Literatura de denuncia en La Guerra del Litio

Literatura de denuncia en La Guerra del Litio

J. Jesús Lemus: “El litio es la nueva guerra sucia del poder; no por la patria, sino por la codicia”.

Alejandro Baillet
Julio 6, 2025

En su más reciente libro La Guerra del Litio (Grijalbo), el periodista y escritor J. Jesús Lemus vuelve a apuntar su pluma con precisión quirúrgica contra el corazón del poder.

Esta vez, el autor se adentra en una compleja trama que entrelaza intereses del Estado mexicano, el crimen organizado y la minería transnacional en torno a uno de los recursos estratégicos del futuro: el litio.

Desde una mirada crítica, y sustentada en investigación de campo, testimonios y documentos oficiales, Lemus expone una tesis incendiaria: la violencia y el desplazamiento en el norte de México están al servicio de una élite político-empresarial que quiere apropiarse del litio.

“Más que una bendición, la riqueza minera en México ha sido una maldición”. Así lo afirma sin titubeos Lemus.

“Estamos viviendo una nueva guerra por recursos, una guerra silenciosa, pero igual de letal que las anteriores. El litio es el petróleo del futuro. Desde 1982 se sabe que México tiene grandes reservas, al menos 300 sitios identificados por el Servicio Geológico Mexicano. Sin embargo, durante décadas se mantuvo en secreto. ¿Por qué? Porque los gobiernos neoliberales estaban esperando el momento justo para hacer negocios, para entregarlo discretamente a intereses extranjeros. Hoy, con la narrativa de “nacionalización”, se oculta otra realidad: se está usando al narco como fuerza de choque para despoblar zonas ricas en litio”, explica.

Lemus revela cómo la promesa del litio –el llamado “oro blanco” del siglo XXI– ha dado paso a una política perversa de despojo, violencia y silencio oficial.

—¿El crimen organizado como herramienta del despojo minero?

“Exactamente. Las mineras —y hablo tanto de mexicanas como extranjeras— han aprendido que el miedo, es más eficaz que una expropiación formal. Desde principios de los 2000 empezamos a ver una estrategia de terror: asesinatos, desplazamientos forzados, masacres. El crimen organizado opera como una guardia blanca moderna, que limpia territorios de comunidades incómodas para que las concesiones mineras se concreten sin resistencia”, apunta.

Litio: el botín oculto 

A pesar de que México figura entre los diez países con mayores reservas de litio en el mundo, el tema ha permanecido bajo el radar público durante décadas. Desde el sexenio de Felipe Calderón, señala Lemus, se entregaron decenas de concesiones a empresas extranjeras (canadienses, chinas, australianas) mientras la narrativa oficial se centraba en banalidades legislativas o debates superficiales

“Nos han entretenido con discursos sobre derechos animales, corridas de toros, si son seres sintientes… mientras nos están robando el país debajo de los pies”, acusa.

El caso LeBarón

Uno de los ejes más crudos de La guerra del litio es el análisis del caso LeBarón, la masacre de mujeres y niños ocurrida en 2019 en Bavispe, Sonora. Aunque el crimen fue atribuido a disputas entre cárteles, Lemus plantea otra hipótesis: el asesinato fue parte de una estrategia para sembrar terror en una región rica en litio.

“El asesinato de los LeBarón fue un acto de terror ejemplar. Es una masacre mediática que sirvió para acelerar el abandono de tierras clave en Sonora, donde hay una de las reservas más importantes de litio del país. Pero antes de ellos hubo más de 70 asesinatos masivos en zonas mineras. ¿Por qué no se habla de ellos? Porque el apellido LeBarón tenía eco internacional. Fue un mensaje claro: ‘váyanse o mueran’”.

“La colonia LeBarón, La Morita, Oaxaca, Díaz y Juárez están asentadas sobre un cinturón de litio. Había que vaciar esa tierra. Por eso ocurrió la masacre”, denuncia.

Según su investigación, más de una docena de asesinatos masivos han ocurrido en territorios mineros desde entonces, sin la atención mediática que recibió el caso LeBarón, debido al peso simbólico del apellido. Pero el patrón es el mismo: violencia sistemática para abrir paso a los intereses mineros.

Silencio comprado

Lemus no se guarda nada al hablar del papel de los medios de comunicación. Si bien reconoce el compromiso ético de muchos periodistas de calle, es contundente al señalar a los dueños de medios como cómplices del silencio.

“Los empresarios informativos actúan como becerritos: le dan toques a la ubre del poder para que caiga más leche. Y si eso significa callar sobre el litio, callan”, afirma.

Durante la promoción del libro, Lemus revela que más de la mitad de las entrevistas pactadas fueron canceladas al conocer el contenido. “Me han vetado, me han amenazado. Pero como periodistas, nuestra obligación no es quedar bien con el poder, sino cuestionarlo”, sentencia.

“Han guardado un silencio cómplice. No es casualidad. Yo he ofrecido entrevistas en más de 30 medios para hablar del libro. La mitad me las han cancelado después de leer el contenido. ¿Por qué? Porque los dueños de esos medios están más comprometidos con sus intereses corporativos que con la verdad. El litio es un tema vetado. No es rentable hablar de él si se toca al poder, aunque ese silencio nos esté costando vidas”, responde.

Su trabajo no solo desnuda una realidad brutal, también interpela a los lectores, a la ciudadanía, a mirar más allá del discurso oficial.

“¿Y ahora qué sigue? La guerra por el litio apenas comienza”, advierte Lemus. “Mientras sigamos sin una política minera transparente, mientras el Estado siga escondiendo información y aliándose con el crimen, habrá más sangre, más silencio, más tierra quemada”.

—¿El Estado mexicano está minimizando deliberadamente la importancia del litio?

“Sí. Antes había una Secretaría de Minería; hoy, una dirección de tercer nivel, olvidada en alguna oficina sin recursos. Se dice que ‘el litio es difícil de extraer’, que ‘contamina mucho’, que ‘no tenemos tecnología’… todo para convencer al pueblo de que no vale la pena prestarle atención. Pero mientras tanto, se entregan concesiones, se desaparecen del inventario más de 200 yacimientos y se genera violencia para despoblar territorios estratégicos”, recalca.

—¿Es este libro una advertencia, una denuncia o una crónica?

“Las tres cosas. Es una denuncia directa contra el poder que usa al narco como herramienta de despojo; es una advertencia de lo que viene si no abrimos los ojos y también es una crónica dolorosa de comunidades devastadas por ambiciones ajenas. Yo no escribo desde la comodidad. Escribo con miedo, porque sé lo que significa retar a intereses tan grandes. Pero también escribo con responsabilidad: la historia debe quedar registrada, porque algún día alguien preguntará quién se atrevió a hablar cuando todos callaban”.

—¿Temes por tu seguridad?

“Claro. El periodista escribe envalentonado de día, pero por la noche pide a Dios que la nota no salga en primera plana. Así es México. Yo tengo protección del mecanismo federal, no podría ejercer sin ella. Pero el miedo no puede callarnos. Lo que hacemos hoy —tú, yo, quienes nos leen— puede parecer poco, pero con el tiempo se convierte en la memoria de una nación. Y en esa memoria, quiero que quede claro quiénes estuvieron del lado correcto de la historia”.

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