Lingüística forense: ¿la lengua nos atrapa?

Siempre cargo algún libro, ya sea para lectura o relectura. Por desgracia no puedo dedicarme el día entero a leer, y no saben cómo me complacería ganarme la vida así. Desde luego que leo todo el día, y me pagan por ello, pero no siempre es lo que yo quiero. El trabajo cotidiano me impone la lectura de artículos científicos, informes, ensayos o tesis, así como noticias del día. Así es el trabajo de un editor, investigador y tutor. 

Por fortuna, siempre me abro un tiempito para leer lo que a mí me apetece, aunque sea a cuentagotas. Una de mis normas como lector es terminar lo que he empezado a leer, aunque a medio libro ya haya perdido el interés. He de reconocer que hace mucho que no me pasa, pues los libros que elijo leer por placer no me han quedado a deber. Creo que el último fue María, de Jorge Isaacs, pero eso fue ya hace muchos años. 

Otra norma mía es no comenzar un libro si no he terminado el que está en turno. Sé que hay gente que puede hacerlo y no se tropieza con las tramas o las confunde. Yo no. Sin embargo, hace pocos días tuve que romper mi regla e interrumpir la grata lectura de la novela Pasado perfecto, de Leonardo Padura, que compré recientemente y cuyo descubrimiento fue fortuito. Así que hice a un lado la trama de la primera entrega del detective cubano Mario Conde y comencé a leer Atrapados por la lengua, de Sheila Queralt. ¿Cómo fue que sucedió?

Bueno, para explicarlo tengo que proveer un poco de contexto. Hace algunos meses vi en Twitter (hoy X) algunos posts que llamaron poderosamente mi atención sobre la lingüística forense. Sigo en esta red a algunos lingüistas españoles y entre ellos comenzaron un hilo de conversaciones sobre avances, diplomados, maestrías, trabajos académicos y demás material que despertaron mi curiosidad. En la vida había escuchado el término. 

Allí no quedó la cosa. Hace unos cuantos días vi otro post en el que se anunciaba el lanzamiento del libro escrito por Queralt, que es doctora en ciencias del lenguaje y ejerce como perito judicial en Lingüística Forense. La tapa del libro nos indica que la autora seleccionó 50 casos en que la contribución del análisis lingüístico ha sido crucial para determinar el grado de participación de los presuntos delincuentes.

¿Es decir que por la escritura y por el habla se puede determinar quién emitió determinado mensaje? Dice la autora que hablando se atrapa a la gente y de ello se encarga esta disciplina, que es capaz de seguir el rastro que dejan los delincuentes cuando hablan, cuando escriben, cuando envían mensajes en los que es importante tanto lo que dicen como la forma en que lo dicen. 

No saben cómo me sedujo esta disciplina. Lástima que México todavía esté en pañales y que no haya (que yo sepa) notables lingüistas forenses mexicanos. Yo encantado de la vida me dedicaría a este oficio, porque desde niño me ha llamado la atención tanto el habla como la escritura de la gente, además de que, creo, se me da muy bien la identificación de acentos.

Aún no lo acabo, pero en cuanto lo haga, compartiré mis puntos de vista. Prometo también terminar el de Padura y dedicar una columna a su novela. 

DB