¿Quién puede decirnos qué es una mujer?

Antevasin

Pocas cosas pueden llegar a enojarme, desde hace casi 18 años sigo una filosofía de vida llamada Cuarto Camino, a través de la cual he logrado convertirme en una persona que todos los días lucha por ser consciente.

Hay quienes meditan, quienes rezan, quienes sueñan, colorean, pintan, gritan, dan patadas en un gimnasio, yo decido estar aquí y ahora y para conseguirlo respiro. 

Ser consciente, estar aquí, darnos cuenta, estar presentes, pero además es hacerse cargo, no puedo andar culpando a los otros, con un “es que no sabía”, “fue sin querer”, “no me di cuenta”. La gente consciente es dueña de sus actos y decide sin equivocarse porque decide desde el amor, no desde arrebatos, ni corajes y menos aún desde berrinchitos, ¡ah qué forma más sabrosa de vivir!

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En este marzo de 2023 ¿quién puede decir qué es una mujer? Y más aún ¿es acaso justo que pretendamos definir lo indefinible?

Las mujeres, al menos las que conozco somos mucho y somos tanto, pero no creo que podamos ser etiquetadas y acomodadas en categorías. No cabemos en el espacio que nos presta su miopía.

Las mujeres de hoy, las que viven aquí, las que nos leerán hoy, a las que no les dará la gana leernos, las que se enterarán de esta nota por su abuela, por su tía, por su novio o por su amante, amantes, o amigos. 

Las que se levantaron tempranito – o no – y que están trabajando como desesperadas – o no – para lograr sus sueños, expectativas y sus deseos – o no.

Las mujeres que corrieron para ir a dejar a sus hijos  a la escuela, o que han decidido no tener hijos porque no creen en la calidad de la escuela como tal.

Las que han decidido casarse a pesar del sesenta y tantos porciento de incidencia de divorcios, y creen en el amor que les vendieron Marga López, Pedro Infante y sus abuelos, las que tienen una pareja del mismo sexo, las que no creen más en la pareja y tienen trieja o poliamor,  las que son mujeres trans y se enfrentan con la mirada en alto al que dirán, las que salen todos días a trabajar aún con la posibilidad de no volver por la noche y que besan a todos sus amores, perros, gatos, loros, bendiciones, abuelos y lo que se atraviese en el camino y al mismo tiempo se echan una oración o un conjuro, rogando volverlos a ver.

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Solamente un favor, no pretendan encasillarnos en lo limitado de sus visiones, las mujeres mexiquenses, las no mexiquenses que habitamos en el EDOMÉX, -aunque les choque que lo abreviemos – y en sus 125 municipios, grandes, grandes y que nos ha abierto espacio, – las mexicanas y las del resto del mundo traemos agallas inmensas para seguir luchando, a pesar del medio, y a pesar del miedo.

No hay mujer que se raje, bastante ya hicieron los investigadores en volver a nuestros hijos “los hijos de la chingada”, para prueba a leer El laberinto de la soledad, nosotras damos y nos damos al 100%, porque no hay que pichicatear en lo que vale la pena.

Soñar con que nuestra rebeldía y el sabernos guerreras – más a  fuerzas que por ganas,- de batallas que no pedimos, pero ante las que no nos echamos para atrás, ni nos rendimos, porque somos y damos ejemplo. ¿Qué es una mujer? Lo que se requiera hoy y siempre y si se necesita se reinventa…