Microsismos en el Valle de México cada vez más frecuentes

Microsismos en el Valle de México cada vez más frecuentes

Por microsismos existe la preocupación de los habitantes de Praderas de San Mateo, en Naucalpan.

Alejandra Reyes
Julio 12, 2025

Los microsismos en el Valle de México son cada vez más frecuentes, principalmente debido a la sobreexplotación de los mantos acuíferos y a fallas geológicas locales.

Hugo Antonio Espinosa, académico y asesor en gestión de riesgos de desastre, explicó que estos movimientos telúricos son provocados por fallas geológicas que atraviesan una ciudad con alta actividad sísmica. Según el especialista, quienes habitan la zona poniente de la Ciudad y el Estado de México enfrentan una disyuntiva: adaptarse a convivir con estos fenómenos o mudarse a otra ciudad.

Preocupación constante por las Praderas de San Mateo

Durante una entrevista sobre la preocupación de los habitantes de Praderas de San Mateo, en Naucalpan, Espinosa afirmó que existe un temor constante de que las viviendas sufran hundimientos debido a la sismicidad local.

Recomendó a la población acudir a Protección Civil Municipal para solicitar, mediante un oficio, que se revise el subsuelo con el georadar disponible, a fin de detectar posibles oquedades o socavones.

La sobreexplotación de los mantos acuíferos ha provocado el surgimiento de grietas y hundimientos en zonas donde ya no hay agua ni tierra firme. Las estructuras pierden estabilidad, generando bloques colapsados que pueden desencadenar microsismos. Estos fenómenos también están asociados a fallas geológicas más profundas, agravadas cuando se combinan tres factores: fallas activas, socavones detectables con georadar, y actividad constructiva o movimiento constante de vehículos pesados.

Ciudadanos deben presentar oficios para realizar estudio

Espinosa insistió en que los ciudadanos deben presentar oficios solicitando estudios del subsuelo. Afirmó que muchas unidades de Protección Civil no cuentan con recursos ni con visión estratégica, y que podrían ser auxiliadas por el Cenapred si hubiera mayor iniciativa ciudadana.

Pasos sugeridos para solicitar estudio de fallas:

  1. Presentar un oficio dirigido a Protección Civil, con copia a la Comisión de Derechos Humanos y al área jurídica del Ayuntamiento.
  2. Obligación de respuesta por parte del Ayuntamiento; de no hacerlo, el área jurídica debe intervenir.
  3. Recepción del dictamen donde se determina si hay procesos de falla. Este debe canalizarse a obras públicas.
  4. Presentar solicitud formal ante la dependencia de obras públicas municipales.
  5. Fomentar acciones de autoprotección, físicas y emocionales, ante esta nueva realidad sísmica.

Además, Espinosa destacó la importancia de familiarizarse con conceptos técnicos como el Peak Ground Acceleration (PGA), que mide la aceleración máxima del suelo durante un sismo. Este parámetro representa el “jalón” más intenso que puede provocar un movimiento telúrico en un sitio específico.

Opinión desde la academia

“Estamos en un mundo vivo, que constantemente se está moviendo”, afirmó Francisco Lermo Samaniego, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, geofísico de profesión y experto en microzonificación. En una entrevista para el Diario de los Asombros, del 23 de enero de 2024, enfatizó que la Ciudad y el Estado de México se ubican en una cuenca rodeada de fallas.

Samaniego, quien ha realizado estancias en Japón y Noruega, añadió que estos “temblorcitos” no sólo se deben al estrés tectónico, sino a la intensa actividad humana: “Alrededor del lago de Xochimilco hay 70 pozos que extraen agua para abastecer a la población. Se saca más rápido de lo que se recarga por lluvia. Esto genera poros vacíos que se compactan cuando ocurre un temblor”, explicó.

Indicó que no todas las grietas son fallas, y que estas no se observan a simple vista. Son hundimientos verticales causados, principalmente, por la sobreexplotación del agua. Aunque no hay razón para alarmarse de manera inmediata, sí urge detener el abuso del subsuelo.

Comentó finalmente Hugo Espinoza que en la Ciudad de México se han registrado más de 200 microsismos en los últimos dos años. A diferencia de lo habitual, los epicentros ya no se ubican en Oaxaca o Michoacán, sino en alcaldías como Álvaro Obregón y Cuajimalpa. Aunque su magnitud es menor a 3 grados y no activa el Sistema de Alerta Sísmica, revelan un cambio geológico que debe ser comprendido para poder adaptarse.

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