Pinturas de enconchados, El resplandor virreinal

Esta técnica es quizá poco conocida por tratarse de obras de producción limitada que han tenido escasa circulación en exhibiciones

Por: Germaine Gómez Haro

In memoriam Guillermo Tovar de Teresa,
ilustre amante del arroco novohispano

El arte producido en el barroco novohispano es sinónimo de suntuosidad, el resplandor virreinal y extravagancia en todas sus representaciones: pintura, escultura, arquitectura y artes aplicadas. 

Es también donde más claramente se ve la impronta de la fusión de culturas que dio origen a nuestras raíces mestizas. 

El resplandor virreinal

Uno de los géneros pictóricos más deslumbrantes del barroco virreinal es la pintura de enconchados, quizás poco conocida por tratarse de obras de producción limitada que han tenido escasa circulación en exhibiciones y colecciones públicas. 

Se presenta actualmente en el Museo de América en Madrid una de las muestras más excelsas que he tenido el privilegio de ver y recorrer con la curadora Ana Zabía, conservadora responsable del Departamento de América Virreinal en este museo e investigadora especialista en este tema que aún hoy presenta muchos cabos por atar.

 Señala la comisaria: “Es una exposición que quiere mostrar la fuerza de México en la segunda mitad del siglo XVII y primera del XVIII, cuando era el centro de los dos continentes, un pulmón entre dos mundos: Oriente y Occidente. Por eso la importancia del título: La luz del nácar. Reflejos de Oriente en México. En la historia del arte virreinal la parte oriental se ha olvidado mucho; no hay tantos estudios de estas piezas en España y en Europa. En el Museo de América queremos mostrar la grandeza de México. La gente está viniendo en masa; nunca hemos tenido el museo tan lleno.”

Los enconchados se realizaron en la segunda mitad del siglo XVII a partir de una técnica de gran complejidad que consistía en embutir fragmentos de concha nácar en un soporte de madera que luego entelaban, y colocar los pedacitos iridiscentes en diversas zonas de la composición que posteriormente eran coloreadas con finísimas capas de óleo y veladuras a las que se aplicaba un producto resinoso que les da un aspecto de bruñido. 

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Se ha documentado el taller de los hermanos Miguel y Juan González y su círculo de colaboradores como los autores de estas obras que se crearon exclusivamente en México y que en su mayoría reproducían escenas religiosas.

Se conocen sólo cinco series dedicadas al tema de la Conquista de México, de las cuales tres de ellas se reúnen por primera vez en esta exhibición: las seis tablas del Museo de América; la serie de veinticuatro tablas de la Colección Real que fue enviada al Rey Carlos II, y el conjunto que perteneció a los duques de Moctezuma, dividido actualmente en dos colecciones privadas. 

Se conocen sólo cinco series dedicadas al tema

La curadora me hace ver que las tablas posiblemente fueron concebidas para formar parte de biombos y que en algún momento se separaron y se enmarcaron como obras independientes. Esto resulta de gran significado, pues la creación de biombos de la tradición japonesa nambán es una aportación oriental que llegó a nuestras tierras vía el Galeón de Manila (o Nao de la China), aunque hay que notar el uso del negro y dorado en las obras nambán, mientras que aquí los pintores mexicanos se diferencian por la aplicación de una muy sutil paleta de tonos verde, rojo, negro, amarillo, blanco y tierra. 

También destaca el hecho de que Hernán Cortés comparte el protagonismo con los emperadores Moctezuma y Cuauhtémoc siguiendo la línea del discurso identitario de los intelectuales criollos, como 

Carlos de Sigüenza y Góngora, Juana Inés de la Cruz y fray Agustín de Vetancurt.

En la tradición del horror vacui en las creaciones barrocas donde las composiciones están atiborradas de elementos en movimiento, la pintura de enconchados refleja el grado de sofisticación, rareza y belleza que surgió de la hibridación de la tradición artística europea y la americana, y la integración del modelo asiático, logrando una exquisita fusión de los respectivos ingenios creativos. 

Una pintura brillante, rica y portentosa que seduce y fascina por su belleza única e irrepetible.

SPM