Más de 11 fraccionamientos de Zona Esmeralda, en Atizapán, donde habitan más de 28 mil personas, se han unido al movimiento Fuerza Esmeralda para proteger el Bosque de Agua en la zona de Espíritu Santo.
El conflicto territorial entre Atizapán y Jilotzingo ha encendido las alarmas, pues está en disputa un ejido de 1,300 hectáreas, de las cuales 700 corresponden oficialmente a Atizapán.
Defensa del Bosque de Agua
Vecinos y activistas advierten que el ejido Espíritu Santo está siendo amenazado por desarrollos inmobiliarios que podrían destruir una zona clave para la recarga hídrica.
“Estamos en alerta. No queremos terminar como San Mateo o Satélite, Naucalpan, con escasez de agua y microsismos por el abatimiento de los mantos acuíferos”, señalaron representantes vecinales.
La zona en disputa es vital para la infiltración de agua proveniente de la reserva de los Montes, lo que mantiene sanos los pozos que abastecen a miles de familias.
“Si se urbaniza, se pierde el equilibrio ecológico y se compromete el futuro hídrico de la región”, advirtieron.
Jilotzingo ha otorgado permisos de construcción
Miguel Miramontes Lira, abogado de la organización, denunció que Jilotzingo ha otorgado permisos de construcción en terrenos que, según el INEGI y registros oficiales, pertenecen a Atizapán. “Se están construyendo sin drenaje ni acceso garantizado al agua, lo que representa una falta grave de respeto al ecosistema”, afirmó.
El caso más preocupante es el de Rancho Blanco, colindante con el área natural protegida Espíritu Santo, donde 140 de las 340 hectáreas son de Atizapán.
“La mancha urbana se está expandiendo irracionalmente. Si siguen extrayendo agua sin control, van a secar el bosque”, alertó Miramontes.
Crisis hídrica y resistencia comunitaria. La presión inmobiliaria ha provocado que comunidades como Rancho San Juan, La Estadía, Sayavedra y Rancho Escondido se unan para enfrentar el deterioro ambiental.
“La gente de Chiluca ya puso mantas: a pesar de las lluvias, no hay agua”, señalaron.
Temen más urbanización sin sustentabilidad
El presidente municipal de Jilotzingo, Raziel Chavarría Chavarría, ha declarado que los ejidatarios tienen derecho a disponer de sus tierras, pero los vecinos temen que esto se traduzca en más urbanización sin sustentabilidad. “Antes eran 300 personas, ahora son 1,300 con el mismo abasto de agua. Ya no alcanza”, denunciaron.
Los activistas han solicitado la intervención del gobierno federal, estatal y municipal para frenar la destrucción del bosque. “Fuimos a la SEMARNAT y nos confirmaron que no hay cambio de uso de suelo. Es área boscosa y debe protegerse”, concluyeron.
Esta lucha por el Bosque de Agua no solo es territorial, es una batalla por el futuro ambiental de Zona Esmeralda y sus habitantes.
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