Nuevas tormentas, viejas tempestades
Estamos presenciando cada vez con más frecuencia problemas relacionados con la escasez de agua, no sólo en México, sino en muchas partes del mundo. Nuevas y viejas discusiones salen a la luz, algunas fundamentadas y otras no tanto, pero lo que es un hecho es que los conflictos sociales cada vez serán más frecuentes, y por supuesto, serán objeto de propuestas y debates en un año electoral.
Este escenario puede aprovecharse para impulsar de una vez por todas, un debate amplio, multidisciplinario y dejando al lado paradigmas que durante muchos años hemos venido arrastrando en los temas del agua, es un momento propicio para ello, se pueden llegar a acuerdos, compromisos y la creación de una agenda que permita avanzar en la solución de los problemas, pero desde la raíz. Es una excelente oportunidad para que los candidatos de los tres órdenes de gobierno escuchen y se asesoren acerca de las acciones a seguir.
Pero también puede ser, y lo ha sido en años pasados, utilizado como plataforma demagógica y superficial, que no plantee la problemática adecuadamente, y que se prometan políticas que por decir lo menos, sean irresponsables o que sólo busquen “patear el bote” para que el de atrás pague.
Debemos comprender, y lo estamos viendo en países que nunca hubiéramos imaginado que tendrían problemas de escasez de agua, como lo es Suiza, que este tema no puede seguir posponiéndose, ya han sido décadas de medidas temporales, de acciones parciales, de estar tapando el sol con un dedo. El problema de la gestión recae esencialmente en el modelo de gestión que implanta México, y este modelo obedece a una política económica que tiene sustento en la economía política de nuestra sociedad.
Bajo este modelo de gestión, y lo que hagamos bajo su cobijo siempre será insuficiente o estará limitado, de ahí que los problemas regresan cada cierto tiempo, para el Valle de México, la época moderna inicia con el Sistema Lerma y, posteriormente, el Sistema Cutzamala, este último se mencionaba en los periódicos de su época que su inauguración que resolvería los problemas. Hoy a un poco más de inaugurada la tercera etapa nos encontramos con que ya no es suficiente, y mientras tanto perdemos entre 40 y 55% del agua que traemos por las condiciones de nuestras redes de distribución y por una gestión con muchas limitaciones.
Cualquier solución que busquemos hoy y que esté supeditada bajo los paradigmas del modelo actual, sufrirán la misma suerte, y de seguir igual, y a pesar de los grandes esfuerzos que hagamos en 30, 40 o 50 años máximo volveremos a encontrarnos con la misma situación; el Sistema Cutzamala fue reconocido dentro de las 10 obras más importantes a nivel mundial en materia hídrica, y sin embargo hoy los problemas nos alcanzan de nuevo.
Por ello, no podemos esperar resultados diferentes, haciendo lo mismo, no podemos seguir buscando fuentes de agua indefinidamente, y para ello ponemos a consideración sólo uno de los temas, que bajo nuestra perspectiva debe ponerse a discusión, nos referimos a nuestra forma de producir y consumir bienes y servicios, de otra forma seguiremos haciendo pasar como tormentas nuevas, lo que es una tempestad vieja y persistente.