La resistencia cívica a través del chiste político

Vivimos bajo signos contradictorios en nuestra vida política. Por un lado, priva un creciente escepticismo y apatía frente a los procesos electorales, pero por otro, acudimos a una etapa marcada por la inmediatez en la comunicación, la pluralidad política y la apertura de diversos canales que ofrecen una libertad sin censura como nunca vista en la humanidad. 

Las sociedades contemporáneas han precedido de la intermediación institucional para comunicarse con el poder pero, dicho cambio, lejos de fortalecer al ciudadano o nuestro sistema democrático ha generado un impulso por el efecto inmediato y sea por enojo, simpatía o ganas de participar en las discusiones públicas nos subimos al “tren del meme” como dicen hoy los jóvenes para referirse a la proverbial “cultura del relajo” que también ha reconocido Samuel Schmidt, quien identifica al humor político como una forma de resistencia política “pacifica” frente al poder autoritario, pues, “las elecciones juegan un papel simbólico y ritual, ya que el resultado está predeterminado. 

La sociedad tiene poca capacidad para influir en el proceso decisorio y algunos grupos optan por participar en los márgenes o afueras del proceso político institucional” el chiste político se convierte entonces en “una forma de enfrentarse a la realidad y, en especial, a su parte más cruda. Es una expresión catártica y también un acto de autodefensa contra el abuso de poder”.

Quizá por ello, algunos ciudadanos optan por burlarse del poder y de los poderosos; de los candidatos y sus partidos; de sus errores o defectos físicos, al final se trata de una venganza frente a las afrentas históricas de los poderosos, nos burlamos de ellos porque no tenemos otro mecanismo más pacífico que nuestro humor negro. 

“Se encontraba Echeverria buscando un traje de buzo en el camarote de un marinero. Entran el marinero y sorprendido le pregunta:

-¿Qué hace usted aquí señor presidente?

-Estoy buscando un traje de buzo

-¿Por qué?

-Porqué el capitán me dijo que en el fondo no soy tan p*ndejo”.

La esencia del chiste político no pretende derrocar al poderoso sino desnudarlo; no busca entrar al debate, sin embargo, discute con el poder burlándose de su solemnidad; nos reímos porque la protesta tiene un costo que no queremos pagar. El mexicano lo sabe, no hay poderoso que sobreviva sin participar del juego democrático que provoca el ingenio mexicano. Su proverbial caricatura política es un ejemplo de ello. 

“En la mira”. El chiste político en México. Ustedes podrán encontrar los ejemplos suficientes para provocar una sonrisa y por obvio del espacio solo dejaré aquí un último ejemplo que asume muy bien el ánimo popular:

Estaban (usted ponga los nombres que quiera) cenando y en eso (A) dice preocupado:

  • Deje abierta la caja fuerte en la secretaría de finanzas 
  • No te preocupes aquí estamos los tres, responde (B)”.