? ¿Qué prácticas de exclusión y desigualdad hemos históricamente normalizado por considerarlas inamovibles?. Es entonces cuando toca enarbolar que efectivamente “lo personal es político” que podemos transformar esas formas y construir mejores horizontes, modos de relacionarnos más justos y por lo tanto más dignos.

Pero ¿cuál es la utilidad del género en la conformación del modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana (NEM)?. La igualdad de género se sitúa en el corazón de este modelo al representar una perspectiva que descoloca tanto las prácticas pedagógicas instrumentales como las epistemes basadas en un modelo patriarcal, colonial y en el que “lo otro” no encuentra otro lugar que no sea lo subalterno.

Desde la visión de la NEM, la educación representa una herramienta para la vida y sobre todo una manera de resignificar nuestras realidades desde una mirada amplia e incluyente; de ahí que la igualdad de género, como un eje articulador, se vuelva fundamental para integrar dicha perspectiva no solo a nivel de los contenidos sino como un dispositivo crítico a través del cual se cuestionan las desigualdades y se abre la posibilidad de mirar y cuestionar aquello que damos por hecho, que naturalizamos y normalizamos como parte de una realidad opresora.

Nos permite también visibilizar los aportes de grupos históricamente excluidos como lo han sido las mujeres y recuperar la relevancia de su papel en los procesos sociales, recuperando una perspectiva que rompe con la separación de lo público y de lo privado y que brinda vitalidad a nuestra interpretación del mundo, mediante el reposicionamiento de los saberes.

Repensar la educación de las infancias desde la igualdad, nos provoca conflictos cognitivos en los que el adultocentrismo y sus formas de exclusión ya no tienen sustento. Nos lleva a escuchar las voces de quienes hemos construido como “los otros” y con ello a configurar realidades más complejas, a asir las problemáticas desde las necesidades y las capacidades de sus partes y también a una experiencia de vida diversa y con muchas más formas de desplegarnos como personas humanas.

Nos permite reflexionar desde otros puntales, navegar por aguas no exploradas a tener una vida expansiva y también a formar parte de las múltiples interconexiones de las todas y todos somos partes importantes.
Es por eso que la igualdad de género late en el corazón de la NEM formulando epistemes distintas desde las que todas y todos somos significados y también significantes.

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