Peregrinar, un desafío intelectual

El camino como metáfora, un andar que sirve como reflexión y funciona como un microcosmos de la vida humana, repleto de desafíos, descubrimientos y transformaciones.

Brevísima promesa de un bosque. Santiago de Compostela (Abismos), obra de Alicia Pérez Helguera nos lleva de la mano por esa trayectoria religiosa e histórica, pero más ofrece una exploración multifacética del Camino de Santiago, trascendiendo la mera narrativa de un peregrinaje físico para adentrarse en un análisis profundo de la condición humana.

A través de una aguda observación, Pérez Helguera invita al lector a reflexionar sobre temas universales como la fe, la identidad, el significado de la vida y la mexicanidad, ese rasgo tan único que en ocasiones nos pone contra la pared y remarca que aún somo un país tercermundista.

“Caminar y moverse va más allá de lo físico. Fue un viaje que me llevó a comprender algo tan simple como el hecho de que tenemos piernas, no raíces. Cada paso conecta con nuestra esencia, trascendiendo lo que conocemos, y me sorprendió encontrar una profundidad en esta experiencia.

“Caminamos no solo en el sentido físico, sino espiritual. El caminar está tan arraigado en nosotros que ni siquiera lo vemos. Lo llevamos tan dentro como nuestra lengua materna, y solo cuando nos detenemos a reflexionar, nos damos cuenta de lo que significa el movimiento, el camino”, responde la autora para La Jornada Estado de México.

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Pérez Helguera va contando cada kilómetro que vivió en su recorrido

En su recorrido literario, la autora toma como pretexto el Camino de Santiago para hablar de Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Miguel Ángel Buonarroti Simoni, grandes maestros y cómo hicieron su propio camino para crear sus obras maestras.

“Quisiera tener ese grado de sensibilidad o de ilustración, como por ejemplo al Buda histórico, que él fue a recorrer su territorio natal para ver de qué manera podía combatir el sufrimiento o me pareció que al final de cuando Miguel Ángel iba a las canteras de piedra a buscar la pieza de mármol idónea para su escultura soñada o Sebastian Bach o Beethoven que caminaban en busca de su armonía o de la conexión de una armonía con la divinidad, son mundos tan ajenos al nuestro porque hoy ya no le tenemos miedo al infierno”, responde.

Para Alicia Pérez, hay una mezcla de amor y tristeza, pero también gratitud por la tierra, la cultura y los sabores.

“En el extranjero o en otra ciudad, uno siente esa dualidad, ese contraste. Somos parte de nuestra tierra y nuestra cultura, y es imposible no reflexionar sobre ello al caminar por otras tierras.

“Irónicamente, descubrí en ese viaje que era celíaca. Fue un golpe, porque en un viaje como este, el pan parece la opción ideal. Y, de pronto, algo tan básico no podía estar en mi dieta, lo cual me llevó a otras reflexiones”, manifestó la autora.

Pérez Helguera va contando cada kilómetro que vivió en su recorrido y que en el libro lo marca Clara, el personaje que mientras avanza en su bicicleta piensa en su vida, la misma que cualquier mexicano vive y sufre. 

Brevísima promesa de un bosque. Santiago de Compostela

“Es autobiográfico. La verdad empezó siendo una tarea para practicar la primera persona y soltar mi prosa, nunca pensé que se iba a publicar porque no era la intención.

“Fui libre más de mí de mi propio ojo y ahora soy más libre para abordar cosas más personales”.

La autora refleja un desapego a la fe en las páginas, de ahí que en los pasos de Clara ella refleje ese ateísmo.

“Necesitaba darle un enfoque distinto al camino (de Santiago de Compostela) porque me pesaba un poquito ver que me despegaba de la de la fe y saber si alguien iba a querer leer una novela de viaje en un país religioso con un personaje que ha perdido la fe”.

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