La economía mexicana enfrenta un panorama de desaceleración que distintos especialistas han interpretado como la antesala de una recesión. Entre los sectores más sensibles a este contexto se encuentra el automotriz, uno de los principales motores de la industria nacional y con fuerte presencia en el Estado de México.
De acuerdo con Willebaldo Gómez Zupa, especialista en economía y sector automotriz de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ya se pueden observar señales tempranas de esta tendencia.
Recesión no se presenta de manera inmediata
Gómez Zupa explicó que los ciclos de recesión no se presentan de manera inmediata, sino que suelen manifestarse en indicadores como la producción, las ventas y las exportaciones. Señaló que el mercado automotriz es uno de los primeros en resentir los efectos, pues depende en gran medida del crédito y del comportamiento del consumo.
“Cuando hablamos de recesión es importante entender que no se trata de un evento súbito, sino de una serie de factores que convergen y afectan a distintos sectores. El automotriz es particularmente sensible porque requiere de inversión, financiamiento y un consumidor dispuesto a endeudarse en plazos largos. Si el ingreso de las familias se estanca o la confianza disminuye, lo primero que se posterga es la compra de un automóvil. Es en ese punto donde comenzamos a ver el impacto”, comentó.
industria automotriz representa cerca del 4% del PIB
En el caso de México, detalló que la industria automotriz representa cerca del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y más del 20% del sector manufacturero. Explicó que estas cifras reflejan la magnitud del posible impacto en la economía nacional en caso de que se prolongue una etapa de menor crecimiento.
“La producción automotriz no solo implica a las grandes armadoras, sino también a las cadenas de proveeduría, autopartes, talleres y servicios asociados. Una recesión reduce las ventas locales y también las exportaciones, que dependen del mercado de Estados Unidos. Si allá el consumo de autos baja, las plantas instaladas en México empiezan a disminuir turnos, horas extra o incluso a recortar personal. Esto genera un efecto multiplicador que golpea directamente a la economía interna”, explicó.
En 2023, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) reportó más de 3.7 millones de vehículos producidos en el país, de los cuales el 76% se destinó a exportación. La dependencia de la demanda externa coloca a México en una posición vulnerable frente a las fluctuaciones de mercados internacionales.
El especialista añadió que el Estado de México, por su ubicación estratégica y la concentración de autopistas, corredores industriales y centros de distribución, es particularmente vulnerable a estos cambios. Recordó que en municipios como Toluca, Lerma y Cuautitlán se localizan armadoras, proveedores y un número importante de empleos vinculados al sector.
“El Estado de México concentra un gran número de trabajadores de la industria automotriz, desde operarios en plantas hasta personal en agencias y servicios relacionados. Si el sector comienza a desacelerarse, el impacto no se limita a la producción, también afecta el consumo local, la recaudación municipal y el empleo indirecto. Es decir, la recesión no solo se vería en las fábricas, sino también en restaurantes, comercios y transporte que dependen de la actividad industrial”, señaló.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2024 el Estado de México registró más de 60 mil empleos directos en el sector automotriz y de autopartes. Cualquier ajuste en la producción impacta en estos puestos de trabajo y en los más de 200 mil empleos indirectos que dependen de la cadena.
Amortiguar los efectos de la desaceleración
Finalmente, Gómez Zupa consideró que el reto para los próximos meses será cómo amortiguar los efectos de esta desaceleración y qué medidas se pueden aplicar para evitar que la recesión tenga consecuencias prolongadas. Subrayó que la coordinación entre autoridades y empresas será fundamental para sostener la cadena productiva.
“Lo que necesitamos es una política pública que reconozca la relevancia del sector automotriz y que actúe de manera preventiva. Si se generan incentivos fiscales, programas de financiamiento y apoyo a los proveedores, se puede mitigar el golpe. La clave es entender que la recesión, de confirmarse, no será exclusiva de un sector, pero que hay ramas como la automotriz donde los efectos se magnifican rápidamente y terminan por arrastrar a otras actividades”, concluyó.
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