Lolita la del SAT, rejuvenece; Amparo la del juzgado envejece

Álvaro Bardales

Lolita la del SAT, rejuvenece; Amparo la del juzgado envejece

Mis apuntes de Álvaro Bardales 

Redacción
Octubre 17, 2025

El juicio de amparo nació en México como un instrumento de justicia social, para proteger los derechos de los ciudadanos frente a los abusos de autoridad. Su origen se remonta al siglo XIX, se buscó dotar al país de un mecanismo que equilibrara el poder del Estado y garantizara el respeto a las garantías individuales. Durante décadas, el amparo fue sinónimo de justicia, una herramienta que representa el acceso real a la protección de la ley.

Con el paso del tiempo, el sentido original del amparo se distorsionó, se  convirtió, con frecuencia, en refugio para eludir la acción de la justicia; lo que nació como un escudo ciudadano, se usa como muro de impunidad, en materia penal, es común ver a personajes señalados por desvíos de recursos, saqueos o robos millonarios, valerse de amparos para evitar ser detenidos; resulta paradójico: el sistema judicial se traba por recursos legales que, más que proteger derechos, sirven para prolongar la impunidad de los que más tienen.

No es un secreto que tramitar un amparo cuesta, y no poco, a veces del tamaño del sapo es la pedrada, su acceso depende de la capacidad económica de quien los solicita, así se confirma la añeja sospecha de que la justicia en México no siempre es igual para todos: los recursos se multiplican, los procesos se alargan y los poderosos logran, por años, evadir la ley.

El caso no se limita al ámbito penal, en materia fiscal, los abusos son igual de evidentes, los empresarios o coscolinos en lugar de cumplirle bien a “Lolita” para no enfrentarse a Dolores, de volada se van tras de Amparo, frívola, desdeñosa y casquivana; llena de gracia y como pocas bella, pero de alma insensible, fría y vana. 

Empresarios y magnates recurren casquivanos con amparo para evadir pagos multimillonarios al fisco, con Amparo todo, una y otra vez para retrasar o impedir resoluciones, la presidenta de la República lo expresó recientemente, al referirse sin mencionarlo directamente al Tío Richy: “Si no se modifica la Ley de Amparo, los deudores fiscales seguirán abusando del sistema; la justicia nunca llega a quien tiene que llegar”. Y tiene razón, quienes más recursos poseen son, muchas veces, quienes más abusan de la ley.

La reforma a la Ley de Amparo busca devolver a este instrumento su propósito original, modernizar los procesos de impugnación, reducir tiempos y cerrar los vacíos que permitían a los más poderosos prolongar juicios por años, el objetivo es evitar el abuso y que todos los ciudadanos paguen sus impuestos.  La reforma fija plazo máximo de 90 días para dictar sentencia y evitar que los juicios se eternicen.

Dejaran los abogados fiscalistas a la sonsacadora Amparo para regresar de golpe con la dolorosa Lolita que es tan glacial como la nieve…!

La reforma no busca suprimir derechos, es devolver al amparo su esencia: ser un instrumento de justicia, no un privilegio de evasión.

Es tiempo de que el juicio de amparo vuelva a servir a su propósito original: proteger a quien lo necesita y no a quien puede pagarlo, solo así la justicia dejará de ser un terreno de desigualdad y se convertirá en lo que siempre debió ser: la voz del derecho, del pueblo, no del dinero.

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