Rubén Jesús Lara Patrón tiene 20 años de experiencia en el ámbito judicial. Ha sido —entre otras responsabilidades— secretario de Estudio y Cuenta en la Suprema Corte y secretario de Trámite de Controversias Constitucionales y Acciones de Inconstitucionalidad en el máximo tribunal.
Ha vivido en la entraña.
Ha recogido conocimientos en las universidades Nacional de México; de Salamanca, de Castilla-La Mancha y la Carlos III de Madrid. Es articulado, cuidadoso y firme en una convicción por cuyo impulso participa para magistrado del Tribunal Electoral:
“La reforma al Poder Judicial, a través de la vía electoral, no debe modificar únicamente el acceso a las posiciones de responsabilidad jurisdiccional, sino para mejorar en lo sustantivo la impartición de justicia. Lo otro es un principio nada más. Lo importante es lograr un acercamiento entre el, ciudadano y el Poder Judicial, largamente distanciado de la gente”.
—¿Eso quiere decir?
—Eso quiere decir que los principios son los mismos; deben seguir siendo los mismos y bien aplicados. Debemos tener una justicia revisable y comprensible. Esa es mi idea, esa es mi propuesta y mi oferta
—Por paradoja, la Reforma Judicial —dicen algunos— no es en su origen consecuencia de un estudio o una necesidad jurídica; es una medida política.
—Yo no quiero meterme en una discusión entre lo político y lo jurídico. Yo solamente veo una reforma inscrita en la Constitución y en ella participamos quienes hemos visto un camino para contribuir en la mejora sustantiva de la impartición de justicia. Yo no la discuto ni en lo jurídico ni en lo político: la veo constitucional. Y eso es suficiente.
—¿Entonces quienes proponen marchas y protestas no lo hacen contra la reforma, sino contra la Constitución?
—Usted lo ha dicho.
Rubén Lara fue jefe del Departamento de Defensoría de los Derechos Universitarios en la UNAM y encargado de Acuerdos en la oficina del Abogado General del Instituto Politécnico Nacional. Tiene cuatro maestrías en Derecho Electoral, Derechos Humanos, impartición de justicia y temas de género, además de nueve diplomados en diversas materias jurídicas.
—¿Entonces quienes ven como último recurso contra la reforma la abstención electoral, tienen ese único camino para su protesta?
—Yo creo que una baja participación no sería un fracaso ni para los promotores de la reforma ni para una corriente política, cualquiera que esta sea; creo que sería un fracaso para la sociedad si los ciudadanos se rehusaran a participar y decidir en la conformación de uno de los poderes, como es su oportunidad.
“Es cierto que la reforma ha tenido un proceso atropellado, pero eso no anula el derecho de votar, que también está en la Constitución. Mucho se ha luchado por la expresión cívica y política de la voluntad de las personas”.
Y explica:
“Yo creo que este cambio del modelo en la integración del Poder Judicial debe ser una enorme puerta de acceso al mejoramiento de toda la actividad jurisdiccional. Lo demás va a quedar atrás a partir del 2 de junio”.
—¿Qué espera usted de la jornada del 1 de junio?
—Espero muchas cosas, como he dicho, pero también que voten por mí. Estoy en el número 11 de la boleta azul y contiendo por una magistratura en el Tribunal Electoral.
—Gracias.
—De nada.