Y si son gay, ¿a nosotros qué?
Con singular alegría
Estoy muy feliz, viendo cada fin de semana, la serie de televisión en donde están hablando de ese personaje extraño, digno, inteligente y lleno de luz que se llama Juan Gabriel. Y lloro y lloro como la Magdalena más sentida del universo. Todavía, no entiendo cómo un chiquito que tuvo tantas y tantas calamidades en su vida, puede ser en este momento, el hombre que más discos ha producido y vendido en México. De México para el resto del mundo.
Y él sale “a cuadro”, platicando sus historias y haciendo una narración conforme vamos viendo la historia actuada. Así como es: como lo vi un día en un lugar pequeño, en el que cabían muy pocas personas. Pero allí, todos: hombres y mujeres estábamos enloquecidos por lo que ese personaje nos estaba ofreciendo. Nos regaló parte de su alma. Cantaba y cantaba y cada una de sus canciones, compuestas por él, era mejor que la anterior.
Es, en la película, un hombre con una gran capacidad de ofrecernos parte de lo que puede alguien bueno, lleno de amor, de razón, de inteligencia, de perdón, darnos… a través de un pedazo de música con todo y letra. ¿Si es o no homosexual, a alguien le importa? Él se puede dar el lujo de ser lo que le venga en gana.
Los derechos humanos de los homosexuales, son como los de todo el mundo. Y sus preferencias deben ser respetadas. Cada quien nace o decide en la vida ser como se le da la gana. Y eso es para todos: el respeto se lo ganan a diario.
Así que, por ahora, la polémica que existe en la Iglesia Católica –dividida entre los que les piden perdón y los que los aborrecen- es descomunal. A partir de que hace tiempo se mandó la iniciativa para legalizar a los matrimonios entre personas del mismo sexo, “…desde Calles, jamás había habido un encontronazo tan fuerte entre el gobierno y la Iglesia Católica”, escribe la revista Desde la Fe, órgano de difusión de la iglesia. No sé qué vendrá después. No lo entiendo. He visto cómo uno de estos personajes, arremetió miserablemente contra quien esa iniciativa mandó. Y eso no se vale. Todos somos iguales. ¿Qué les pasa a los líderes de los valores, las virtudes y las buenas costumbres?
NEF