Revisitando el SIDA y sus metáforas

Jimena Valdés Figueroa

Revisitando el SIDA y sus metáforas

Voz Propia

Revisitando el SIDA y sus metáforas

Jimena Valdés

Redacción
Diciembre 6, 2025

Quienes nacimos en la década de los años ochenta crecimos escuchando sobre lo que en su momento se denominaba como la epidemia del SIDA, como lo que Don DeLillo caracteriza como “ruido de fondo”:  una crisis en la que la verdad reside en lo que las personas afirman.

Seguramente somos una generación marcada por el miedo a morir a causa del sexo, pero sobre todo atravesada por los estigmas que alrededor de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana se han construido.

Recuerdo en mi infancia lo dicho y también los silencios: el Sida como una enfermedad de las personas que se ubicaban fuera de lo considerado sexualmente correcto, de quienes hacían del sexo una forma de ganarse la vida, de la promiscuidad, la violación y la guerra de quienes se inyectaban sustancias ilegales y en los casos que por presunta inocencia causaban más miedo, de quienes habían recibido una transfusión poco cuidada. 

Se hablaba mucho desde la falta de información y también desde el miedo, se construyeron nuevos prejuicios y nuevos estigmas, al entenderse como una enfermedad incurable no tenía respuestas como las que los medicamentos trajeron a otras enfermedades asociadas a las prácticas sexuales como en su momento sucedió con la sífilis.

El ruido y también los silencios: la lucha por mantener un diagnóstico en secrecía, por no perder el trabajo, la reputación, la familia, incluso el goce que provoca el contacto en nosotros los seres humanos… Desde el amigo cercano que en muchas ocasiones vivió y murió colmado de estigmas hasta Freddie Mercury en la letra de su póstumo Mother Love en la que se escucha “I don´t want pity, just a safe place to hide”.

Con la actualización de su ensayo sobre “La enfermedad y sus metáforas”, Susan Sontag, sitúa al SIDA como una coyuntura en torno a la resignificación del concepto de enfermedad, en el que un paciente está “enfermo” tan pronto como está infectado, ya sea que haya mostrado síntomas o no; lo cual lleva a la pérdida de un lugar social basado en estructuras de prestigio como son la familia, el empleo y sobre todo al colocarse como sujetos peligrosos y que representan un riesgo social, todo esto incluso años antes de cualquier cambio objetivo en la salud. Como lo dice en voz propia:

“Las personas que quieren ser modernas –y que ahora mismo es un proceso vigilado–. El esfuerzo por zafar a esta enfermedad, que tanta culpa y vergüenza despierta, de estos significados, de estas metáforas, es particularmente liberador, aún consolante. Pero no se ahuyenta a las metáforas con solo abstenerse de usarlas. Hay que ponerlas en evidencia, criticarlas, castigarlas, desgastarlas.”

Más allá de las metáforas o tal vez, haciendo cierto eco de ellas, desde 1988 el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA se celebra en todo el mundo el 1 de diciembre de cada año y se ha convertido en uno de los días internacionales de la salud más reconocidos y en una oportunidad clave para crear conciencia, recordar a aquellos que han fallecido, y celebrar las victorias de esta batalla contra el virus, como el acceso a servicios de prevención y tratamiento; los números no mienten y por ello este año se dedica de manera particular a colocar en la palestra pública la relevancia de mantener el financiamiento internacional destinado a la investigación y la dotación de servicios de salud pública asociados tanto a la prevención de nuevas infecciones como al tratamiento de los diagnósticos positivos.

En lo que hace a las estadísticas, hasta septiembre de este 2025, México presentó un repunte importante al registrar 12 mil 088 casos de VIH en solamente nueve meses, superando los registros de 2024. el ritmo de transmisión es equivalente a 500 infecciones semanales; siendo el Estado de México el primer lugar en contagios, seguido por Veracruz y Ciudad de México.

De las personas con SIDA en México, 82.7 % son hombres y casi la mitad de los casos se concentra en el grupo de 25 a 39 años. Este perfil epidemiológico evidencia que la población joven, económicamente activa y con mayor movilidad social sigue siendo la más expuesta. También subraya la urgencia de reforzar campañas de prevención con enfoque de género y diversidad sexual, especialmente entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH), un grupo históricamente vulnerable y con prácticas de riesgo que aún hoy en día son asociadas al estigma.

PAT

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