¿Quién traicionó a quién en el PRI?
Nunca como hoy la máxima de Jesús Reyes Heroles, uno de los principales ideólogos del PRI, cobró forma en Hidalgo: “En política, frecuentemente, la forma es fondo”. Y justamente sin guardar las formas, la actual dirigencia nacional del PRI, encabezada por Alejandro Moreno, Alito, al mejor estilo del partido rancio y antidemocrático que nadie quiere de regreso a la vida política nacional, sin tomar en cuenta al primer priista del estado y sin informar a la dirigencia estatal, decidió “entregar” la plaza al Partido Acción Nacional.
Nada de malo habría en la decisión si en ella no hubiera un trasfondo que a todas luces se convierte en un auténtico conflicto de interés, cuando todo apunta a que la candidata del blanquiazul podría ser la nada panista y cien por ciento secretaria general priista, Carolina Viggiano.
Pero más allá de nombres, de lo que los priistas hidalguenses y nacionales no daban crédito, es de cómo uno de los últimos bastiones del PRI a nivel nacional fue cedido a otro partido por más alianza político electoral que haya. Se entendería que en una coalición PRI-PAN-PRD el blanquiazul llevara mano en Guanajuato o Chihuahua, por ejemplo, donde el panismo tiene voto duro bien consolidado. ¿Pero en Hidalgo? Donde el PRI es gobierno, donde el tricolor tiene más de ocho décadas al frente del ejecutivo estatal, donde en la última elección local intermedia, de la mano del gobernador Omar Fayad, el tricolor logró un importante triunfo, nada más no se entiende el bandazo.
Y mucho menos se entiende cuando justo hace un mes, tanto Omar Fayad como Alejandro Moreno, parecían haber suscrito un pacto de unidad, acompañados de los ex gobernadores Manuel Ángel Núñez y Miguel Ángel Osorio Chong, durante la toma de protesta de Julio Valera, como dirigente estatal priista. En aquella ocasión el mandatario hidalguense se encargó de aclarar: “No se confundan, Omar Fayad es de una pieza y nunca he traicionado a este partido”.
Y ayer la palabra traidor resonó en las estructuras priista. Desde varias oficinas del tricolor esa palabra era la que más se escuchaba. Entre las que más estruendo causó fue la del mandatario estatal quien no tuvo empacho en hablar de traición de la dirigencia nacional, misma que regresó el calificativo llamando desleal al primer priista de Hidalgo por “entregarse de rodillas” al gobierno federal.
Los priistas parecen no darse cuenta que el enemigo o adversario no está en casa, está enfrente de ellos y se llama Morena, partido que como locomotora ha logrado poner en marcha su maquinaria para arrollar todo lo que tenga enfrente y qué mejor que un partido gobernante totalmente dividido por las pugnas y traiciones internas. Los morenistas, aprendiendo la lección de su primo hermano lejano, el PRI, han logrado guardar las formas y colocar desde ya, sin tanta división, a su casi seguro candidato.
Más le vale al PRI y a los priistas zanjar pronto sus diferencias o divisiones o de lo contrario Hidalgo pasará a la historia como uno de los últimos reductos que, por traiciones, no supieron conservar.
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