Emilio Antonio Calderón, joven autor mexicano nacido en la Ciudad de México en 1997, regresa a la escena literaria con una nueva obra profundamente íntima y universal a la vez: Bitácora de viaje.
Publicado por Ediciones Daimon, el libro reúne 21 cuentos que se desplazan entre la realidad más cotidiana y los paisajes más insólitos, entre la depresión y la esperanza, entre el encierro y la posibilidad de huida.
Después del éxito de Casa sola (Palabra Herida, 2024), su primera entrega, Calderón entrega una colección más ambiciosa, compleja y formalmente arriesgada. Si su debut retrataba el malestar emocional desde una mirada introspectiva y estática, Bitácora de viaje propone un paso hacia adelante: una exploración del movimiento, tanto físico como psicológico, como catalizador de cambio.
“Más que un compendio de cuentos, esta obra me condujo por una serie de experimentos que llevaron mi literatura a otro nivel”, afirma Calderón, dejando claro que este libro marca una etapa de madurez narrativa y personal.
Un viaje que nace del encierro
La génesis de Bitácora de viaje está íntimamente ligada a un momento de vida particular. El autor se encontraba atrapado en un empleo que no le satisfacía, y las extensas horas diarias que pasaba viajando en transporte público se convirtieron, paradójicamente, en un espacio de libertad creativa.
“Me sentía más tiempo viajando que viviendo. Leía en el Metro y escribía en el camión. Esos trayectos se convirtieron en mi refugio creativo y en el germen de este libro”, explica.
Desde esa experiencia surgió el concepto que da unidad a la obra: personajes que se mueven. Algunos huyen, otros buscan, todos están en tránsito. Escenarios como el Metro, el autobús, las vacaciones familiares o incluso naves espaciales se convierten en territorios simbólicos donde los protagonistas confrontan su soledad, su vacío o su necesidad de cambio.
Cuentos entrelazados y narrativas que se reinventan
En lo formal, Calderón no escatimó riesgos. El libro contiene estructuras inusuales, como la narración en multiperspectiva de Sabor a mí, o la trilogía La Terminal, cuyos relatos dialogan entre sí. El primer y último cuento se conectan directamente, creando un efecto cíclico que refuerza la idea de que todo movimiento es también un retorno.
“Busqué explorar nuevos espacios narrativos. Quería que cada cuento tuviera su propio carácter, incluso en el género”, explica el autor.
Así, aunque el tono dominante es el psicológico, Bitácora de viaje no teme adentrarse en el terror, la comedia o la ciencia ficción. Para Calderón, el género es una herramienta, no una camisa de fuerza. Cada historia pide su propio tratamiento, y él lo concede con precisión y sensibilidad.
Personajes con una gran carga emocional
Una de las constantes en la obra de Calderón es la profundidad psicológica de sus personajes. En Bitácora de viaje, esto se acentúa, pero también evoluciona: ya no son sujetos que simplemente habitan el dolor, sino que buscan transformarlo.
“Es otro libro que aborda la depresión, pero, en esta ocasión, desde personajes que tienen la intención de salir de ella”, dice.
Para ello, el autor se sumergió en una investigación emocional que abarca distintas edades, clases sociales y perspectivas de vida. Cada personaje es una posibilidad de entender la condición humana desde el tránsito, el deseo o la insatisfacción.
Uno de los relatos más significativos en este sentido es Persona Bus, inspirado en un episodio real. Al ver un número telefónico escrito en el techo de un baño sauna, Calderón imaginó una historia entre dos desconocidos que se conectan por medio de una inscripción en la banca de un autobús. El resultado fue un cuento que, en palabras del propio autor, “sembró la semilla de lo que luego sería todo el libro”.
Una voz fresca, honesta y en movimiento
Emilio Antonio Calderón no sólo destaca por su capacidad de introspección, sino por su disposición a experimentar con formas, géneros y escenarios. Egresado de Ciencias de la Comunicación por la UNAM y colaborador de diversas revistas literarias como Digresiones Literarias y Cuentística, ha sido reconocido por su estilo depurado y su enfoque en los vínculos humanos.
En Bitácora de viaje, el lector encontrará más que una serie de cuentos: hallará un mapa emocional que invita a recorrer los caminos del alma y los del cuerpo, los del deseo y los del miedo.
“Este libro refleja el anhelo de que las cosas sean distintas. Ese deseo de movernos cuando la rutina nos abruma. Por eso escribí, y por eso viajé mientras escribía”, concluye Calderón.
Un paso más allá en el viaje del narrador
Con Bitácora de viaje, Emilio Antonio Calderón se consolida como una de las voces emergentes más prometedoras de la narrativa mexicana contemporánea. Sus relatos —entre lo íntimo y lo urbano, entre el estancamiento y el impulso— nos recuerdan que a veces el único modo de encontrarse es moverse. A veces, viajar es escribir. Y escribir, sin duda, es también otra forma de huir… o de regresar.
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