Video/Sigue vivo el legado cultural indígena mediante tradicionales danzas en Edoméx

Son grupos de danza transmisores de la cultura y cosmovisión de los pueblos originarios

La música del huehuetl y el teponaztli se confunden con cada paso adornado por los coyollis (cascabeles) de los danzantes, mientras la flauta o “tlapitzalli” acompaña cada movimiento.

Así, como desde hace cientos de años, los “mitiotani” o danzantes de la cultura nahua recrean su encuentro con lo sagrado, con la cosmovisión que los acompaña y mantiene viva la tradición que les da pertenencia.

Con casi 25 años de existencia, el grupo de danza azteca, Otom Tekutli, de San Francisco Xochicuautla, del municipio de Lerma, es uno de los grupos que mantienen viva la tradición heredada en cada presentación que realizan y que el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas del Estado de México (CEDIPIEM), impulsa para la revalorización de esta expresión milenaria.

A través del CEDIPIEM, la entidad apoya a grupos de danza tradicional para la compra de insumos como instrumentos y vestuarios a fin de fortalecer la permanencia de sus tradiciones.

Para su fundador, Botzanga o “lagartija prieta” como quiere que lo llamen, la tradición de expresar a través del cuerpo su encuentro con el pasado es parte fundamental de su reencuentro permanente con sus ancestros, con aquello que le fue cedido y que hoy forma parte de su vida cotidiana.

Lo que hacían nuestros antepasados se llama mitotia, que es hacer con el cuerpo, lo que uno expresa con el cuerpo, de tal manera que nos tenemos que llamar mitotianis, no danzantes, explica mientras se prepara para participar en un nuevo ritual.

Para cada “mitotiani”, su vestimenta tiene un significado lleno de sincretismo, que lo une con el pasado, inicia con las ayoyoytzin o coyolis que son conchas que van amarradas en sus pies, luego siguen las “colcehuas” o rodilleras y el maxtla que es símbolo de fertilidad y virilidad.

Algunos llevan el “xicolli” o chaleco adornado con grecas, y un chimalli o escudo símbolo del sol y de la guerra espiritual de la danza.

Sigue el coxcapetlatl o pectoral, y las maitemas o muñequeras y rematados en su mayoría por el tocado llamado colpilli o quetzalcopilli que es comúnmente conocido como “penacho”.

En la zona arqueológica de Huamango, en Acambay, Botzanga menciona que “en todo nuestro continente los pueblos originarios se conectan a la tierra para poder estar sanos. Cada vez que tenemos la oportunidad de hacerlo, lo hacemos con mucho gusto porque sabemos que vamos al encuentro de ese pasado glorioso”.

Así, vestidos de fiesta salen al encuentro con lo sagrado, vibran para revivir una danza que parece interminable y que es parte fundamental de la riqueza que caracteriza a la cultura nahua, uno de los cinco pueblos originarios de la entidad mexiquense.

ASME