Legitimidad gubernativa
¿Cuáles pueden ser algunas de las alternativas para lograr recuperar la legitimidad gubernativa?
Preguntaba la vez pasada, que ¿cuáles pueden ser algunas de las alternativas para lograr recuperar la legitimidad gubernativa, tan erosionada por acciones pasadas? Quizá tengamos que aprender de otras ciencias que buscan la solución, en propuestas que por ahora son poco coherentes para la ciencia política. Una de ellas sería recurrir a la “imaginación creadora individual del político”.
Esta imaginación buscaría que su poseedor pudiera comprender mejor el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de la diversidad individual. Es decir, sentirse parte del problema y no sólo observador de este. Pasar de la acción conocedora por simple vista, a la acción participativa de entender como siente esa gente.
Con esto se lograría que el individuo, pudiera comprenderse en su propia experiencia y evaluar su propio destino, localizándose a sí mismo en su época; de ser un individuo capaz de conocer sus propias posibilidades en la vida, si entiende la de todos los individuos que se hallan en esas circunstancias. El político con esta capacidad sería capaz de captar la historia social y la individual como una biografía, comprendiendo la relación existente entre ambas, dentro de la sociedad.
Es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas, a las características más íntimas del yo humano y de ver las relaciones entre ambas cosas. Por ello, detrás de su uso, siempre estará la necesidad de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo en que tiene su cualidad y su ser. Conocimiento concreto de la realidad mexicana, basada en la experiencia individual.
De esta manera, la imaginación y la búsqueda de una participación más real y activa como protagónica de la sociedad civil, permitiría a los gobiernos demostrar que las causas de ingobernabilidad no son sólo toma de decisiones mal ejecutadas, sino que estas deberán ser propuestas basadas en la realidad interna y social.
Si la imaginación es algo práctico, debe recordarse que imaginar implica cambiar esquemas establecidos. Por ello no debe extrañarse que en muchas de las decisiones se tienda a cambios radicales, afectando intereses de terceros, porque debe ya olvidarse el gobernante de trabajar para el siguiente día, más bien debe actuar en el momento, ya que su acción lo legitima y con ello lo hace con su gobierno y como ser humano.
Todas las acciones gubernamentales deben tener el sustento histórico de su ejecución. Una decisión, materializada en una ley general, propicia reacciones encontradas, porque cae en contextos diferentes. Si a esto se agrega la creación de instituciones poco rentables, y se niega el acceso a las organizaciones no gubernamentales o se les restringe el papel de su actuación, se está cerrando una puerta en la cual se pueden encontrar soluciones imaginativas, que son la base para lograr el consenso político. Y a este México nuestro, es lo que le hace ahora falta.