Llamada de atención de la ONU
Communitas
«La situación en #México es muy preocupante. Los números muestran que el país está en mala situación. Cuando suben los casos y también las muertes es un problema muy serio y pediríamos a México que sea serio. Esperamos que todos los líderes den ejemplo». Así de contundente fue el mensaje del director general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Tedros Adhanom Ghebreyesus, este lunes.
El gobierno de México insiste en que la pandemia se ha gestionado correctamente, pero las cifras -tanto de casos de contagios como de fallecimientos- indican otra situación. Aquel escenario «catastrófico», que descartaba el vocero de Salud para la pandemia por COVID-19 Hugo López-Gatell, se alcanzó y se superó, tal como lo previeron organismos y universidades que han dado seguimiento a la evolución del coronavirus en el mundo.
Una deficiente gestión, aunada a la comunicación difusa, errática y contradictoria de las instancias oficiales, prácticamente de todos los ámbitos y niveles, y la cultura de muchas y muchos mexicanos, en el sentido de no tenerle miedo a la muerte, nos han dejado en esa circunstancia: con cientos de miles muriendo y con las cifras subiendo.
“Lo que tenga que pasar, pasará”, “cuando te toca, aunque te quites y cuando no, aunque te pongas”, son expresiones que nos han acompañado como cultura y se escuchan a estas alturas de la pandemia. Además, es claro el agotamiento provocado por el confinamiento; la tensión por no tener certeza de cuándo acabará; la necesidad de ajustar nuestras rutinas para reducir la probabilidad de contagio; el impacto económico que ha provocado la enfermedad en millones de familias (se estima en casi 20 por ciento la caída de la actividad económica anual para 2020); la pérdida de seres queridos, sin tener la posibilidad de “despedirse” de ellos, y la incapacidad para superar las emociones negativas que se han generado al interior de las familias, nos han conducido a relajar –aún más- las medidas de confinamiento, higiene y sana distancia.
El pico del “Buen fin” -refiriéndonos al incremento de contagios por la movilidad y aglomeración de las personas para adquirir insumos no tan necesarios, ni de primera necesidad-, empezó a mostrarse en las cifras desde hace una semana. Adicionalmente, el último «fin de semana largo» generó un relajamiento notorio de las medidas de prevención y se llenaron las playas del país, los centros comerciales y los espacios públicos, para «despresurizarnos» de la tensión acumulada en tantos meses de pandemia, pero ahora vemos las consecuencias.
Y así, en México ya superamos el millón de contagios, las 100 mil muertes y la economía no alcanza a levantar, porque desde antes de la pandemia había señales de desaceleración y disminución en los indicadores principales: inversión y empleo.
El gobierno, sin duda, es responsable, pero también porque somos una sociedad enferma, con malas prácticas de alimentación y ejercicio; pero -sobre todo- somos indisciplinados, porque «a morir venimos», sin detenernos a pensar en lo que podemos provocar en otros, a pesar de que es más frecuente saber de compañeros de trabajo, conocidos, amigos e incluso familiares que han perdido la vida por el virus.
Y la perspectiva para enero es más difícil, porque si ahora vemos las consecuencias de un «buen fin», ¿qué será en las festividades decembrinas?, y las autoridades se niegan a establecer medidas más rigurosas de control para limitar la movilidad. Al final, será responsabilidad de nosotros, de nadie más, y todo porque no tomamos en serio la pandemia, empezando por las autoridades federales.
PERCEPCIÓN
Ya empezaron las instancias «oficiales» a referir -e impulsar– a quienes podrían ser las y los elegidos para dirigir a la Universidad Autónoma del Estado de México, pero no serán los únicos. En esta circunstancia podrían surgir aspirantes «no oficiales» y alcanzar el objetivo, porque se equivocan quienes aseguran que «es la primera vez» en que habría más de un competidor.
En la sucesión en la que se eligió al rector, José Martínez Vilchis, hubo dos aspirantes más, pero a la mitad de las jornadas de promoción decidieron no participar.
Ahora sí, por primera ocasión, la decisión no será exclusiva de los actores tradicionales, porque hay otros actores con poder… y poder muy real.