Marzo, mes de la mujer: No puedo dormir, embarazo y trastornos del sueño (2 de 2)
Buena parte de nuestra vida transcurre en el sueño, durante el cual el organismo realiza un sinfín de funciones que son vitales para la salud. En el caso de las mujeres, en el período de embarazo esas funciones y otras específicas son aún más relevantes.
Comer hasta el hartazgo: atracones y problemas de sueño
Los atracones o el consumo de cantidades inusualmente grandes de alimentos, antes o durante el embarazo, pueden causar problemas de sueño que pueden durar hasta dieciocho meses después del parto. Mujeres embarazadas que comen en exceso por razones emocionales, tienen un veintiséis más de probabilidades de presentar problemas de sueño que las participantes sin síntomas de trastorno alimentario.
Todas las mujeres, independientemente del estado del trastorno alimentario, informaron más problemas de sueño durante las primeras dieciocho semanas de embarazo. Duermen más horas pero con menos sueño profundo y se despiertan más durante la noche. Además de los cambios hormonales y las molestias físicas, durante el embarazo aparecen afecciones como los trastornos respiratorios durante el sueño y el síndrome de piernas inquietas.
El tratamiento de los trastornos respiratorios del sueño durante el embarazo puede mejorar la salud fetal. La evidencia sugiere que el tratamiento de los trastornos respiratorios durante el sueño con terapia de presión positiva en las vías respiratorias (CPAP) en mujeres embarazadas con preeclampsia mejora los niveles de actividad fetal, un marcador del bienestar fetal.
Los resultados muestran que el número promedio de movimientos fetales aumentó de 319 a 592 durante la noche gracias a la terapia con CPAP. Durante el transcurso de la noche sin tratamiento con CPAP, el número de movimientos fetales disminuye en 7.4 por hora. Por el contrario, el número de movimientos fetales aumentó 12.6 por hora durante la noche con la terapia CPAP.
Lo que de otro modo se habría considerado un “ronquido” clínicamente sin importancia o menor, probablemente tenga efectos importantes en el suministro de sangre al feto, y el feto, a su vez, se protege reduciendo los movimientos.
El envejecimiento y el mal sueño
La clave para que las mujeres luzcan más jóvenes podría ser usar una crema antienvejecimiento pero, además, dormir bien. Se ha demostrado que la calidad del sueño afecta la función de la piel y el envejecimiento. Asimismo, que que quienes duermen mal tienen mayores signos de envejecimiento de la piel y una recuperación más lenta de una variedad de factores estresantes ambientales, como la alteración de la barrera cutánea o la radiación ultravioleta (UV). Las mujeres que duermen mal valoran su propia piel y apariencia facial desfavorablemente.
El sueño inadecuado se correlaciona con una salud reducida de la piel y acelera el envejecimiento. Las mujeres privadas de sueño muestran signos de envejecimiento prematuro de la piel y una disminución en la capacidad de su piel para recuperarse después de la exposición al sol. La falta de sueño se ha convertido en una epidemia mundial. Si bien la privación crónica del sueño se ha relacionado con problemas médicos como la obesidad, la diabetes, el cáncer y la inmunodeficiencia, sus efectos sobre la función de la piel se han determinado recientemente.
La piel funciona como una barrera importante contra factores estresantes externos, como las toxinas ambientales y el daño al ADN inducido por el sol. La función y la apariencia de la piel también se ven afectadas por la calidad del sueño, que es vital para el crecimiento y la renovación de los sistemas inmunológico y fisiológico.
Se han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre personas que duermen bien y mal. Utilizando el sistema de puntuación del envejecimiento de la piel, las personas que duermen mal muestran mayores signos de envejecimiento intrínseco de la piel, incluidas líneas finas, pigmentación desigual, flacidez de la piel y elasticidad reducida.
Los investigadores descubrieron que quienes dormían bien se recuperaban más eficientemente de los factores estresantes de la piel. La recuperación de las quemaduras solares fue más lenta en quienes dormían mal, y el eritema (enrojecimiento) permaneció más alto durante 72 horas, lo que indica que la inflamación se resuelve de manera menos eficiente. Se utilizó una prueba de pérdida de agua transepidérmica en varios momentos para determinar la capacidad de la piel para actuar como una barrera eficaz contra la pérdida de humedad. En mediciones 72 horas después de un factor estresante de la barrera cutánea, la recuperación de los durmientes de buena calidad fue un treinta por ciento mayor que la de los durmientes de mala calidad, lo que demuestra que reparan el daño más rápidamente.
No es sorprendente que la autopercepción del atractivo fuera significativamente mejor en quienes dormían bien (puntuación media de 21 en la autoevaluación) frente a los que dormían mal (puntuación media de 18).
El cáncer y la alteración del sueño
Los trastornos del sueño tienen un gran impacto en la calidad de vida, el funcionamiento laboral, la salud económica y el funcionamiento psicosocial, además de que pueden afectar negativamente la salud y el sistema inmunológico.
Estos trastornos son comunes entre las supervivientes de cáncer ginecológico. Una nueva encuesta ha descubierto que más de la mitad de las supervivientes de cáncer ginecológico pueden tener problemas para dormir. Los médicos deben abordar la presencia de alteraciones del sueño entre sus supervivientes, y deben abordarse los factores de riesgo modificables, por ejemplo, sofocos, urgencia urinaria y molestias intestinales.
El cincuenta y cinco por ciento de supervivientes de cáncer tienen problemas para dormir, y de ellos, sesenta y cuatro por ciento mencionan que la pérdida de sueño comenzó durante o después del tratamiento contra el cáncer.
Algunos factores pueden coincidir con el riesgo de pérdida de sueño. Los pacientes más jóvenes y los pacientes con cáncer de ovario y de cuello uterino tienen más probabilidades de dormir mal, presentar sofocos, problemas intestinales y de vejiga y tratamientos previos con quimioterapia, radiación o ambos.
Dormir mal podría afectar el tiempo de supervivencia de las mujeres con cáncer de mama. Un estudio reciente muestra que la eficiencia del sueño (ES) predice el tiempo de supervivencia de las mujeres con cáncer de mama. La eficiencia del sueño es la cantidad de minutos de sueño dividido por la cantidad de minutos en la cama.
En una investigación reciente participaron noventa y siete mujeres con cáncer de mama avanzado. Las mujeres tenían una edad promedio de 55 años. Llevaron un actígrafo en la muñeca durante tres días. El dispositivo registra patrones de actividad para identificar el sueño y la vigilia. En general, los participantes pasaron unas ocho horas en la cama por la noche, pero durmieron sólo 6.5 horas.
Los resultados muestran que una ES más alta se asoció significativamente con una menor mortalidad durante los siguientes seis años. La supervivencia media fue de 68.9 meses para los durmientes eficientes. La tasa de supervivencia promedio fue de 33.2 meses para los participantes con ES deficiente. Un estudio adicional encontró que un aumento del diez por ciento en ES reducía el riesgo de muerte en un treinta y dos por ciento. Dormir bien parece tener un fuerte efecto protector, incluso en el caso del cáncer de mama avanzado.
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Actividad física y menopausia: cómo mejorar el sueño
Dormir bien por la noche no siempre es fácil para las mujeres durante la menopausia. El ejercicio puede ayudar, pero a las mujeres les puede resultar difícil encontrar tiempo libre para ello. La buena noticia es que niveles más altos de actividad física diaria rutinaria pueden ser la clave más importante para un mejor sueño nocturno para muchas mujeres que tienen sofocos y sudoración nocturna y despertares. Pero hubo diferencias raciales y de masa corporal significativas: las ventajas se dieron principalmente en las mujeres blancas y no obesas.
Muchos problemas médicos obstaculizan la capacidad de una mujer para dormir bien. El tratamiento de un problema médico subyacente a menudo conducirá a un mejor sueño. Estos son algunos de los problemas médicos más comunes que afectan el sueño de las mujeres: Reflujo ácido. Artritis. Asma. Dolor de espalda. Epilepsia. Fibromialgia. Esclerosis múltiple. Enfermedad de Parkinson.
Los síntomas vasomotores (SVM), por ejemplo, sofocos y sudoración nocturna, son los síntomas principales de la menopausia, afectan a más del ochenta por ciento de las mujeres en la menopausia y son los síntomas por los cuales la mayoría de las mujeres buscan tratamiento. Suelen durar de cinco a siete años, pero pueden persistir durante quince o más.
Los SVM están asociados con alteraciones en el sueño, el estado de ánimo, así como disminución de la función cognitiva y reducción de la calidad de vida.
Información de Dra. Matilde Valencia-Flores
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