Mujeres rurales y originarias, dueñas de su destino…

En esta ocasión vamos con la entrevista que le realicé a la maestra Anabel López Sánchez, a quien conocí hace como tres o cuatro años, gracias a un grupo de mujeres que está en el mundo para apoyar siempre a otras mujeres.

Anabel está a cargo de la Dirección General para la Promoción de una Vida Libre de Violencia e Impulso a la Participación Política del Instituto Nacional de las Mujeres.

Paloma Cuevas (PC): Ese cargo que traes querida Anabel, es un nombresote que implica muchas cosas, y es que cuando hablamos de prevención de la violencia hablamos casi de ciencia ficción, y un montón de temas implicados, pero además cuando se habla de participación de las mujeres no solo a nivel político sino social, cuando durante cientos de años, por todo el andamiaje cultural y social, se nos ha preferido calladitas y escondidas en un rincón.

Platícanos por favor, ¿Cuál es el principal reto de la labor que te corresponde realizar?

Anabel López Sánchez (ALS): Bueno, en relación con la participación de las mujeres, es efectivamente ampliar los espacios, no solo en el ámbito electoral, donde ya tenemos un camino andado, las mujeres en México, al grado de que ya tenemos a la primera mujer presidenta, ¡es delicioso decirlo! Sin embargo, hay otros espacios públicos de participación, otros espacios de toma decisión colectiva que tienen que ver con la vida, no solo de las mujeres sino también de las comunidades y uno de esos espacios que representan mayor reto, es la participación de las mujeres en el ámbito agrario.

La participación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones que tienen que ver con la tierra y el territorio.

PC: Hablemos entonces de la Estrategia Integral para el Acceso de las Mujeres Rurales e Indígenas a la Tierra, el Territorio y el Reconocimiento de sus Derechos Agrarios.  Hablar de territorio y ser mujeres en México observa un interesante parangón toda vez que históricamente hemos sido vistas como objeto de propiedad, casi casi como un territorio también, culturalmente hablando. Sin embargo, las mujeres solamente tenemos acceso a la posesión hasta ahora de un 27% de todo lo que es sujeto a propiedad, ¿cómo lo ves desde donde tú estás sentada y porqué es tan importante esta estrategia?

ALS: Para hablar de esa problemática hay que hacer un poco de historia, debemos recordar aquel slogan revolucionario de “La tierra para quien la trabaja”, la demanda principal de Zapata de acceso a la tierra, tuvo su resultado en una ley agraria, y resulta que en ese proceso de reparto, dotación y reconocimiento de la tierra a las comunidades, las comunidades y pueblos indígenas, los trabajadores indígenas, tuvo un sesgo realmente patriarcal, porque reconoció de acuerdo al contexto histórico en esta creencia machista de no reconocer el aporte de las mujeres al trabajo campo. Llevó al reconocimiento de jefaturas de familia principalmente masculinas. ¿Qué tenemos entonces? Quienes accedieron al derecho agrario fueron principalmente hombres, tenemos un reparto agrario androcentrista, tenemos una carga cultural tremenda, con prejuicios y estereotipos que no reconocen el aporte de las mujeres al trabajo productivo, sino que siguen pensando que las mujeres solamente realizamos tareas de cuidado en la casa y la vida privada, y tenemos también una serie de procedimientos administrativos, difíciles para las mujeres.

Entonces un conjunto de condiciones que nos mantienen en estas circunstancias. 

PC: ¿Impedidas por completo y olvidadas “las soldaderas”?

ALS: Así es, ahí están “las soldaderas”, sin figurar en el reparto agrario. Y tenemos diez millones de hectáreas del territorio nacional que son propiedad social y aproximadamente solo 5.3 millones de personas tienen derecho sobre esos diez millones de hectáreas.

Paloma Cuevas: Y eso, ¿Quién lo determina?

ALS: La condición, es decir, hay dos figuras en la propiedad social, la comunal y la ejidal, y lo que lo determina es la herencia, ahorita porque aquellos posrevolucionarios que fueron dotados de tierra han ido heredando su derecho agrario a sus hijos y nietos. Otra cosa que lo puede determinar es el acceso, es decir que tú lo puedas comprar, pagar, por el derecho y entonces puedes acceder al derecho agrario y la otra es que las asambleas te reconozcan como sujeto o sujeta de derecho agrario.

Entonces hay tres maneras de acceder: por herencia, por compra – adquisición del derecho o reconocimientos de la asamblea.

PC: Entonces, termina la Revolución, se “nos olvida” convenientemente que “las Soldaderas” anduvieron ahí, se nos olvidan los corridos que fueron la voz del pueblo para atestiguar que algo ocurrió y entonces: “se regresan por favor a la cocina y se olvidan de que puedan poseer cualquier cosa”, pero además se nos está pasando por ahí que somos un pueblo de migrantes, durante la segunda guerra mundial una cantidad importante de mexicanos se fue a Estados Unidos,  muchos de nuestros pueblos y estados se quedaron a cargo de mujeres, contamos un montón de hogares cuya cabeza familiar son mujeres y sin embargo ellas no tienen acceso a esa tenencia de la tierra, siendo limitas en muchos otros sentidos en cuanto a sus derechos y autonomías.

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Cuéntanos de eso, por favor.

ALS: Primero decirte, que efectivamente quedamos en el olvido en el reconocimiento formal, pero eso no significa que las mujeres no estén todos los días trabajando, cuidando y en muchas ocasiones defendiendo la tierra y el territorio. Nada más déjame decirte que las mujeres producen más de la mitad de los alimentos que consumimos y exportamos. Son las cuidadoras de los bienes y recursos naturales de la mayor biodiversidad cultural de nuestro país.

En cuanto a la situación de las mujeres en contextos de migración, efectivamente hay estados muy focalizados que son expulsores de mano de obra, hacia el campo en Estados Unidos: Michoacán, Zacatecas, la montaña de Guerrero, la Mixteca Oaxaqueña, son estados con un gran porcentaje de expulsión de mano de obra.

Tenemos comunidades donde solamente hay mujeres, y resulta que a pesar de que son ellas quienes se quedan a cuidar a los hijos, la casa, la comunidad, el tequio, la cultura, la lengua, no tienen acceso a la tierra. Por eso resultan fundamentales las acciones para que estas y otras mujeres puedan acceder a su derecho agrario y puedan acceder a otros derechos.

Por ejemplo, en la mixteca oaxaqueña hay una región expulsora de mano de obra de hombres, a la que ahora se suman mujeres, – porque se ha feminizado la migración, – y ahí hay municipios que se rigen por sistemas normativos indígenas, y es la región de Oaxaca donde más presidentas municipales ha habido. ¿Qué tiene que ver esto con el acceso a la tierra? Pues resulta, que el señor se va, ella se queda al cuidado de la tierra, han implementado ellas mecanismos para asistir a las asambleas, y eso les ha abierto otros derechos. Esto es el derecho agrario, es un derecho llave, es un derecho que permite que las mujeres abran otros derechos.

PC: ¡Qué bonita analogía! Es un derecho llave, comenzando por el derecho a la educación, porque he observado que mujeres tan grandiosas como Yásnaya Elena Aguilar Gil, salen de sus comunidades a estudiar y regresan corregidas y aumentadas a compartir lo que han aprendido, con gran amor y respeto por sus espacios. El que va, regresa y comparte muestra un valor comunitario, que engrandece al espacio.

Y ahora que tú lo has mencionado como un derecho llave, ¿a qué otras cosas se obtiene acceso?

ALS: A la participación política en el ámbito comunitario, derecho a acceder a programas del campo, ejemplos, financiamiento del subsidio para personas campesinas. Es muy importante para acceder a proyectos productivos que puedan acceder a fortalecer su economía. Una mujer que es dueña de la parcela que trabaja, por supuesto que tiene mayor autonomía. 

Las mujeres sembradoras de flores de la región de la alta montaña de Veracruz, ¡es maravilloso Paloma, cuando estuvimos haciendo con ellas este trabajo de acercamiento lo relevante que es tener un documento que les dé certeza sobre la parcela que trabajan sembrando flores, porque eso significa que nadie se los va a quitar, que pueden seguir sembrando con mayor certeza, invertir, acceder a créditos, yo insisto que el derecho agrario permite una posibilidad de participación de las mujeres, pero también fortalece su autonomía economía económica y personal!

PC: ¿De qué manera el contar con ingresos seguros incide en las violencias?

ALS: La autonomía económica les da a las mujeres seguridad, una señora en una comunidad en Oaxaca que estaba harta de su marido golpeador quería que se le reconociera a ella el derecho agrario porque la casa donde vivía, el terreno donde se construyó esa casa estaba a nombre de él, y eso fue realmente una tortura, había que pasar por un juicio, denunciar al hombre, ir a un juicio civil y luego generar el derecho a la tierra. Eso marcó un hito y luego otra mujer muy cercana que me encontré en la comunidad me dijo: “me voy a ingresar como comunera hija, ahora que todavía hay cariño, porque cuando ya no me quieran, ya no me van a querer reconocer ningún derecho.”

Las mujeres cada vez están más conscientes que en el ámbito de la tenencia de la tierra, tener ellas el derecho les da herramientas para enfrentar una situación de violencia. Si en algún momento les toca sufrirlo, tener el derecho a la tierra les permite quedarse con la parcela y la casa, dar certeza a sus hijos.

Qué bueno que me lo preguntas, así, porque de hecho ahora que lo preguntas en realidad lo estoy pensando. Reconocer el derecho agrario de las mujeres, es una forma de prevenir la violencia en su contra.

PC: Después de todos estos resultados, más de quince mil juicios de tenencia de la tierra, 130 mil mujeres electas en las asambleas, que los estados del país estén haciendo lo propio y sumándose a esta estrategia, ¿con qué te quedas de este proyecto?

ALS: Me ha dado muchas satisfacciones este proyecto. Primero porque yo conozco de manera directa la condición de las mujeres en el campo. Soy hija de madre y padre campesinos. Sé lo que las mujeres necesitan. Lo que más me ha dado satisfacción Paloma, es que las asambleas ejidales y comunales están hablando de este tema.

En el ejercicio que estamos haciendo de acompañamiento a la Procuraduría Agraria, de revisión de los reglamentos internos y de los estatutos comunales, las asambleas deben hablar de esto, son ya más de seis mil estatutos y reglamentos revisados con perspectiva de género, lo cual es maravilloso, porque tienes a la asamblea hablando del derecho de las mujeres a la tierra, lo que requiere que antes tengan que hablar de todos sus derechos.

Esta estrategia tiene un componente de Pedagogía Comunitaria, que no visualizamos al principio.

PC: Esa es poesía en acción, cambios de fondo y no de forma, alejados de un escritorio, y ver a la sociedad hacerse cargo de la política, para reformar la manera de vivir.

¿Con que te gustaría terminar esto? Decía Martin Luther King, “Yo tengo un sueño”, cuando los sueño se ponen a caminar y acceden a sus pies se convierten en algo mucho más grande que lo visualizado al inicio, hacia donde lo visualizas hoy, tú que conoces la realidad de la mujeres.

ALS: Cada vez habrá más comunidades y ejidos hablando y reconociendo los derechos de las mujeres. Visualizo que pronto tendremos 50% de mujeres con derecho al 50 % de los derechos de este país, fortaleciendo sus autonomías.

PC: ¿Cuál es el sueño, Anabel? Hemos hablado de estos temas a la una de la mañana, con la pasión que implican, hoy a las siete de la mañana antes de venir para acá, y de repente hay que ir a donde haya que ir, porque hay que ir a donde haya que ir.

ALS: El sueño es que todas las mujeres rurales puedan realmente sentirse seguras y felices de hacer lo que hacen, en el lugar que habitan contribuyendo al cuidado y a la defensa de la tierra y el territorio desde una posición de seguridad y de certeza.

PC: ¿Qué falta? ¿Le ves posibilidad de continuidad en los gobiernos por venir?

ALS: Falta que fortalezcamos la estrategia y que sea un programa de política pública, que asigne el presupuesto suficiente para que las instituciones agrarias puedan hacer lo que les toca para garantizar el acceso de las mujeres a la tierra y el territorio. Falta que dialoguemos a nivel comunitario, de la necesidad de la participación de las mujeres.

Definitivamente veo la posibilidad de continuidad y me da mucho gusto que esté incluido en los cien puntos de la presidenta electa, considerados los puntos de la estrategia.

Solamente agregaría que es muy importante llevar este diálogo sobre los derechos de las mujeres, a los espacios más cercanos, la comunidad y las familias. Invito a los señores con derechos agrarios que valoren que van a heredar a sus hijas, e invitaría a las mujeres viudas a que accedan al derecho, no ser solo cuidadoras. Invito a todos y todas a participar en este derecho que es muy importante.

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