Toluca: Alma Barrios, sinfonía de arte y acuarela
Crecer en una familia donde la música clásica fluye como el aire es un privilegio que pocos pueden experimentar. Este fue el entorno en el que Alma Barrios, artista y músico que se abre camino en nivel nacional e internacional encontró sus inicios para después desarrollarse como pintora e historiadora del arte.
Toluca: Alma Barrios, sinfonía de arte y acuarela
Nacida en Toluca, Alma vivió inmersa en un mundo de melodías, desde muy joven. Su abuelo, fue contrabajista de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM), su madre y tíos, todos con una vocación musical, sembraron en ella una pasión que floreció con el tiempo en formas inesperadas.
“La mayor parte de mi infancia la viví en la casa de los papás de mi mamá, mi mamá tiene 9 hermanos y la mayoría son músicos, igual que mi abuelito. Realmente siempre estuve en ese ambiente de los conciertos de música clásica, les gustaba ver cine, ir a los museos, todo fue muy natural y para mí eso era diversión.
Recuerdo que salía al patio y mi abuelito ponía la radio, ponía la estación de música clásica y a mí eso me gustaba mucho. De toda la vida me cuesta mucho trabajo dormir y de niña ponía esa música para comenzar a imaginarme cosas, siempre se me hizo más padre la música clásica que la demás”, comentó.
Desde temprana edad, Alma mostró un talento innato para la música. A los 15 años, ingresó a la Escuela de Bellas Artes para estudiar guitarra, un instrumento que inicialmente la atraía. Sin embargo, el destino, en la figura de un tío apasionado por la viola, la condujo a cambiar de rumbo. Fue así como adoptó este instrumento que se convertiría en su compañero durante su trayectoria musical.
“Yo sabía que no iba a ser fácil, mi abuelito siempre me hablaba de la dedicación que requería dedicarse a la música y nadie me obligó. Me decidí los 15 años, me gustaba el ambiente de los músicos y como iba a los conciertos, el sueño era tocar en la Orquesta Sinfónica del estado, aunque desde niña me llamaba la atención la pintura.
Me fui a la Escuela de Bellas Artes de Toluca, primero me metí a guitarra porque era el instrumento que estaba en la casa y siempre me ha gustado, pero después un tío que tocaba viola me dijo que me metiera a estudiar ese instrumento y que él me lo prestaba”, recordó.
A los 20 años, Alma dio un paso significativo en su carrera al ingresar al Conservatorio de Música. Tres años después, su primer gran oportunidad se presentó cuando se unió a la Orquesta Juvenil del Estado de México. A los 23 años, Alma ya había demostrado su talento en escenarios importantes, pero su camino estaba lejos de ser lineal.
“Cuando terminé la parte de técnico en Bellas Artes me metí al conservatorio, ya estaba grande; pensé que no iba a pasar el examen y me dijeron que no creían que fuera a ser solista.
Es un ejemplo de cómo la pasión, la perseverancia y la convicción contigo mismo pueden abrir múltiples caminos en la vida.
A los dos años me fui a vivir a Guanajuato, me salí de la escuela; era mi etapa rebelde, pero también me la pasaba yendo y viniendo a la orquesta juvenil. Creo que fue mi primera gran oportunidad, antes de irme hice audiciones y siento que ahí fue donde yo me formé. Tocábamos cada 15 días pero los maestros de la OSEM nos iban enseñando, llegó a sonar de mucho nivel, ahora todos son profesionales”, comentó.
Buscando nuevas horizontes, Alma se mudó a Guanajuato. En esta ciudad, su carrera musical continuó creciendo mientras tocaba en varias orquestas locales. No obstante, el destino tenía planes diferentes para ella. Cuando la OSEM le ofreció un puesto permanente, un cambio en la dirección de la orquesta alteró sus planes y decidió reinventarse.
“Me salí de la juvenil cuando fui a Guanajuato, pero allá tocaba en una camerata que tenía el maestro Mario Rodríguez Taboada y el me dio oportunidad de regresar, entonces iba y venía. Regresé a Toluca, luego otra vez a Guanajuato y entré a la Orquesta de Aguascalientes, después me fui a la Sinfónica de Oaxaca.
La última vez que estuve en una orquesta fue de extra, en la OSEM, la última temporada del maestro Enrique Bátiz, fue muy padre, la mejor orquesta en la que he podido tocar. Cuando terminó la temporada me ofreció quedarme en la orquesta y es cuando se fue. Después me puse a pensar en lo que quería para mi futuro porque ya tenía unos 33 años”, mencionó.
Le necesidad de buscar un futuro con más libertad creativa y con la posibilidad de ejercer algo en lo que dependiera de ella misma, la hizo tomar nuevos rumbos.
“Yo había estado con el maestro Juan Trigos, que es un director y compositor muy bueno, invitaba a muchos intérpretes, yo veía a los solistas y quería ser como ellos pero a la vez sentía que no estaba muy feliz, cuando fui con Batíz y se fue me di cuenta que dependía mucho de los demás para poder avanzar, tenía 39 años, sentí que ataba vieja, quería estar en algo que no me corrieran y sobre todo no me corrieran de ser yo”, compartió.
Fue entonces que comenzó la carrera de Historia del arte; sin embargo, fue en este momento de transición que Alma encontró en la pintura una nueva pasión. Se inscribió en un curso de acuarela con el maestro Benito Nogueira en el Museo de la Acuarela del Estado de México. Este taller abrió una puerta a un mundo de creatividad que Alma nunca había explorado plenamente. Comenzó a enviar sus pinturas a concursos, logrando clasificar en varios y obteniendo una mención en el Concurso Tláloc.
“En 2019 me metí a la acuarela, un año después de haberme metido a estudiar, realmente lo hice como hobbie; ya ves que te platicaba que siempre me gustó la pintura y la verdad yo creo que no me lo he terminado de tomar enserio aunque me causa más estrés.
Yo empecé a meter pinturas a concursos internacionales y demás, solo para ver; porque siempre he sido muy aventada, y de repente pegaba. Mi maestro hasta se sorprendía, luego me metí al Concurso Tláloc, pero ni siquiera le dije al maestro Benito porque sentí que me iba a recomendar que pintura ingresar, pero pensé que si iba a perder que fuera con algo que escogiera y gané una mención honorífica, ahí me di cuenta que me podía dedicar a eso, llevaba dos años”, recordó la artista.
Esta mención fue un punto de inflexión para Alma. Se dio cuenta de que podía dedicar su vida a la acuarela, un arte que le ofrecía una libertad creativa incomparable. Con dedicación y talento participó en concursos internacionales, donde recibió cinco menciones honoríficas, consolidando su reputación en el mundo del arte.
A pesar de estos reconocimientos, Alma encuentra su mayor satisfacción en las exposiciones personales. Estas muestras le permiten expresarse plenamente y compartir su visión artística con el público.
“Seguí metiéndome a concursos y buscando exposiciones, hubo un concurso internacional en Chile, había una categoría que se llamaba síntesis y expresión de la acuarela, ahí me saqué una mención. Tengo 5 premios, entre menciones y así.
“La música ya no es mi prioridad, sigo practicando porque luego me invitan a tocar, creo que a la par está la acuarela y la historia del arte, es que los músicos son como los atletas; con la edad se te van acabando las manos.
Me gustaría hacer una maestría en historia del arte para complementar bien y quiero tener mejor técnica y abordar otros géneros en un futuro, lo más importante es nunca perder esas ganas y esa inocencia, que no se vuelva una obligación, seguir haciendo cosas a mi manera”, detalló.
Aun así, la artista disfruta cada día y cada momento, buscando mejorar pero ponerle tantos planes a la vida, pues compartió que en la OSEM se dio cuenta que esta puede cambiar en un momento. No obstante, disfruta de sus pasiones, mismas que han influido en la persona que es en la actualidad, llenándola de recuerdos y satisfacciones.
“Amo la música, escucharla es algo que me apasiona pero ejecutarla ya no tanto, me apasiona ahora más la acuarela. Mi personalidad es totalmente de músico, cosas positivas que me ha dejado la música es la disciplina, el trabajo en equipo, el saber que tienes que respetar al jefe y a no sentirse artista, yo soy intérprete, los artistas son los compositores.
Eso me ha ayudado a no sentir que descubro el hilo negro en la acuarela, la acuarela me ha ayudado a tener más confianza en mí, los músicos estamos bien traumados y en la pintura haces cosas y la gente te responde. Para mí el arte es una forma de vida, yo no me imagino mi vida sin ella; Te cambia mucho el ver buen cine, el escuchar buena música, te da buenos amigos, eso te mejora la vida”, puntualizó.
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