Primero la vida y la dignidad, antes que los monumentos
Sin titubeos
Antes, Patria, que inermes tus hijos
bajo el yugo su cuello dobleguen,
tus campiñas con sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres
se derrumben con hórrido estruendo,
y sus ruinas existan diciendo:
De mil héroes (y heroínas, le agrego) la patria aquí fue.
Es una estrofa poco conocida de nuestro Himno Nacional. Importante en este momento, porque hace alusión a al hecho de que los monumentos, los edificios, pueden caer y destruirse, pero no los mexicanos.
Y tiene vigencia este texto porque, en el marco de la celebración del “Día Internacional de la Mujer”, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó blindar el Palacio Nacional y el Palacio de Bellas Artes, como mera prevención para no caer en “provocaciones”, dijo el sábado en Yucatán.
Como vemos, es más importante para el mandatario nacional preservar la integridad, la limpieza de las fachadas de los inmuebles, antes que atender las peticiones, las exigencias, de miles de mujeres que claman por justicia, que piden erradicar la impunidad y acabar con los privilegios de unos cuantos. Antes que atender la violencia de género y los feminicidios.
¿De verdad es más importante mantener limpios los muros del Palacio Nacional o sus puertas, que respetar la integridad de seres humanos, las mujeres en este caso, y acabar con la misoginia y el machismo que tanto daño le han hecho a nuestro país.
Ya hace un año, miles de mujeres levantaron la voz con indignación para reclamar que se les atienda, que se les respete, pero parece que sus lamentos cayeron en oídos sordos.
Ayer mismo, grupos de mujeres de distintos colectivos feministas llegaron al zócalo capitalino para colocar flores moradas a lo largo de la valla que protege el Palacio Nacional, a modo de protesta, y para recordar a víctimas de feminicidio en México.
En el curso del sábado, también acudieron para colocar cientos, miles de fotos y nombres de las mujeres que han muerto a causa de la diversidad de género, que fueron víctimas, por el simple hecho de haber nacidos mujeres.
Feministas de la colectiva “Antimonumenta Vivas nos queremos” también participaron en la colocación de la Antimonumenta frente al Palacio de Bellas artes.
“#LaMurallaChaira es el muro del olvido de Trump. Dentro de ella, un Palacio donde, con todo, lujo vive un populista. Fuera de ella, el México real, donde cada día hay más pobreza. Esa pobreza que prometió acabar, pero con su gobierno de cuarta va en aumento”, comentó el sábado una usuaria (@sharonSPcM) de la red social Twitter.
Esa expresión refleja el sentir de miles de mexicanas que nos sentimos agraviadas por la indiferencia de quien debiera ser el primero en atacar el maltrato a las mujeres y en cambio regala, como sutil mensaje, el apoyo a un violador para que se convierta en el gobernador de un importante estado como el de Guerrero.
Félix Salgado Macedonio sólo es la punta visible de una política que coloca en los últimos lugares a la mujer. Allí, en Guerrero, Morena sólo realizó un proceso de simulación, quieren al amigo de AMLO como gobernador, cueste lo que cueste y pésele a quien le pese. No importa que haya agraviado a tantas mujeres. Y que conste que las denuncias fueron antes de que iniciara el proceso electoral.
Las mujeres han sido atacadas por las pintas, pero no voltean a ver a las víctimas. Han generado cortinas de humo para “bajar el nivel de las protestas”. No quieren ver la realidad de lo que México padece con la violencia contra la mujer. Las secretarías del gabinete federal no han levantado la voz, ahora, cuando fue su bandera de muchos años.
El himno nacional lo dice, claro, para quien lo quiera entender, no importa que derriben muros o monumentos las mujeres -o cada mexicano-, primero está la vida y la dignidad.