Lo que podemos esperar respecto a la gestión del agua en México en este 2025 dependerá en gran medida de la planeación del Plan Nacional Hídrico y del Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua. No se espera que comience la ejecución a gran escala de los proyectos mencionados, ya que no existe el presupuesto etiquetado en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año. Se ha mencionado que se comenzará con la preparación de los proyectos ejecutivos.
El presupuesto federal a ejercer será menor que el de 2024, a pesar del incremento en el programa presupuestario R018, provisiones para el desarrollo de infraestructura hidráulica, que no compensa la reducción del programa K007, infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento. Aun así, se podrá avanzar en los mecanismos de presupuestación y ejecución de lo que se anunció desde el Fondo de Aportaciones para Infraestructura Social (Fais), que aún está por conocerse en cuanto a sus mecanismos y reglas para lograrlo.
Se espera que este año sea igual o más complicado en cuanto a sequía para el país, con la salvedad de que, en los últimos años, el saldo después de la recarga por la temporada de lluvias es cada vez menor. La demanda de agua, tanto para actividades productivas como para consumo humano, no dejará de crecer; al igual que la infraestructura que ha alcanzado el fin de su vida útil y los requerimientos de mantenimiento.
En cuanto a cambios legislativos, se espera que ocurran en el segundo semestre del año, aunque se prevé que sean sobre la Ley de Aguas Nacionales vigente, no sobre la Constitución. Es decir, el modelo de gestión del agua no tendría un cambio de fondo, sino que buscaría ajustar y mejorar algunas deficiencias de lo existente. Seguramente, a nivel federal, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) asumirá su papel como cabeza de sector del agua, como ya se ha demostrado en algunas acciones de saneamiento de ríos y en presentaciones de programas que anteriormente encabezaba la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Lo anterior demuestra una de las indefiniciones que aún existen: si la Conagua debe depender administrativamente de la Semarnat, y si es así, qué papel debería jugar cada una. A pesar de las funciones especificadas en los diferentes ordenamientos legales, históricamente han dependido de las atribuciones asignadas por el titular del Ejecutivo federal. Lo cierto es que existe una tendencia a fortalecer la gestión del agua de forma transversal y para ello se requiere el fortalecimiento institucional y la capacidad de coordinarse con otras secretarías. Aún desconocemos el futuro del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA); recientemente, su titular, quien permaneció en el cargo todo el sexenio pasado y parecía que se refrendaría en el actual. Se separó del cargo y no se ha designado a su sucesor. De la designación que se haga, se podrá especular sobre el futuro de este importante organismo para el agua en México.
En cuanto a la prestación del servicio público de agua, seguramente continuará por la senda que lleva al desfiladero y que no parece tener freno o volante para cambiar su destino. Las deudas siguen creciendo y su capacidad de respuesta es cada vez menor; salvo contadas excepciones, la mejora de los servicios será un reto enorme de cumplir y dependerá totalmente de la voluntad de los gobiernos locales.
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MPH