¿Por qué no pagamos el servicio de agua y saneamiento?

La Fuente

El porcentaje que pagamos respecto a lo que nos cobran los servicios operadores de agua y saneamiento en el país es apenas el 60%. Al respecto, son varios aspectos que deben tomarse en cuenta.

En primer lugar, ya hemos comentado que, en general, el actual modelo de gestión plantea que los costos de operación y mantenimiento deben cubrirse con las tarifas que se cobran a los usuarios, mientras que los costos de ampliación de infraestructura deben de financiarse con otro tipo de ingresos, bajo este modelo, podemos afirmar con los estudios que se han realizado que la tarifa promedio del sector doméstico está ampliamente subsidiada, una pregunta inicial sería ¿por qué si las tarifas son bajas en relación con el costo, es tan bajo el pago de la población? Sin contar que las tarifas son bajas en relación a otro servicio público como la energía eléctrica, o más bajo que otro servicio, aunque privado, como es el de telefonía celular.

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El dato que corresponde al dato de pago es el que considera que el servicio es adecuado, 62%, sin embargo, parece que hay una disociación entre lo que consideran su servicio de agua por su organismo operador y el agua que deben adquirir para consumo humano, si los mexicanos fueramos concientes que el servicio de agua que llega a nuestros hogares es la que pudiéramos consumir sin enfermarnos, entonces tal vez, la percepción sería muy diferente, la población tal vez considera caro un servicio que sólo puede usar para, lavar, baño, aseo del hogar, riego de plantas, etc. pero no para tomar, ya que esto implica un costo adicional a su bolsillo, lo que sería más valorado por la población.

Respecto a que debe ser primero, que el usuario pague para recibir un buen servicio o que primero lo reciba, es claro que los responsables de cualquier órden de gobierno deben primero garantizar, demostrar y socializar un buen servicio para que el usuario cumpla con su pago, en otro estudio realizado por el que escribe, se compararon tarifas de diversas ciudades mexicanas con el porcentaje de pago de sus poblaciones, no habiendo relación entre sí por ser las tarifas bajas se pagaban puntualmente sus recibos, donde sí encontramos correlación es en la calidad de la prestación del servicio y el pago, sin depender de si eran las tarifas más altas o más bajas, lo que permite concluír que el usuario efectivamente responde favorablemente cuando recibe lo esperado. 

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Otro punto es el valor social que le dá el responsable de prestar el servicio, cuando no se instalan medidores en los hogares, se de la impresión que no importa el uso responsable en nuestros hogares, ¿cómo podemos emprender políticas de comunicación dirigidos al mal utilizado término de “ahorro del agua” si prácticamente damos “barra libre” a los usuarios? Adicional a lo anterior es necesario que la estructura tarifaria que se determine en una ciudad o población contenga los principios de proporcionalidad y equidad, que no imponga cargas excesivas o establezca tratos preferentes a quién no lo necesita, de forma que sea percibida como justa y progresiva; es necesario también que se cuente con la fortaleza institucional y administrativa para una adecuada cultura de cobro. Por último, es necesario no dar incentivos para el incumplimiento, si bien el agua es un derecho humano, las Naciones Unidas nunca lo establecieron como gratuito, máxime a los usuarios que no requieran un subsidio, en otro estudio quedó demostrado que ante la suspensión de acciones por el incumplimiento de los pagos, como la reducción de agua, o incluso cortes, la recaudación baja sensiblemente, por ello, es necesario se les garantice su derecho a través de otros mecanismos como son las tomas públicas, programas de rellenado de garrafones, entre otros.

SPM