Mara Lezama: La gobernadora que comienza a dejar huella.

Jorge Chávez Mijares | Demoscopia Digital

En Quintana Roo, donde la postal es de ensueño pero la realidad exige temple, Mara Lezama Espinosa ha comenzado a dejar huella. Gobernadora morenista de 56 años, fue la primera mujer en asumir el mando del estado más visitado de México, y lo ha hecho en tiempos de profundos contrastes: crecimiento turístico imparable, pero también desigualdad persistente y violencia al acecho.

Según el estudio de Demoscopía Digital de mayo, Lezama se ubica en el 5º lugar nacional en aprobación, con un 65.8%, creciendo desde el 7º lugar en abril cuando tenía 63.2%. La tendencia ascendente habla de una mandataria que ha logrado sortear presiones económicas, ambientales y sociales sin perder el control político ni el respaldo ciudadano.

Gobernar Quintana Roo no es solo gestionar destinos turísticos de fama mundial, es también enfrentar las demandas de miles de trabajadores que viven fuera del glamour, en colonias periféricas, en zonas donde el desarrollo no se siente. Lezama ha entendido ese contraste y lo ha convertido en eje de su administración: llevar justicia social a una tierra muchas veces secuestrada por el interés inmobiliario y hotelero.

Pero también ha demostrado habilidad para negociar con el empresariado, defender megaproyectos federales como el Tren Maya, y al mismo tiempo mantener la estabilidad institucional del estado. Su tono es más social que tecnocrático, más cercano a la comunidad que al protocolo de Estado. Esa cercanía —y su experiencia previa como comunicadora y presidenta municipal— le han permitido conectar con sectores diversos.

Mara Lezama no gobierna en silencio, ni desde la distancia. Su estilo es frontal, protagónico y, en momentos clave, conciliador. Ha sabido leer los riesgos de una economía dependiente del turismo y busca diversificar, invertir en infraestructura y reforzar la seguridad sin escalar la violencia.

El Caribe mexicano, tras la pandemia y la presión urbanística, necesitaba algo más que una administradora. Y en Mara encontró a una política que, con firmeza, intenta equilibrar los sueños de los viajeros con las urgencias de quienes ahí viven todo el año.

Gobernar un paraíso turístico es, a veces, lidiar con los demonios del éxito. Y en ese terreno, la gobernadora de Morena ha sabido caminar con sensatez.