«Songs of a lost world»: el regreso The Cure, un viaje emocional sonoro
Por Iván-Carlo Gutiérrez Zapata
Han transcurrido 16 largos años después de su último disco para que la mítica banda británica The Cure, creada en 1978 en Crawley, Reino Unido, publique su nuevo y decimocuarto álbum en estudio titulado Songs of a lost world (Canciones de un mundo perdido), cuyo lanzamiento mundial será el próximo 1 de noviembre y que, desde ya, puede ser adquirido en múltiples formatos directamente en el portal oficial de la banda en internet, www.thecure.com.
Para ello, la agrupación integrada actualmente por Simon Gallup, Reeves Gabrels, Roger O´Donnell, Jason Cooper, Perry Bamonte y lidereada por Robert Smith, decidió lanzar a través de diversas plataformas digitales la canción que abre el nuevo álbum, titulada “Alone”.
The Cure, un viaje emocional sonoro
Esta canción está impregnada por los sonidos característicos del grupo, que han definido de manera incuestionable el perfil único que los ha distinguido durante 46 años de existencia: melancolía, nostalgia, empatía, tristeza, alegría, pero por sobre todas las cosas, desamor y un amor infinito por la vida.
Si bien la espera para sus fans fue prolongada en términos de un nuevo lanzamiento, la realidad es que durante la gira de 90 fechas que la banda emprendió durante 2022 y 2023 por 33 países de Europa, Norteamérica y Latinoamérica, estrenó varias canciones incluidas en el próximo álbum, compuesto por ocho temas: “Alone”, “And nothing is forever”, “Warsong”, “Drone: Nodrone”, “I can never say goodbye”, “All I ever am”, “Endsong” y “A fragile thing”, esta última el primer sencillo del nuevo álbum.
Y sobre estas melodías, hay un vasto escenario que relatar acerca lo que The Cure ha creado a lo largo de esas más de cuatro décadas: las canciones son asombrosas, su interpretación, su inigualable sonido dual, cálido y gélido a la vez, que maximiza las experiencias sensitivas de sus millones de seguidores.
Sin lugar a dudas, lo que hasta ahora conocemos de Songs of a lost world, forma parte de una obra majestuosa. Basta escuchar los silencios de “Alone”, que configuran los sonidos que preceden a una avalancha de emociones y sensaciones que difícilmente se pueden dividir. Todo es premeditado, es el lenguaje natural de esta banda icónica: ojos a ojos, cara a cara, piel con piel, cuerpo con cuerpo, alma y espíritu hablándose a sí mismos, en un dialogo infinito.
Songs of a lost world será un álbum esplendoroso, con sonidos y texturas que se elevan y elevan, acordes que seducen a los oídos más exigentes, voces elocuentes que juegan con el corazón. Debemos recordar que es un trabajo que se cocinó a fuego lento —no había prisa por hacerlo—, y se nota. Son una banda mundialmente consagrada; Simon, Roger, Reeves, Jason, Perry y Robert, en su sinfonía implacable de grandeza, concluida en las profundas orillas verdes del mar, hacen transformar sus notas musicales en fuentes de hielo ardiente y crean con cada gota que cae catedrales resplandecientes de resonancia gigantesca. La música que evocan tiene tintes de sus obras antecedentes como Seventeen Seconds, Faith, Pornography y Disintegration, naturalmente con el sello propio de Songs of a lost world, incluido un sonido implacable, renovado, histórico, único e irrepetible.
Sigue siendo una banda con energía afinada y canalizada
Las notas de este nuevo álbum configuran un conjunto melódico de música sublime y paisajes enteros de sonido: sintetizadores que emulan vientos, guitarras y un bajo que te sumergen en una piscina de agua helada e hirviente a la vez, una batería que nos remonta a los latidos del corazón, y de ello emana una voz tranquila, poderosa, etérea y expansiva, que refleja la majestuosidad y el misterio del fenómeno musical en el que se transformó The Cure con el paso del tiempo.
La primera frase del disco —de la canción “Alone”— es: “Este es el final de cada canción que cantamos”, y para muchos seguidores es el presagio de que será su última producción. Sin embargo, vale recordar que en su momento Disintegration apuntaba en la misma dirección y eso no ocurrió. Sin embargo, sí así fuera, bienvenido. Despedirse de esa manera, es decir adiós como pocas bandas lo han logrado.
La cotidianeidad de quienes viven la música de The Cure como el soundtrack de sus vidas y una parte vital de su existencia nunca será lo mismo sin ella. Con o sin nuevo álbum en puerta, para todos ellos y ellas, ninguna canción de The Cureserá el final de cada canción que canten en un mundo perdido, mucho menos para el público de México, donde el 21 de abril de 2013 dieron el concierto más largo de su trayectoria musical —50 canciones, cuatro horas, 16 minutos— y en el que, de alguna manera, se mantiene una relación especial con la banda, en un mundo prehispánico.
La realidad detrás de la música y letras de Songs of a lost world, revelan que The Cure sigue siendo una banda con energía afinada y canalizada. Nada sobra, nada falta. Es una obra maestra. En sus letras pasadas y presentes, Robert Smith ha hecho un homenaje especial a sus familiares más cercanos, a momentos especiales de la vida y, definitivamente, al amor que le ha profesado a su única novia y esposa Mary Poole.
Las canciones de Songs of a lost world no son la excepción: quizás pertenecen a un mundo perdido, pero definitivamente a un mundo emocional, efervescente y más vivo que nunca.
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SPM