Manuel Amador Velázquez, activista aspirante a dirigir la Codhem

Manuel Amador Velázquez, activista aspirante a dirigir la Codhem

El activista Manuel Amador Velázquez, sin trayectoria política, considera que puede dirigir la Codhem.

Gerardo Carmona
Julio 30, 2025

Desde un lugar de la sierra de Oaxaca, donde realiza trabajo de campo académico, el sociólogo y activista Manuel Amador Velázquez accede a charlar con La Jornada Estado de México respecto a las razones para postularse como aspirante a presidir la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem), institución que, asegura, ha sido reducida a un mero administrador de derechos humanos y que requiere, con urgencia, recuperar su función investigadora, su incidencia y relevancia pública y su legitimidad social.

Manuel Amador Velázquez, activista aspirante a dirigir la Codhem

El activista Manuel Amador Velázquez ha tenido experiencia en contacto con la gente y conoce sus necesidades

Amador Velázquez es uno de los 34 aspirantes registrados ante el Congreso mexiquense para relevar a Myrna García Morón en la presidencia de este organismo defensor, a partir del próximo 21 de agosto, cuando le tomarán protesta a quien la Legislatura local.

Apoyado por diversos sectores
La suya es una candidatura respaldada por amplios sectores de la sociedad civil: organizaciones de víctimas de feminicidio, pueblos originarios, colectivos LGBTI+, agrupaciones campesinas, ambientales, educativas y culturales, así como defensoras y defensores de derechos humanos y periodistas.

“Estoy muy honrado por ese respaldo. No se trata de una aspiración personal, sino de un compromiso colectivo construido desde la calle, desde los duelos, desde la búsqueda de justicia y desde la pedagogía popular”, argumenta.

Trayectoria desde la academia

Sociólogo por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco y maestro en Derechos Humanos por la Flacso México, con especialidad en Grupos en Situación de Vulnerabilidad, Manuel Amador se ha dedicado durante décadas a la docencia y al acompañamiento a víctimas en las periferias urbanas.
“Imparto clases en la FES Acatlán, donde enseñó Sociología Jurídica en la Maestría en Derecho y participo desde que se creó la Especialidad en Derechos Humanos. Pero mi trabajo va más allá del aula: lo he construido en comunidades campesinas, en procesos de denuncia, en movilizaciones contra el feminicidio, en acciones de duelo colectivo”, dice.

Trabajo cercano a la ciudadanía

Afirma haber caminado los barrios, los centros penitenciarios, los andenes del Metro con organizaciones que luchan contra la homofobia y el clasismo institucional.

“Ahí se aprende más que en cualquier tratado”.

En su trayectoria destacan el trabajo con pueblos indígenas, colectivos LGBTI+, del cual es orgullosamente parte, para integrar iniciativas contra la violencia mediática, la intervención directa en comunidades marcadas por el despojo o la violencia institucional, y la exigencia pública de justicia para víctimas de feminicidio.

“En 2009 logramos que un diario dejara de publicar portadas homofóbicas. También enfrentamos al entonces titular del Sistema Colectivo Metro, Francisco Bojórquez, por los discursos discriminatorios hacia la diversidad sexual. Hemos empujado convenios, pero también confrontado al poder”, anuncia.

Su compromiso si dirige la Codhem

Sobre su postulación a la Codhem, afirma que no se trata de dejar la academia ni el activismo, sino de llevar ese compromiso a una institución que, a su juicio, “tiene demasiados pendientes”.

“La comisión no ha cumplido su papel de investigar violaciones de derechos humanos. Se dedica a administrar, a conciliar, a resolver con convenios. Eso es insuficiente. Si una autoridad violó derechos humanos, no basta con acordar, hay que documentarlo, nombrarlo y señalarlo públicamente. La comisión se ha vuelto tibia, endeble, y ha dejado de cumplir con su mandato legal”, sostiene.

Para Amador Velázquez, las instituciones defensoras se han burocratizado al punto de perder sentido.

“La Codhem es gris, no impacta, no interpela, no conmueve. La sociedad ya no cree en ella porque se ha vuelto funcional al poder. Tenemos muy pocas recomendaciones emitidas y eso habla de una política de dejar de hacer, o de hacer selectivamente”.

Considera que, más allá de emitir discursos, la Comisión debe actuar con firmeza frente a las violaciones de derechos humanos sistemáticas.

Los cambios

Cuestionado sobre si la ley que regula a la Codhem requiere una reforma, responde contundente que no.

“Tenemos un marco legal suficiente. Está alineado con los estándares internacionales. El problema no es la norma, sino que no se cumple. El marco jurídico permite investigar, emitir recomendaciones, incidir. Lo que falta es voluntad. Lo que necesitamos es que la comisión funcione con base en ese marco, con cercanía a la sociedad, con autonomía, con contundencia”.

Critica también la lógica de visibilidad mediática que ha prevalecido entre anteriores ombudspersons. Asegura que muchos han buscado protagonismo, han intervenido solo en los casos que les aseguran reflectores.

“Eso es construir una imagen política, no defender derechos humanos. La Comisión no debe ser una plataforma personal. Su tarea es proteger la dignidad de todas y todos, no selectivamente, no solo cuando hay cámaras o cuando hay presión”. Frente a esto, propone una comisión de puertas abiertas, con una estructura interna funcional, que recupere el sentido público del ombudsperson: estar ahí donde se violan los derechos, “aunque duela, aunque no sea cómodo”, expone.

En su diagnóstico, el rezago en la atención a quejas, la falta de recomendaciones y la debilidad institucional reflejan una crisis de legitimidad.

“El marco legal dice que hay que investigar, pero si no se investiga, si no se pronuncia, si no se recomienda, entonces la Comisión pierde fuerza; y cuando se minimiza el impacto de las recomendaciones porque no son vinculantes, se pierde otra batalla. Pero esa es una idea errónea: el valor de una recomendación no está solo en su efecto legal, sino en su fuerza ética, política, pública. Y eso hay que recuperarlo”, afirma.

Señala que a diferencia de otros aspirantes él no tiene carrera política, no busca una trayectoria y su labor ha sido muy pública y transparente.
“He estado donde se exige justicia, donde se honra a las víctimas, donde se acompaña el dolor. Y lo seguiré haciendo, desde donde esté. Pero si el Congreso decide que esta voz, construida colectivamente, puede servir desde dentro, estoy listo. Estoy listo para poner el cuerpo una vez más”, dice.

Con esperanza

Con el fondo musical que nos regalaban los pájaros de la sierra oaxaqueña de fondo en la conversación, Manuel recuerda el momento en que compareció ante las y los diputados mexiquenses, junto con las otras personas aspirantes.

“Me sentí como cuando hemos ido a una acción de duelo colectivo. Con esa tensión, con esa incertidumbre. Pero también con la certeza de que hay que estar. Porque en este país, ir a buscar justicia sigue siendo un pendiente. Y porque a veces, aunque no sepamos qué va a pasar, hay que volver a poner el cuerpo. Una y otra vez”.

PAT

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