A medida que el calendario político avanza hacia el 2027, Tlaxcala emerge como una entidad donde Morena mantiene una hegemonía incuestionable. Con un 42.5% en las preferencias electorales, el partido guinda se consolida como la fuerza dominante, en un escenario donde la oposición parece fragmentada y sin capacidad real de competir.
En el horizonte morenista destacan tres nombres que personifican las diversas vertientes del poder político en el estado. En primer lugar, Alfonso Sánchez García, actual presidente municipal de Tlaxcala e hijo del exgobernador del mismo nombre. Con una sólida formación política y administrativa, Sánchez García ha sabido forjar una trayectoria propia, más allá de la sombra familiar. Su experiencia como Secretario de Infraestructura del Estado y su liderazgo en la Asociación de Autoridades Municipales de Tlaxcala lo colocan como una figura clave en el tablero electoral.
Sin embargo, no está solo. La senadora Ana Lilia Rivera Rivera, una mujer que combina la sensibilidad social con la experiencia legislativa, también emerge como una opción fuerte. Rivera ha construido su carrera política desde la base, con 26 años dedicados a la lucha por la justicia social y la democracia, lo que la ha llevado a la presidencia del Senado de México en 2023. Su figura conecta con el electorado que busca empatía y compromiso.
A esta lista se suma Josefina Rodríguez Zamora, actual Secretaria de Turismo del gobierno federal de Claudia Sheinbaum. Rodríguez Zamora, con una sólida formación en administración y alta dirección, ha demostrado ser una operadora eficiente en el ámbito turístico, tanto a nivel estatal como nacional. Su presencia añade una dimensión técnica y profesional a la baraja morenista.
En el lado de la oposición, la situación es desoladora. PRI, Verde, Movimiento Ciudadano, PAN y PT apenas superan el umbral de la competencia, pero sin liderazgos claros ni narrativas atractivas que les permitan disputarle a Morena el poder en la entidad. El PRI, con un 10.1%, se mantiene como la segunda fuerza, pero su presencia es más simbólica que efectiva.
Así, Tlaxcala se perfila como una contienda donde Morena, más que enfrentarse a rivales externos, deberá definir internamente a su abanderado o abanderada. Los perfiles están claros, pero el reto será decidir quién de ellos encarna mejor los valores del partido y garantiza continuidad a un proyecto que, por ahora, no encuentra resistencia significativa en su camino hacia el 2027.