En las montañas de Jocotitlán y los ecos de los pueblos mazahuas, una voz resuena con fuerza y convicción. María Saharai Orta Tejeda, conocida como Za-Hash, ha emergido como una de las figuras más representativas en la lucha por la preservación de la identidad indígena, la defensa del territorio y la promoción de los derechos de los pueblos originarios.
Encontrar la comunión entre el arte, las raíces culturales y el ambientalismo no es sencillo, pese a ello Za-Hash encuentra la manera de lograrlo
Za-Hash nació en Toluca, pero creció en Jocotitlán, un lugar que define como el corazón de su identidad. Aunque sus padres se trasladaron por motivos laborales, ella encontró en las raíces mazahuas de su familia la fuente de su fuerza.
Familia del lado paterno.
“Crecí en la zona urbana por la parte comercial, pero también en la zona rural porque ahí vivía mi familia y recuerdo que era una especie de discriminación decir que habías nacido en el pueblo; lo nice era decir que naciste de fuera”, compartió.
Sin embargo, este camino hacia el autodescubrimiento no estuvo exento de desafíos. Za-Hash enfrentó la discriminación, tanto en su entorno inmediato como en la percepción externa sobre los pueblos indígenas pero, en lugar de rendirse, abrazó con orgullo su identidad.
“Mi abuela me enseñó a caminar en la montaña, muchas plantas medicinales del pueblo, mi mamá también comenzó a aprender mazahua y creo que ahí se fue conformando la pertenencia identitaria del territorio”, apuntó.
Con el tiempo, no solo se autodeterminó mazahua, sino que encontró en el arte y la música un vehículo para expresarse desde temprana edad.
El despertar musical
La universidad marcó un punto de inflexión. Za-Hash no solo descubrió otros géneros musicales como el rap, el reggae y la música electrónica, sino que también encontró en los cantos tradicionales mazahuas una conexión espiritual y cultural. Estos cantos, que solían entonarse en rituales como el temazcal, despertaron en ella la necesidad de integrarlos a su propio estilo musical.
La artista no se limita a un solo género. Su música es una amalgama de rap, reggae, jazz, funk y lo que ella llama “cantos medicinales”, que están profundamente arraigados en las tradiciones de su pueblo. A través de sus composiciones, tanto en español como en mazahua, lleva mensajes de resistencia, identidad y amor por el territorio.
“Conocí a un amigo que seleccionaba música, que me dijo que podía poner la música sobre la que podía cantar, y ahí se crea la primera canción con la que comienza a surgir esta aventura. Después de eso, conozco a Marte One, quien es la primera persona que me invitó a grabar con rap; vivía en Toluca y, antes de ir, armamos la rola. Le dije que hablaba en mazahua y que le gustaba mi lengua. Me propuso que lo hiciera en mi lengua y así salió el primer rap en mazahua”, compartió.
La canción hablaba del consumo, el maltrato y de cómo no dejar que haya influencias sobre nuestras ideas. Después de la canción, la “adoptaron” en el lugar donde grabó su primer disco. Estas experiencias la llevaron a comprender que la música podía ser mucho más que entretenimiento; era un medio para preservar y compartir su lengua indígena y las luchas de su comunidad.
De las aulas a las Comunidades
Za-Hash estudió Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural del Estado de México como parte de la primera generación. Mientras buscaba trabajo en su campo, comenzó a dar clases en la Universidad Politécnica del Valle de Toluca. Desde su rol como docente, introdujo a sus alumnos al mundo de las muestras culturales, inspirándolos a trabajar en el ámbito de la cultura.
“Todo esto ocurría mientras estaba buscando trabajo en mi área, que era la comunicación intercultural, que fue lo que estudié en la Universidad Intercultural como parte de la primera generación.
En ese entonces surgió la parte de estar trabajando como docente de la Universidad Politécnica del Valle de Toluca y llevaba a mis alumnos a muestras y exhibiciones culturales. Hoy, alumnos que tuve, trabajan en áreas de la cultura, eso también despertó esa parte”, dijo.
Hasta la fecha usa la docencia como una herramienta para su activismos, por lo que se unió a “La Escuelita del Agua”, un colectivo que trabaja en la defensa de los recursos naturales y el territorio a través de talleres en comunidades.
Una Resistencia Permanente
Como rapera, Za-Hash canta en mazahua y en español, tejiendo puentes entre generaciones y culturas. Reconoce que la lengua indígena está intrínsecamente ligada al territorio y que, si este desaparece, también lo hará la identidad que define a su comunidad. Por ello, su música no solo busca entretener, sino también educar y movilizar.
“Soy la primera mujer rapera mazahua en el Estado de México, la primera que cantó en lengua indígena en el estado, y digo con orgullo que estoy reinterpretando muchas cosas, preguntando mucho y escuchando para poder apoyar esta parte cultural que es necesaria para muchas memorias en las infancias, que necesitan saber, en esta época, un poco más de sí mismos y valorar lo que algunas generaciones pudimos ver en su máximo esplendor y que actualmente están en riesgo, como son los ríos, las lagunas y los ecosistemas”, mencionó con orgullo.
Su lucha no se limita al ámbito musical. También desafía las estructuras que han borrado la memoria histórica y reducido a los pueblos indígenas a meros estereotipos.
“Si desaparece el territorio, desaparece el sentido de la lengua indígena y la pertenencia territorial, la memoria, y entonces ya no va a ser fácil explicar, pero mientras sea posible explicarlo para que la gente se siga maravillando de lo que hay y comprenda con ello la magnitud de lo que es poder compartir la palabra en una lengua indígena, tu servidora va a seguir aprendiendo de su idioma y de todas las personas que estén cerca de mí”, puntualizó.
PAT
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