Una reflexión para la comunicación inclusiva

Una reflexión para la comunicación inclusiva

Adogma

Redacción
Mayo 23, 2025

Una consecuencia de la comunicación unidireccional, si eso es posible, es la pérdida de experiencias de las personas que participan en un intercambio de ideas.

En un proceso de comunicación veo factores que intervienen e impactan los resultados: prejuicios, estereotipos, discriminación, necesidades u objetivos por alcanzar, entre otros.

Estos se manifiestan de forma relevante en la comunicación jerárquica, aquella guiada por la persona que detenta poder, autoridad o reconocimiento, y se convierte en la voz única o dominante en la conversación.

La escritora Chimamanda Ngozi Adichie señala en “El peligro de la historia única” que escuchar una sola voz tiene sus riesgos. Solo hay una dirección, estamos frente a un monólogo, una orden o una instrucción. En este modelo las demás voces son simplemente subordinadas, se excluye la verdadera conversación.

Este modelo conlleva un mando único que dicta el contenido de la comunicación, y considero que resulta opresivo y los participantes se convierten en víctimas.

Otras formas colaborativas de comunicación son aquellas en donde al centro de las personas se ubica una voz detonadora del intercambio de ideas.

Pueden ser ejercicios horizontales o circulares para invisibilizar las jerarquías o acortar las distancias entre las personas hablantes. Este modelo posibilita la participación, contribuye a la creatividad, suma voces y facilita la convivencia.

Observo algunos límites de la comunicación colaborativa, pues se conserva una voz central que predomina en el proceso, ésta se vuelve centrífuga y las demás son periféricas, lo que podemos pensar como una forma de jerarquía.

Respecto a la comunicación inclusiva, la advierto como aquella que pretende dar cabida a todas las personas que participan en ese intercambio de ideas y mensajes.

Las aportaciones de colectivos y asociaciones especializadas en ese tema son muchas y claras: respeto a todas las identidades, amplia participación y reconocimiento de todas las personas, sin importar filiaciones, condiciones sociales o educativas, apariencias físicas, condiciones psicomotrices, orientaciones sexuales o identidades de género.

También podemos pensar la comunicación desde una perspectiva continua. En “Rizoma: Introducción”, Gilles Deleuze y Félix Guattari, proponen un andamiaje sin principio ni fin. Una suerte de laberinto con conexiones diversas en donde desaparecen las jerarquías y se posibilitan salidas y entradas múltiples.

En “Práctica narrativa. La conversación continua”, Michael White nos propone partir de que no hay un sujeto ni objeto en la conversación, sino la colectividad viva por múltiples conexiones. Y agrega que cada nuevo encuentro crea nuevas salidas o entradas. 

Considera que se multiplican las voces, los conocimientos, las experiencias, las posibilidades, los mapas, las salidas y llegadas, porque no hay un pensamiento binario, sino múltiples y heterogéneas participaciones, en donde la opresión se diluye puesto que el problema está afuera de la persona.

¿Es posible dirigirme a las demás personas sin jerarquías, ni autoritarismo? ¿Estoy dispuesto a descolocarme del centro de la conversación? ¿Me asumo parte de una comunidad que puede enriquecerse de las otras experiencias?

Respecto a la comunicación inclusiva, la advierto como aquella que pretende dar cabida a todas las personas que participan en ese intercambio de ideas y mensajes.

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