Uno de los problemas de nuestro sistema de justicia que la reforma judicial ofrece la oportunidad de corregir, es el enfoque mecánico con el que muchas personas juzgadoras entienden su función. Entre las máximas que solían transmitirse de generación en generación en el Poder Judicial de la Federación había una que afirmaba que para resolver un asunto bastaba con la ley y el expediente. La implicación apunta a que no era necesario acudir al derecho comparado ni a la dogmática jurídica; mucho menos entender el contexto en el que surgían las controversias. La imparcialidad exigía resolver sin mirar más allá del papel.
Hoy sabemos que este enfoque de aparente neutralidad convierte a la impartición de justicia en un instrumento de perpetuación de las desigualdades. Ahora comprendemos que la función jurisdiccional debe de forma necesaria incorporar otros elementos de análisis que permitan alcanzar soluciones reales, no formalistas. Juzgar con perspectiva implica considerar el contexto amplio en el que ocurre una situación legal específica, incorporando diferentes ángulos y experiencias que afectan a las partes involucradas. Se trata de entender y valorar cómo factores como el género, el color de la piel, la situación socioeconómica y otras dimensiones sociales pueden influir en el acceso a la justicia y en la interpretación de los hechos.
Para incorporar diversas perspectivas en la actividad jurisdiccional, es fundamental la capacitación y la sensibilización. Juzgar con perspectiva no es una cuestión de emociones ni de retórica, sino de argumentación. Se trata de construir premisas que den cuenta de las realidades que enfrentan diferentes grupos sociales.
Esto implica también evitar que las sentencias reproduzcan ideas preconcebidas sobre los roles de género, o sobre las cualidades de las personas en función de su tono de piel, su apariencia, su forma de hablar o de vestir, su orientación sexual, discapacidades, etc.
Juzgar con perspectiva requiere también considerar estándares internacionales de derechos humanos; consultar especialistas de diversas disciplinas; asegurarse de contar con pruebas que permitan evaluar el contexto social, económico y cultural que puede estar influyendo en el caso y, sobre todo, fomentar procedimientos en los que todas las partes puedan expresar sus perspectivas y experiencias.
La reforma judicial brinda una oportunidad adicional: la de incorporar a la función jurisdiccional la visión diversa de personas juzgadoras provenientes de distintos contextos, que a lo largo de una campaña hayan entrado en contacto con la realidad de las personas a las que buscan servir.
Juzgar con perspectiva es una garantía del acceso real a la justicia y es la inspiración para el nombre de esta columna semanal sobre temas de actualidad en materia de justicia, con la que a partir de hoy me honra colaborar con este diario.
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TAR