Poleana, juego inventado por reclusos, trasciende los muros de la prisión
Es, aunque sea por ratos, una salida de prisión; un juego de mesa inventado por los internos de los centros penitenciarios, producto del anhelo de libertad que los ayuda a sobrellevar las incontables horas de reclusión…
“La Poleana la conocí aquí en el centro de reinserción y pues aquí me enseñaron a jugarlo, sí lo había visto en la calle, pero aquí fue donde aprendí más, se me hace un juego entretenido, como que te despeja la mente de todo tu proceso” platica Mariana una joven interna del Centro de Reinserción Femenil de Santa Martha, en el oriente del Valle de México.
La poliana o poleana, es un juego de mesa que consta de un tablero cuadrado o redondo de madera con 142 casillas, un hueco en el centro y dos dados se puede jugar de manera individual o en parejas.
Se trata de un juego de policías y reclusos, en el que se abre la puerta de la prisión a cuatro reos, representados por cuatro fichas por jugador, quien al tirar un par de dados los hace avanzar por casillas rodeando el tablero para llegar al “cantón”, es decir, a su hogar.
En contraparte, los policías, simbolizados con cuatro fichas de un color diferente, tienen la misión de llegar primero al “cantón” y evitar que sus contrincantes lo hagan.
“La idea es ir desde el cero, dar la vuelta al tablero y llegar hasta el nueve, obviamente cuidándote de los demás contrincantes para que no te bajen tus fichas”, explica Luis Fernando, un joven de 18 años experto en el juego de la Poliana, quien lo aprendió durante su estadía en el Centro Especializado de Internamiento para Adolescentes de la Ciudad de México.
Breve historia de la Poliana
El origen de la Poliana es un misterio, aunque voces populares lo ubican en la antigua cárcel de Lecumberri, en la primera mitad del XX, otras sostienen que este juego fue creado en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, el cual fue inaugurado en 1976 y otras más fue en Santa Martha Acatitla donde se jugó por primera vez al iniciar la última década del siglo pasado.
Lo cierto es que es una creación colectiva, que se concibió y fue gestándose durante años, entre muros y barrotes, en la intimidad de las celdas, en los pasillos y los patios de las cárceles capitalinas.
El juego que trascendió los muros de la prisión
Por décadas la Poliana se jugó de manera clandestina, ya que, a decir de los internos, estaba prohibido que lo practicara la población penitenciaria.
“Antes no nos dejaban jugar, nos quitaban los tableros y los dados, pero con el tiempo ya nos fueron dando chance”, afirma “El Toro”, un hombre de unos 50 años, quien lleva 30 años de su vida preso, primero en el Reclusorio Oriente y luego en Santa Martha.
Así, este juego, que requiere de cálculo, agilidad mental, destreza, estrategia, algo de suerte, pero, sobre todo, de mucha paciencia, ha traspasado los muros de las prisiones metropolitanas, pues actualmente se juega en las calles de los barrios populares de la Ciudad de México y la zona conurbada, en Tepito, La colonia Doctores, Ciudad Neza o Chimalhuacán.
Y si antes fue prohibido, hoy es considerado como una herramienta en el proceso de reinserción social de las Personas Privadas de la Libertad (PPL).
Incluso la Subsecretaría de Sistema penitenciario de la Ciudad de México ha incluido la manufactura de tableros de Poliana en el programa “Hazme Valer”, mediante el cual, los propios internos diseñan y elaboran las piezas de madera que son incorporadas al catálogo de productos penitenciarios para ponerlos en venta en precios que oscilan entre los 250 y los 400 pesos. Esto les permite mantenerse ocupados, ser productivos y obtener un ingreso.
Por todos lo anterior, este juego ha logrado lo que ningún otro en la historia de la vida penitenciaria en México: la primera convivencia entre reclusos y personas libres.
Se trata del “Primer Torneo de Poliana” que se lleva a cabo en El Centro Varonil de Reinserción Social Santa Martha, desde el pasado 4 de mayo y que se desarrollará en cinco eliminatorias, los días 18 y 25 de mayo, así como el 1 y 8 de junio.
Participan 80 personas, 62 de ellas privadas de la libertad; tres mujeres y 59 hombres provenientes del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, la Penitenciaría de la Ciudad de México, el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, y la sede; así como 18 beneficiarios del Programa “Los Jóvenes Unen al Barrio”, del Instituto de Juventud de la Ciudad de México.
“El objetivo principal del torneo es dejar de criminalizar y estigmatizar este juego en la calle, es un juego que se practica como muchos otros en los centros de reinserción más no necesariamente tienes que haber salido de la cárcel para jugarlo y si salieron habrá que dejar de estigmatizar a la gente, es un juego tan interesante como el propio ajedrez”, dice convencida, Beatriz Olivares, Directora del Instituto de la Juventud, mientras espera el inicio el sorteo para la primera jornada de este certamen.
En las mesas, los tableros con los diseños más diversos y los dados ya están dispuestos, mientras que internos y visitantes del Injuve practican para su primer encuentro, todos quieren avanzar a la siguiente ronda para aspirar a los tres primeros lugares, los cuales obtendrán un premio económico.
“Ya tírale mijo”, “no carnal ya habías tirado”, “tírale bien” son algunos de los reclamos que se alcanzan a escuchar en el ambiente, no obstante, este intento de las autoridades por generar ambientes libres de violencia parece funcionar, pues las sonrisas se imponen a las protestas y el torneo se desarrolla en orden, con respeto y armonía.
Bases del juego
La primera se da cuando la suma de ellos equivale a seis (cinco y uno, tres y tres, dos y cuatro); la segunda cuando los dados indican seis y tres, la ficha se coloca directamente en el 3 inmediato al color del jugador; y la tercera, ocurre cuando sale doble seis, en este caso se tienen dos alternativas: avanzar una ficha a la casilla marcada con el número seis o habilitar dos fichas para avanzar. El doble número, con seis o con cualquier otro, en los dados implica que el jugador repite el turno.
El par de dados con el que se juega posibilita variantes. Si un jugador tiene dos fichas afuera, por ejemplo, avanzará según sus propios intereses: puede mover todos los números con una sola ficha o repartirlas entre dos disponibles.
Cada lado del tablero está segmentado por una serie de números (de izquierda a derecha): del 10 al 14, una casilla sin número –con el color perteneciente al jugador – y del uno al nueve. También a hay casillas de seguridad, que protegen al jugador del contrincante y funcionan como una barrera que impide al contrincante rebasar.
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A sus 18 años Luis Fernando logró escapar de las adicciones y una vez que cumplió una sentencia en el llamado tutelar de menores se integró al programa “Los Jóvenes unen al barrio”, mediante el cual llegó al Primer Torneo de Poliana, con una visión muy clara del juego.
“Me tardé como un mes aprenderme las reglas básicas, pero lo que más se me dificultó fue darme cuenta de los enemigos porque no entendía bien que yo les podía pegar y me concentraba más en querer mover mis fichas y pues movía a lo menso y me regresaban mis fichas y me bajaban”.
“Se necesita suerte en la cuestión de los dados, que te caigan los números que tú necesitas para llegar o usarlos en beneficio tuyo y pues las matemáticas porque todo esto es calcular y contar, pero también hay que estar al tiro siempre, aquí hay una regla: primero pegas, luego bajas y luego avanzas”, explica.
El primer encuentro de Poliana en la prisión varonil de Santa Martha es la primera de varias convivencias que se tienen programadas para las próximas semanas como parte de la estrategia de reinserción social de las Personas Privadas de la libertad y jóvenes infractores en proceso de readaptación y superación personal.
De acuerdo con el sistema penitenciario de la Ciudad de México actualmente el penal de Santa Martha tiene una población de 2 mil 500 internos al año, a quienes se otorgan nueve mil constancias de cursos y talleres técnicos y se registran 2 mil 700 participantes en actividades deportivas y educativas además de 250 en terapias contra las adicciones.
Y por primera vez, después de varios años o incluso décadas, “El Toro” y varios de sus compañeros, quienes purgan diversas condenas para pagar su deuda con la sociedad, tuvieron contacto con personas libres, diferentes a sus familiares. Ahí, en el área deportiva del penal varonil de Santa Martha, vestidos de caqui y azul marino ellos tuvieron la oportunidad de recordar cómo es vivir en libertad al ver a los visitantes.
“No te enojes”
La principal virtud de un buen jugador es la entereza y la premisa del juego es “NO TE ENOJES”, un reto difícil para cualquiera que pretenda ganar el juego, más aún cuando su entorno ha sido hostil.
“Es un juego de mucha paciencia yo creo que es lo principal ((ligar)) debes estar atento, y pues yo creo que es como la vida, hasta que no ganas el juego es cuando puedes celebrar porque yo he visto muchos que celebran desde antes y pues al final terminan perdiendo, o sea tiene muchos albures este juego, entonces es una práctica de vida”, comparte Luis Daniel, interno del Centro Penitenciario Varonil de Santa Martha Acatitla.
TAR