En el municipio de Ecatepec de Morelos fue fusilado y enterrado el 22 de diciembre de 1815 el Generalísimo José María Morelos y Pavón; caudillo de la lucha de Independencia y uno de los más importantes líderes del movimiento insurgente del siglo XIX.
Morelos contribuyó en esta lucha como militar, con sus ideas de cambio social y como constructor de las bases jurídicas del Estado mexicano. En su momento de mayor gloria fue nombrado Generalísimo por el Congreso, pero él prefirió asumir el humilde título de Siervo de la Nación.
La captura de José María Morelos y Pavón
Morelos, tratando de defender al Congreso, fue capturado por los realistas el 5 de noviembre de 1815 en las cercanías del pueblo de Temalaca, ubicado en el actual estado de Guerrero, y fue llevado a la Ciudad de México. El 22 de noviembre, el Generalísimo llega a la Ciudad de México en calidad de prisionero y fue internado en las mazmorras de la Inquisición, donde de inmediato inició su juicio religioso. Por otra parte, en el proceso militar ordenado por el virrey Calleja, fue declarado como traidor al rey y, como sentencia, se le condenó a la pena capital.
El lugar de su muerte
El 22 de diciembre de 1815, ya sin su calidad de sacerdote, Morelos fue trasladado a las seis de la mañana desde la prisión de la Ciudadela hasta el Palacio de los Virreyes, ubicado en el Barrio de San Juan Alcahuacan, perteneciente al entonces pueblo de San Cristóbal Ecatepec. Calleja se opuso a fusilarlo en público en la Ciudad de México por el temor de que en esta ciudad se levantaran en armas grupos insurgentes, indignados por la sentencia de muerte injusta dictada en su contra.
La sentencia de muerte debía ejecutarse en el pueblo llamado San Cristóbal Ecatepec, ubicado a 22 km al norte de la Ciudad de México; era un pueblo de campesinos y pescadores ubicado en el margen poniente del Lago de Texcoco.
El contingente partió de la prisión de la Ciudadela a las seis de la mañana, custodiado por numerosa escolta; pasó frente al santuario de la Virgen de Guadalupe y continuó por el Camino Real a Veracruz. Este pasó por algunos pueblos de Ecatepec ubicados sobre el Camino Real: San Pedro Xalostoc, Santa Clara Coatitla y Santa María Tulpetlac.
La población de Tulpetlac, por tradición oral, recuerda que el contingente que trasladaba a Morelos se detuvo frente a una antigua casona ubicada en el camino real (hoy calle Morelos) y amarró ahí sus recuas. El contingente continuó su trayecto hasta llegar a las 11 de la mañana a las orillas del Barrio de San Juan Alcahuacan, deteniéndose en la Casona de los Virreyes, que en esos momentos fungía como cuartel o guarnición militar y que tenía anexa una capilla.
/https://wp.lajornada.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/12/ultima-manana-morelos-pavon-2-1024x576.jpg)
El Generalísimo fue bajado y puesto en una celda que, a pesar de estar ubicada al oriente, era fría y lúgubre. Se ordenó que le sirvieran sus últimos alimentos y le ofrecieron un plato de carne con garbanzos; rezó y se confesó con el padre Salazar. Tocaron los tambores y caminó con dificultad hacia el frente del antiguo edificio, ya que llevaba grilletes y cadenas. Ahí ya le aguardaba un pelotón y llegó al lugar donde le ordenaron que se hincara. Rehusó que le vendaran los ojos, pero finalmente él mismo lo hizo.
A las tres de la tarde, un pelotón de fusilamiento bajo las órdenes del coronel Manuel de la Concha le quitó la vida a las afueras del Palacio de los Virreyes. El Generalísimo fue fusilado por la espalda como traidor al rey, con dos descargas de fusilería. Lucas Alamán escribió: “Y el hombre más extraordinario que había producido la revolución de Nueva España cayó atravesado en la espalda por cuatro balas; pero moviéndose todavía y quejándose, se le dispararon otras cuatro, que acabaron de extinguir lo que le quedaba de vida”.
La memoria del pueblo
Como tradición oral, se menciona que el viernes 22 de diciembre de 1815, dando las tres de la tarde en punto, al momento de darle muerte al Generalísimo, se escuchó una descarga: eran las armas de los soldados realistas. Aquel hombre vestido de negro yacía muerto en el piso, atravesado por las balas de los tiranos. Entonces, en ese momento, las aguas de la Laguna de San Cristóbal empezaron a subir de nivel, lavando la sangre que el “Gran Morelos” había derramado al ser atravesado por las balas realistas.
Su eterno descanso
Una vez consumada la orden de Calleja, el cuerpo inerte del Generalísimo fue trasladado al camposanto ubicado en el atrio de la parroquia de San Cristóbal. A las cuatro de la tarde, su cuerpo fue sepultado allí. De acuerdo con el comunicado del presbítero José Miguel de Ayala, quien informó al coronel de la Concha: “Queda sepultado en esta parroquia de San Cristóbal Ecatepec el cadáver de José María Morelos, que fue pasado por las armas en el palacio de este pueblo…”.
El 22 de diciembre de 1877, en el centro de la plaza de la entonces Villa de San Cristóbal Ecatepec, en el costado oriente del antiguo kiosco, se inauguró un sencillo monumento de cantera conmemorativo del mártir de la Independencia, coronado por el busto del Generalísimo José María Morelos y Pavón. “El Bachiller” está manufacturado en cantera y fue inaugurado el 22 de diciembre de 1877.
Fue colocado originalmente en el centro de la plaza de San Cristóbal Ecatepec de Morelos. De acuerdo con la tradición oral que aún se conserva —y una historia que constantemente contaban nuestros abuelos—, esta hacía referencia al lugar donde colocaron el cuerpo inerte del Siervo de la Nación mientras cavaban la fosa donde iba a ser sepultado. Contaban que en ese lugar se ubicaba una gran losa de piedra rectangular y que ahí derramó su sangre. Por eso, años más tarde, fue colocada una pequeña escultura en su honor denominada “El Bachiller”, la cual estaba orientada en dirección al Templo de San Cristóbal.
Información de Angélica Rivero López
Sigue nuestro CANAL de WHATSAPP y entérate de la información más importante del día con La Jornada Estado de México.
TAR

/https://wp.lajornada.prod.andes.news/wp-content/uploads/2025/12/ultima-manana-morelos-pavon-1.jpg)
