Nos acabamos el planeta, nuestra depredación parece no tener límites, agotamos los recursos naturales, aceleramos el cambio climático, consumimos y contaminamos a un ritmo que la Tierra no puede sostener; es urgente y necesario salvarlo, consumir de manera responsable agua y energía, una adecuada gestión de residuos, alimentos, transporte y edificación sostenible, para que las generaciones futuras disfruten de un planeta habitable y próspero.
En 2025 las empresas en México incorporaron en sus obligaciones financieras las normas mundiales de sostenibilidad, en materia de información medioambiental, social y normas laborales, gobernanza y lucha contra la corrupción, finanzas sostenibles, economía circular, una transformación para que industria, comercio y servicios además de generar ganancias no se pasen de la raya y hereden un mundo mejor a las futuras generaciones a través de gestión de riesgos climáticos, promoción de una sociedad más inclusiva, una economía más sostenible y alineada con la agenda 2030 y los diez principios del pacto mundial de la ONU.
Estas nuevas reglas son el equivalente verde y social de las Normas de Información Financiera (NIF): mientras las NIF nos dicen cuánto gana una empresa, las NIS nos revelan cuánto contamina, cómo trata a sus trabajadores, si fomenta la equidad de género y cómo actúa frente a los retos del cambio climático, establecen 30 indicadores clave, desde las emisiones de gases efecto invernadero, consumo energético, la brecha salarial, hasta la representación de mujeres en puestos directivos; es una revolución del reporting, una transformación que coloca la información sobre sostenibilidad al mismo nivel que la información financiera, y ¡lo mejor! estandarizada, verificable y pública.
¡Urge que el gobierno también como en la empresa implemente las NIS, porque también agota recursos, tiene responsabilidad ambiental, social y ética; es fácil caray!, no se necesita mucho.
Las NIS miden y reportan indicadores clave en cuatro grandes áreas: ambiental: emisiones de gases, consumo energético, uso del agua en zonas de estrés hídrico, generación y aprovechamiento de residuos, y uso de sustancias químicas peligrosas; Social: cerrar la brecha salarial, promover la capacitación, evitar accidentes laborales y fomentar el desarrollo profesional, gobernanza: establecer consejos de administración transparentes, órgano de vigilancia independiente, códigos de ética, políticas de protección de datos y mecanismos de gestión de riesgos y capital humano: garantizar igualdad de oportunidades, condiciones laborales dignas y políticas incluyentes.
La Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en su informe Brundtlant, destaca la calidad de vida de las generaciones, equidad de género, paz, tolerancia, disminución de la pobreza, preservación de los recursos naturales y justicia ambiental.
Además el avance normativo actual marca una transformación en materia de sostenibilidad, con estándares de transparencia y verificación; en la parte medioambiental busca mitigar emisiones y evitar la deforestación, en lo social, leyes que promueven la igualdad, la inclusión, el empoderamiento de mujeres y comunidades LGTBI; en gobernanza el fortalecimiento de sistemas éticos y transparentes, y en economía circular fomenta la regulación del reciclaje y eficiencia energética como parte de una nueva visión productiva; todo va hacia el mismo fin.
Aunque lleve años la implementación, hay luz en el camino y normativas a seguir, quien pierda su rumbo quedará condenado por las despiertas juventudes Zoomers, Centennials, Baby Boomers y Millennials, que viven a la zaga del cambio.
Debemos contrarrestar el apocalipsis por la destrucción provocada por el ser humano, tomemos el timón y viremos en dirección a la sostenibilidad para construir un futuro sólido, ético en el que gobierno y empresas sostenibles se convierten en protagonistas para salvar al mundo.
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TAR