En el universo de la literatura testimonial, pocas historias logran estremecer tan profundamente como la de Karen Rocío Herrera Rodríguez, autora del libro Cuando bajé la luna para mí. Una elección de vida (Hola publishing). Su nombre ya es símbolo de resiliencia, transformación y amor propio.
Su voz, una que venció al silencio de un coma. Y su pluma, un instrumento con el que reconstruyó su alma mientras su cuerpo aprendía a vivir con la mitad del cerebro.
Karen en una entrevista íntima, conmovedora y profundamente inspiradora, relató con valentía el momento que cambió su vida para siempre y cómo, desde ese abismo, encontró luz en las palabras.
“Tuve que renacer con la mitad de mi cerebro. Sufrí un accidente automovilístico”, comienza, sin rodeos.
“El golpe provocó un evento cerebrovascular; mi cerebro comenzó a inflamarse y una gran parte murió. Los médicos, para salvar mi vida, realizaron una hemisferectomía, es decir que extirparon casi la mitad de mi cerebro”.
La decisión fue radical, médica y existencial: conservar lo que estaba sano, aunque eso implicara perder funciones vitales.
“Mi cuerpo luchaba por mantener con vida una parte de mi cerebro que ya estaba muerta. Mi neurocirujano decidió quitarla porque estaba agotando los recursos del resto”, explica.
Las consecuencias fueron demoledoras: parálisis en el lado izquierdo de su cuerpo, pérdida de habilidades motoras, afectación emocional y cognitiva. Pero lo más doloroso vino después.
El dolor emocional que no se ve en una resonancia Al salir del hospital, Karen enfrentó una realidad que desbordaba los límites del cuerpo.
“Descubrí que mi pareja me había sido infiel mientras yo estaba en coma. Me apoyó un tiempo, pero yo vivía con dolor, lloraba, no podía recuperarme”. Decidió dejarlo. Poco después, murió su abuela, su figura más cercana.
“Fue como si el universo se hubiera empeñado en quebrarme. No me daba tiempo de enfocarme en un solo dolor”. Pero ese caos emocional fue también el caldo de cultivo de su obra.
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La escritura como tabla de salvación
Fue entonces, en el borde de la desesperación, que nació Cuando bajé la luna para mí. Una elección de vida.
“Escribí entre llantos, adolorida, sin poder organizar mis ideas por el daño cerebral. Pero necesitaba aferrarme a algo”, confiesa.
El libro no es solo testimonio: es una declaración de guerra a la rendición.
“Son las ganas de volver a ser esa Karen de antes del accidente, aunque sea un poco. Es un grito desde el dolor que busca transformar la tragedia en propósito”.
La luna que bajó Karen no era romántica, era vital. Era su ancla, su promesa de que aún podía existir belleza en medio del desastre.
Con media corteza y convicción
Dos años y medio después del accidente (ocurrido el 9 de septiembre de 2022), Karen se ha reinventado. No solo ha recuperado parte de su movilidad —gracias a una rehabilitación disciplinada y el apoyo incondicional de su familia de psicólogos—, también ha reenfocado su vida profesional.
“Soy psicóloga de formación, pero ahora voy a iniciar un doctorado en neurociencias cognitivas y de la conducta. Quiero desarrollar un manual de técnicas para sobrevivientes de eventos cerebrovasculares.
“Cada cinco segundos una persona sufre un evento como el mío. La mayoría no tiene acceso a la información que yo sí tuve. Yo quiero cambiar eso”, cuenta con entusiasmo.
Hoy Karen es también una figura inspiradora en redes sociales, donde sus videos han tocado a miles.
“Una persona me escribió diciendo que pensaba suicidarse, pero vio uno de mis videos y cambió de idea. Entendí el poder de simplemente mostrar mi proceso”, dice emocionada.
Una de sus teorías más conmovedoras tiene que ver con la llamada “mirada de las mil yardas”, una expresión facial asociada al trauma extremo.
“Creo que las personas con daño cerebral desarrollamos una mirada parecida: hay algo distinto, más vulnerable, más inocente. Tal vez por eso dicen que parezco menor de edad”, bromea con ternura.
“No bajé solo la luna. Bajé todo el universo para volver a ser yo”, cuando uno escucha a Karen, lo que impacta no es solo su capacidad de recuperación, sino su lucidez emocional.
“Ahora soy una Karen completamente nueva. Aprendí a vivir con mi condición, a conocerme de nuevo. Perdí partes importantes del cerebro, pero gané otras cosas: paz, propósito, fuerza.”
Cuando bajé la luna para mí no es solo un libro. Es un espejo en el que cualquiera que haya atravesado el dolor puede reconocerse. Es la prueba viviente de que la resiliencia no es una palabra bonita: es una forma de volver a nacer.
Karen Rocío Herrera Rodríguez, psicóloga, escritora, futura doctora en neurociencias, y sobre todo, sobreviviente, ha demostrado que incluso con medio cerebro, se puede vivir con una mente brillante y un corazón indestructible, además de escribir un libro para inspirar a los demás.
Cuando bajé la luna para mí. Una elección de vida está disponible en plataformas digitales y puede adquirirse directamente a través de las redes sociales de la autora.
Síguela en TikTok e Instagram: @karenrocioherrerar
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